Examen alem¨¢n de conciencia
La proliferaci¨®n de la literatura de la memoria en Alemania est¨¢ estrechamente ligada al mundo de valores protestante: la noci¨®n de culpa y su confrontaci¨®n halla m¨¢s pie en una cultura en la que el examen de conciencia constituye un obligado ejercicio mental. Probablemente sea ¨¦sta una de las razones por la que en la narrativa y la poes¨ªa alemanas de la segunda mitad del siglo XX es m¨¢s preeminente -mucho m¨¢s que en la espa?ola del mismo periodo- la indagaci¨®n en las causas y repercusiones de los grandes desastres pol¨ªticos y sociales, provocados por el fascismo o por la dictadura socialista de la RDA. De hecho, la literatura de la RDA -al menos la que ha trascendido el estrecho marco de su sistema pol¨ªtico, es decir, la disidente- en gran parte basa su inusual repercusi¨®n social en su capacidad de reflexi¨®n cr¨ªtica sobre la responsabilidad del individuo en los fracasos colectivos.
UN D?A DEL A?O
Christa Wolf
Traducci¨®n de Carmen Gauger
Galaxia Gutenberg/C¨ªrculo de Lectores
Barcelona, 2007
616 p¨¢ginas. 35 euros
Nadie como Christa Wolf repre
senta este compromiso literario a punto de desaparecer, tanto en su elaboraci¨®n tem¨¢tica -la divisi¨®n de Alemania, el artista marginado en el socialismo de Estado, la verg¨¹enza del pasado nazi- como en su implicaci¨®n personal -miembro de las juventudes hitlerianas, fervorosa comunista y candidata del Comit¨¦ Central, disidente vigilada por la Stasi-. Recoger esta trayectoria en un libro se antoja imposible, y, sin embargo, Un d¨ªa del a?o se dir¨ªa que lo logra, mediante un procedimiento tan sencillo como eficaz: el voluminoso tomo surge de las descripciones de un solo d¨ªa del a?o, a lo largo de cuatro d¨¦cadas. Entre 1960 y 2000, la escritora anot¨® noticias pol¨ªticas y sucesos dom¨¦sticos, contemplaciones est¨¦ticas y preocupaciones de salud, problemas de "taller" y conversaciones literarias.
El resultado es un libro excep
cionalmente surtido y directo, que atrae precisamente por su mezcla indiscriminada de lo ¨ªntimo y lo pol¨ªtico. Al contrario de otros diaristas (masculinos) a Wolf no le interesa su imagen de intelectual preeminente, sino la pluralidad de sus experiencias cotidianas: una mujer que limpia la casa y lucha por estar cuanto antes en el escritorio, pero que no supedita el cumplea?os de las hijas a un congreso de partido o a un encuentro con Max Frisch. Mediante este recurso expl¨ªcitamente "femenino", Un d¨ªa del a?o reconstruye un trozo de realidad germano oriental incre¨ªblemente pl¨¢stico, id¨®neo para hacerse una idea de las dificultades de producci¨®n de una f¨¢brica de vagones, del trato cordial entre vecinos berlineses, de los enfrentamientos con el aparato del partido, o de las peripecias de un matrimonio con la cosecha de manzanas. Obviamente, la de Christa Wolf es una realidad muy distinta de la de sus colegas en la RFA, pero no s¨®lo por carecer -incluso una persona privilegiada como ella- de muchas comodidades, sino por estar repleta de esfuerzos, sobresaltos, reveses, p¨¦rdidas. La familia Wolf no vive simplemente en otro sistema pol¨ªtico y econ¨®mico que, pongamos, la familia Grass en la RFA; vive en otra dimensi¨®n del tiempo, ya que ¨¦ste parece extenderse en la tristeza y la desesperaci¨®n que depara a sus defensores.
Y defensora de la idea socialis
ta de la RDA permanece Christa Wolf hasta el final, aunque desilusionada por el predominio pol¨ªtico del funcionariado m¨¢s rancio. La contradicci¨®n que esto le supone impregna toda su obra y constituye su lado m¨¢s turbio. Aqu¨ª, sin embargo, queda despejado porque se tematiza abiertamente: "Pienso que nunca m¨¢s podr¨ªa sentirme en casa en ning¨²n otro sitio, si me fuese de aqu¨ª. Me pregunto qu¨¦ precio pago de modo inconsciente cada d¨ªa, un precio en esta moneda: no ver, no o¨ªr, o al menos callar", reflexiona en 1977, en relaci¨®n con las represalias desencadenadas tras la protesta contra la expatriaci¨®n del cantautor Wolf Biermann y la ola de emigraci¨®n de intelectuales que provoc¨®. Wolf opta por quedarse, y lo asombroso es que, en estas circunstancias paralizantes, mantenga una actividad intelectual y no se hunda en la resignaci¨®n como ocurre en los a?os ochenta a tantos escritores de la RDA: "El c¨®modo dejarse ir se ha apoderado de casi toda la gente que podr¨ªa ser creativa: quien se ve obstaculizado a lo largo de una generaci¨®n acaba d¨¢ndose por vencido".
En el prefacio de Un d¨ªa del a?o, la autora declara que su libro est¨¢ escrito contra la fuerza corrosiva del olvido. Para bien y para mal, este encargo, al que se entrega como a un deber moral, determina su estilo llano y su tono mortificado. No pretende sorprender con ideas nuevas ni con formulaciones brillantes. El diario impresiona por otras virtudes. Construye el autorretrato de una persona discreta, preocupada por el pr¨®jimo, nunca engre¨ªda con sus ¨¦xitos, que se impone con un recurso tan poco vistoso como el constante y riguroso examen de conciencia.
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