John el terrible, Terry el bueno
El capit¨¢n del Chelsea, protegido de Mourinho, tiene algo de doctor Jekyll y 'mister' Hyde
Cuando lleg¨® al banquillo del Chelsea, hace dos a?os, Jos¨¦ Mourinho estaba convencido de que su capit¨¢n natural iba a ser Frank Lampard, centrocampista poderoso de imagen impecable. Pero, como Vialli y Ranieri antes, el entrenador portugu¨¦s apreci¨® de inmediato la personalidad de John Terry. La capitan¨ªa se someti¨® a votaci¨®n y Terry gan¨® por goleada en el a?o del centenario del club. Despu¨¦s llegaron las dos Ligas y siempre hab¨ªa un tipo alto y desaforado que levantaba el trofeo con entusiasmo. Era ¨¦l. El mismo cuyas ausencias ha pagado este curso el Chelsea con esos seis puntos que lo separan del Manchester United. Pero el jefe ha vuelto. Dispuesto a gritar a sus compa?eros, a ordenar la defensa y a decirle a Carvalho c¨®mo anular a Villa, la gran amenaza del Valencia, que llega hoy a Londres para medirse ma?ana al Chelsea en Stamford Bridge en la Liga de Campeones.
El jefe ha vuelto: ma?ana explicar¨¢ c¨®mo anular al valencianista Villa en la Liga de Campeones
Terry, de 26 a?os, ofrece un paralelismo con el capit¨¢n valencianista, Albelda. Los dos son chicos de la casa, apoyan a sus entrenadores enfrentados a los due?os y reclaman m¨¢s dinero. Solicitan que los reci¨¦n llegados -Del Horno, Joaqu¨ªn y Morientes, por un lado, y Schevchenko y Ballack por otro- no cobren m¨¢s que ellos. Claro que Terry posee un pasado atrabiliario. El 3 de enero de 2002, su amigo Jodi Morris y ¨¦l atacaron a un gorila de un club de Londres. Ocho meses despu¨¦s fueron imputados y el jurado, tras siete horas de deliberaci¨®n, los dej¨® en libertad. Evitaron la prisi¨®n por los pelos. Ese d¨ªa, Terry se sent¨® con sus padres y su agente, Aaron Lincoln, y advirti¨® que estaba sobre una delgada l¨ªnea de fuego.
"Jam¨¢s abandonar¨¦ el Chelsea", dice quien reconoce haber empapado una toalla de l¨¢grimas tras caer eliminado en la pasada edici¨®n de la Champions ante el Bar?a. Pero hay algo en ¨¦l de doctor Jeckyll y mister Hyde. El verano pasado fue multado con 300 libras por negarse a decir a la polic¨ªa qui¨¦n iba sentado detr¨¢s en su moto Bentley tras un exceso de velocidad. Ecos de mister Hyde al borde del escrutinio moral de la prensa para quien ejerce, a su vez, de capit¨¢n de Inglaterra. Sus actividades nocturnas no siempre han incluido a su pareja de tantos a?os, Toni Poole, que dio a luz a dos gemelos en el verano. Tambi¨¦n siente una atracci¨®n por las apuestas. "Mi novia intenta que lea Harry Potter, pero leo un libro sobre una banda que va a Las Vegas y limpia el casino", dice.
Lejos de la sofisticaci¨®n de Beckham, Terry prefiere una chaqueta de cuero y unos pantalones vaqueros, aunque tambi¨¦n se divierte con sus 90.000 libras de sueldo semanal. La Bentley es uno de sus caprichos. Los relojes, otro. Su autobiograf¨ªa est¨¢ en marcha y su diario de campa?a explica c¨®mo se lleva a casa los informes t¨¢cticos para analizarlos, y se preocupa de qu¨¦ va a decir ante los compa?eros.
Sobre su fortaleza f¨ªsica, hay dos ejemplos recientes. Tras varios minutos inconsciente por una patada que le dio Diaby en la cara en la victoria ante el Arsenal (2-1) en la Copa Curling, en febrero, esa noche se march¨® del hospital para acudir a la fiesta de sus compa?eros. Antes, a finales de diciembre, fue operado de una hernia de disco que le auguraba tres meses de baja. Volvi¨® a las seis semanas.
Terry es el cl¨¢sico h¨¦roe de la clase obrera, un chico de Barking que ve¨ªa a su padre jugar antes de que se fuera al pub y los dejase a ¨¦l y su hermano, Paul, con un bal¨®n. Es un central tradicional ingl¨¦s, en la l¨ªnea de Butcher o Adams, pero moldeado en un club m¨¢s internacional. Siempre destac¨® el profesionalismo de Zola o Desailly para su establecimiento en el equipo en 2001-02. Su infancia fue dura. No hab¨ªa mucho dinero en casa de sus padres, Sue y Ted. Proviene de la misma zona de Bobby Moore, pero vive lejos, en Oxshott, Surrey, morada de los jugadores del Chelsea. Entre sus admiradores, Jack Charlton, otro h¨¦roe del 66, que lo define as¨ª: "Hoy se aprecia mucho la creatividad, pero yo quiero ver una roca en el centro de la defensa como Terry".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.