De c¨®mico de la contracultura a fan¨¢tico del arte chicano
El actor Cheech Marin lleva sus fondos a una muestra en Madrid
Form¨® junto al canadiense de origen chino Thomas Chong la gran pareja c¨®mica contracultural de los setenta (Cheech y Chong), antes de estrenarse como director concienciado (Born in east LA, 1987) y de convertirse en uno de los actores fetiche de Robert Rodr¨ªguez. Ha sido, no obstante, otra faceta de su expansiva personalidad la que lo ha tra¨ªdo a Madrid: Cheech Marin (Los ?ngeles, 1946) posee la mayor colecci¨®n privada de arte chicano del mundo y parte de sus fondos nutren la exposici¨®n Pintores de Aztl¨¢n, inaugurada el pasado 29 de marzo en La Casa Encendida. El pr¨®ximo 16 de mayo se proyectar¨¢ en el ciclo de cine que acompa?a a la muestra su pel¨ªcula Born in east LA, comedia de alto mordiente social donde Marin interpreta a un chicano de tercera generaci¨®n deportado por error a Tijuana.
Cheech y Chong nacieron como pareja c¨®mica a finales de la d¨¦cada de los sesenta
"Me he interesado por el arte desde que ten¨ªa 11 o 12 a?os", afirma Marin, "de peque?o sol¨ªa ir a la biblioteca para pedir prestados libros de arte. Cuando empec¨¦ a ganar dinero, pude comprar obra original. Entr¨¦ en contacto con la obra de los artistas chicanos, que ocupaba un espacio muy marginal en la escena del arte contempor¨¢neo estadounidense, e intent¨¦ usar mi fama para divulgar su trabajo".
Marin impuls¨®, con la ayuda del comisario Ren¨¦ Y¨¢?ez, una muestra itinerante sobre el tema, bajo el t¨ªtulo de Chicano visions: American painters on the verge, que recorri¨® durante cinco a?os los principales museos de Norteam¨¦rica. "El arte chicano indaga en la identidad. No hay una escuela unitaria. Cada artista emplea una est¨¦tica distinta, pero todos hablan de la experiencia de ser chicano en Estados Unidos... La identidad chicana es interracial por naturaleza: los mexicanos surgen de la mezcla de indios y espa?oles; y el chicano, del mexicano y el norteamericano. Viven en perpetua evoluci¨®n: cada generaci¨®n se diferencia de la anterior", a?ade.
Parecen quedar muy atr¨¢s el momento en que, huyendo de un posible alistamiento para la guerra de Vietnam, Marin fue a parar a un local de Vancouver, el Shanghai Junk, donde bailarinas en top les, mimos y c¨®micos surgidos al amparo de la comunidad hippy actuaban bajo la batuta de Tommy Chong. La buena qu¨ªmica fue instant¨¢nea: Cheech y Chong nacieron como pareja c¨®mica a finales de los sesenta y el productor Lou Adler -nombre clave en las carreras de Sam Cooke, Carole King y The Mamas and The Papas- les ofreci¨® en 1972 el contrato discogr¨¢fico que les propulsar¨ªa al cielo de la fama. "Nuestras pel¨ªculas eran comedias que ya hablaban de la diversidad. ?ramos un chicano y un medio chino. El secreto de nuestro ¨¦xito fue convertir a esos personajes drogotas en tipos divertidos. Las pel¨ªculas no ten¨ªan otro argumento que nuestras dificultades para encontrar algo que fumar y colocarnos. Eran personajes que s¨®lo viv¨ªan en el aqu¨ª y el ahora. Su popularidad fue universal: unos amigos m¨ªos fueron encarcelados en Turqu¨ªa por traficar con estupefacientes. El recuerdo de El expreso de medianoche les ten¨ªa completamente atemorizados, hasta que se les ocurri¨® hacer una imitaci¨®n de Cheech y Chong para el resto de presos. Se convirtieron en los h¨¦roes del penal".
Optimista nato, el actor y director no cree que esa revoluci¨®n bufa cayera en saco roto: "La contracultura existi¨® el tiempo suficiente para propiciar un cambio. Toda esa filosof¨ªa fue asimilada por quienes hoy han hecho posible empresas como Apple, Microsoft o Nike. La cultura corporativa es hija de la contracultura". Marin ultima el gui¨®n de El Valley Forge, una nueva pel¨ªcula sobre la identidad chicana que tambi¨¦n planea dirigir. Un peque?o papel como sacerdote asesino en Grindhouse, de Quentin Tarantino y Robert Rodr¨ªguez, ha sido su m¨¢s reciente trabajo interpretativo.
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