No podemos gobernar por ti
?Es necesario hacerse odioso para proclamar el bien com¨²n? Todo el mundo responder¨ªa que precisamente lo contrario ser¨ªa m¨¢s cabal puesto que si el gobernante se muestra desp¨®tico, col¨¦rico, con la mirada inyectada en sangre lo esperable es que nos transmita miedo y malestar general.
As¨ª ocurre desde hace demasiado tiempo con la actual Direcci¨®n General de Tr¨¢fico (DGT) o concretamente con Pere Navarro, su tonante director, y las sucesivas campa?as publicitarias que ampara con indisimulado deleite.
Efectivamente la incorrecci¨®n de los conductores los hace responsables de una alta proporci¨®n de siniestros pero ?somos en realidad tan cerriles, tan suicidas o tan peligrosos que se hace necesaria representar la represi¨®n de nuestras acciones con profesionales caracterizados de torturadores y mediante discursos que juntan la agon¨ªa con el rato de tomar el sol?
Este se?or, Pere Navarro, invariablemente malhumorado, se ha fijado como meta rebajar de 100 las v¨ªctimas mortales en esta Semana Santa. De no ser desdichadamente as¨ª no le cabr¨ªa m¨¢s rumbo que presentar la dimisi¨®n. Con ello har¨ªa entender que su ferocidad no supon¨ªa sadismo sino encubiertos deseos de protecci¨®n. O, tambi¨¦n, que su humillante "no podemos conducir por ti" ven¨ªa a ser tan s¨®lo una iron¨ªa para cuidarnos mejor. De otro modo, concluiremos que le domin¨® el menosprecio por todos los seres humanos que no se hallaban empleados en su DGT.
Durante muchos meses las comunicaciones de Tr¨¢fico se han dedicado a exponer las diferentes modalidades de culpa en las que el odioso conductor incide y c¨®mo los muertos y heridos en carretera se correlacionan estrechamente con este insoportable "factor humano". Sin embargo, como ilustra el RACE, la gran mayor¨ªa de los accidentes tienen lugar en carreteras secundarias mal se?alizadas, en obras perpetuas, con pasos a nivel o en mal estado. Tambi¨¦n unos 800 motoristas mueren anualmente seccionados por las barreras quitamiedos y muchos m¨¢s sufren graves heridas y mutilaciones.
Los 8.000 agentes de tr¨¢fico de la Guardia Civil cumplen adecuadamente su cometido, pero efectivamente no pueden asfaltar, instalar alumbrados, mejorar la se?alizaci¨®n o redise?ar los trazados. Los directores generales en cambio s¨ª. ?Por qu¨¦ concentrar la tragedia en la conducta del conductor? Seguramente, porque su plasticidad al cambio es mayor, m¨¢s barata, m¨¢s inmediata o f¨¢cil. Pero, encima, proporciona, como secreci¨®n psicol¨®gica, un poder adicional a las autoridades del ramo.
Incluso a los empleados en torno al director general se les ha visto estas fechas declarando en televisi¨®n -entre ufanos y apenados- que ellos personalmente no puede conducir por nosotros. A lo que parece, el eslogan ha hecho tanta mella en los cargos que se consideran investidos de una facultad equivalente a aut¨¦nticos san crist¨®bales dispuestos a ocupar -si fuera posible- nuestros coches.
No parece de raz¨®n, sin embargo, que temperamentos tan sangu¨ªneos como el de Pere Navarro fueran ch¨®feres. Esta oficina tan afanada en delatarnos, amedrentarnos, castigarnos y deprimirnos no es una buena compa?¨ªa. ?Un tipo al volante?: potencial homicida. ?Una infracci¨®n?: el primer signo de la ignominia y el crimen.
Visto con sosiego no parece pues que la actual DGT sea nuestro protector ideal, y m¨¢s teniendo en cuenta la cantidad de buenas obras p¨²blicas que quedan por hacer.
El gusto por el gore o la truculencia, el brutalismo y el m¨¢ximo terror son acaso eficaces para grupos delirantes o enfermos pero ?no ser¨ªa m¨¢s digno dirigirse a los ciudadanos en general como seres con libre albedr¨ªo y sentido com¨²n?
"No podemos conducir por ti". Gracias a Dios que no pueden. Con gente as¨ª no merecer¨ªa emprender viaje a ninguna parte. Ni, por supuesto, resignarse a convivir en el mismo espacio donde se han ense?oreado obscenamente como insufribles agentes del miedo.
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