El hijo de Milkha
El otro Singh, primer jugador de la India en Augusta, conf¨ªa en romper el monopolio del cricket en su pa¨ªs
En Augusta est¨¢ compitiendo, y no lo hace mal, un jugador que se apellida Singh y no es el ganador del Masters de 2000, ni su hermano, ni su pariente cercano, ni siquiera un compatriota de Fiji; un golfista con dos drivers en la bolsa y no es Phil Mickelson; una persona m¨¢s conocida en su pa¨ªs por ser hijo de su padre que por sus m¨¦ritos y no es Butch Harmon, el gur¨² del swing cuyo padre, Claude, gan¨® la chaqueta verde en 1948. Y estos tres personajes se resumen en uno, en dos nombres, Jeev Milkha, y un apellido, Singh, de 35 a?os, el primer jugador de la India que ha logrado clasificarse para disputar el primer grande del a?o. "Voy camino, voy camino", dice Singh, quien tras el segundo recorrido, el Viernes Santo, marchaba empatado con Tiger Woods en +3, a cinco golpes del l¨ªder. "Pero a¨²n en mi pa¨ªs sigue siendo m¨¢s popular mi padre". En la India y tambi¨¦n fuera, al menos en la memoria de los viejos aficionados al atletismo, de los adoradores de las historias de los Juegos Ol¨ªmpicos.
Los Juegos Ol¨ªmpicos de Roma, en 1960, dejaron en el recuerdo infantil, en la imaginaci¨®n desbordada, dos im¨¢genes plenamente mitol¨®gicas. Una, la m¨¢s imborrable, fueron los pies descalzos de Abebe Bikila junto al Coliseo iluminado con antorchas durante el marat¨®n; la otra, m¨¢s ex¨®tica, la de un atleta indio de largas piernas, erizada barba, brazalete met¨¢lico en la mu?eca y largas melenas anudadas en espectacular coleta sobre la frente. Era Milkha Singh, el sij volador, el irredento punjab¨ª que termin¨® cuarto en la final de los 400 metros, lo que le caus¨® una pena infinita que m¨¢s de 40 a?os despu¨¦s a¨²n le taladra el ¨¢nimo.
"En mi vida ha sufrido dos grandes tragedias", escrib¨ªa Singh padre hace unos a?os. "Una fue la partici¨®n del Punjab [el desgajamiento en 1947 del moderno Pakist¨¢n], guerra en la que fueron masacrados mis padres; la otra, el no conseguir medalla en los Juegos de Roma, carrera de la que era el gran favorito y que perd¨ª s¨®lo por mi propia e inmensa culpa". Cuatro atletas batieron el r¨¦cord ol¨ªmpico en aquella final. S¨®lo uno, Singh, no consigui¨® medalla. Gan¨® el norteamericano Otis Davis, que tambi¨¦n bati¨® el r¨¦cord del mundo, con 44,9s. El error, el inmenso error, que cometi¨® Singh, despistado, pues corr¨ªa en la calle cuatro, de seis, y no ten¨ªa referencias de los rivales m¨¢s peligrosos, fue frenarse en la ¨²ltima curva, pues se ve¨ªa tan delante de todos que pensaba que iba demasiado r¨¢pido y que se quedar¨ªa sin fuerzas para la ¨²ltima recta. Le pasaron tres y al final le faltaron metros para remontar y le sobraron fuerzas para avergonzarse eternamente. "Retras¨¦ mi regreso a la India porque no me atrev¨ªa a aparecer y luego, yo, que nunca bebo, me emborrach¨¦ en el vuelo de vuelta", recuerda, aun amargo, Milkha Singh, quien pudo haber sido el primer h¨¦roe deportivo de la joven India, del gran pa¨ªs que tan pocos a?os llevaba independiente.
Las aspiraciones de su hijo, cuyas cuatro victorias en 2006 en los circuitos asi¨¢tico y europeo le colocaron entre los 50 primeros del mundo, no son tan elevadas, por lo que dif¨ªcilmente desencadenar¨¢n una tragedia interior similar. Ni siquiera piensa en que un ¨¦xito suyo pueda borrar la mancha de su padre, no. "Simplemente espero que mi actuaci¨®n en el Masters logre romper un poco la obsesi¨®n en mi pa¨ªs por el cricket, que se ha convertido en el deporte dominante", dice. Como poco, Jeev Singh, una demostraci¨®n viviente de la importancia de la herencia gen¨¦tica en el talento deportivo -su madre fue capitana de la selecci¨®n de voleibol india y sus hermanas son campeonas de nataci¨®n-, ha conseguido que por primera vez varios enviados especiales de la India hayan viajado hasta Augusta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.