El goleador n¨®mada
A Drogba, 'pichichi' entre Liga y 'Champions', le favorece el cambio de sistema de Mourinho
A un delantero tan expansivo como Drogba, le conviene disponer de espacio. Le conviene para expresar toda su potencia y determinaci¨®n. Le molesta, en cambio, verse acompa?ado de otros delanteros que puedan robarle cuota de pantalla. De ah¨ª que el cambio de sistema en el Chelsea le haya favorecido. "Para m¨ª es mejor el 4-4-2 de ahora que el 4-3-3 del curso pasado", reconoce Didier Drogba, de 27 a?os, a quien la llegada del inadaptado Shevchenko, lejos de ensombrecerle, le ha iluminado. En su tercera campa?a en Londres, Drogba lidera la tabla de goleadores entre la Liga (18) y la Champions (5), seguido de Totti (18 y 4) y ya m¨¢s lejos de la pareja de valencianistas Villa (11 y 4) y Morientes (11 y 5), baja ¨¦ste por lesi¨®n para el mi¨¦rcoles en Stamford Bridge. Pese a un fuerte golpe en el p¨®mulo s¨ª estar¨¢ all¨ª, frente a Drogba, el temible Ayala, el central argentino del Valencia que ya sec¨® al marfile?o, entonces en el Marsella, en la final de la Copa de la UEFA de 2004.
Lo m¨¢ximo que ha estado en un sitio son cinco a?os. Los primeros de su vida, en Abiy¨¢n
Eran otros tiempos. Ayala estaba en pleno apogeo y Drogba no. El proceso de maduraci¨®n ha sido intenso. Tras los 37,5 millones que pag¨® el Chelsea al Marsella, Drogba contribuy¨® a conquistar la primera Liga para el club londinense desde 1955, ayud¨® a ganar la segunda y llev¨® a su selecci¨®n, Costa de Marfil, a un Mundial, Alemania 2006, por primera vez en su historia. A pesar de caer en la primera fase, Drogba es un icono para la juventud de su pa¨ªs. Vino de ninguna parte para triunfar en la meca del f¨²tbol. Una cerveza lleva su nombre, y una calle de Abiy¨¢n, la capital, tambi¨¦n. La semana pasada, volvi¨® a casa y ofreci¨® a la gente su Bal¨®n de Oro Africano de 2006 en una plaza de Bouak¨¦, sensibiliz¨¢ndose con un pa¨ªs que paga las consecuencias de una guerra civil de 30.000 muertos.
Una vez al mes, Drogba se re¨²ne en el club africano de Londres con sus compa?eros de equipo y con Eboue, Kolo Toure y Adebayor, del Arsenal. En 1992, cuando Costa de Marfil fue campeona de ?frica, el f¨²tbol ingl¨¦s s¨®lo contaba con un africano: el nigeriano Agboola. Ahora los hay a decenas. "Esos chicos africanos me han ayudado mucho". Se refiere a Essien, a John Mikel Obi, de quien dice que ser¨¢ "el pr¨®ximo gran centrocampista africano", al vers¨¢til Geremi y a Kalou, que salv¨® el s¨¢bado al Chelsea en casa del Watford.
Drogba defiende a Mourinho, enfrentado al due?o del club, Roman Abramovich. "Los entrenadores pueden ense?arte dos cosas: confianza y t¨¦cnica. Con otros he aprendido m¨¢s de t¨¦cnica, por ejemplo el autocontrol frente al gol. De Mourinho, a ganar y rechazar la derrota", dice el delantero, que ha cultivado un acendrado esp¨ªritu de equipo. De ah¨ª los piropos de Mourinho: "Ataca y defiende. Con ¨¦l podr¨ªa ir a cualquier guerra". Alain Pascalou, el preparador que lo llev¨® al Le Mans en 1999, a?ade: "Didier quiere ser un l¨ªder, sentirse querido por la grada. Es un showman elegante y no soporta la mediocridad". Tambi¨¦n es un n¨®mada. Lo m¨¢ximo que ha estado en un sitio son cinco a?os. Fueron los primeros de su vida, en Abiy¨¢n. Los recuerda v¨ªvidamente porque en 1983 fue enviado a vivir con su t¨ªo a Francia. Michel Goba, futbolista profesional, convenci¨® a los padres para que le dieran "una oportunidad". "Viaj¨¦ solo. Llevaba una etiqueta con mi nombre. Llor¨¦ cada d¨ªa por estar tan lejos", confes¨® a The Observer. Pasaron tres a?os antes de que Didier volviera a casa. Hasta que sus padres, empleados de banca, perdieron sus trabajos y se marcharon con los siete hijos a Francia. En 1999 hubo un golpe de estado en Costa de Marfil y Drogba tuvo con su mujer, Alla, a su primer hijo, Isaac. Ahora ya tiene tres. Isaac lleva una camiseta del Arsenal porque Henry es su favorito.
Drogba pens¨® que se quedar¨ªa en el Marsella. "Recuerdo a mi compatriota Boli marcar el tanto que le dio la Champions en 1993. Me enamor¨¦ de ese club". Sus 18 goles en 35 partidos cambiaron su destino. Antes, calent¨® banquillo en Le Mans, en la tercera francesa, hasta que Guy Lacombe, el t¨¦cnico del Guingamp, vio en ¨¦l lo que muchos no vieron. "Jugaba mejor contra los equipos de superior categor¨ªa. Como ahora. Amo la Champions". A los 18 a?os, siendo un juvenil del Levallois, se rompi¨® el pie y su carrera se estanc¨® hasta los 21. Explot¨® en el Guingamp: 17 goles en 34 partidos. Y ahora advierte: "Estoy en mi mejor forma. Pero lo mejor esta por venir".
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