"Las broncas entre Fidel y Ra¨²l eran de coger palco para verlas"
Fidel Castro es una fuerza de la naturaleza que coloc¨® a Cuba en la geopol¨ªtica mundial, fusil¨® y encarcel¨® a pedido de la revoluci¨®n, se desembaraz¨® de Ernesto Guevara cuando sospech¨® que habr¨ªa de traicionarle y no vacilar¨ªa en sacrificar a su hermano Ra¨²l, a quien abronc¨® frecuentemente, si le sorprendiera en alguna deslealtad. No le importa qui¨¦n vaya a sucederle. "Yo fui el ¨²nico que crey¨® en la posibilidad del comunismo cubano", afirma el comandante en La autobiograf¨ªa de Fidel Castro, de Norberto Fuentes, cuya segunda parte publicar¨¢ Destino a mediados de este mes. Lejos de enaltecer o denigrar a Castro, el autor cubano lo interpreta a partir del triunfo de su revoluci¨®n, en el a?o 1959. "Es la biograf¨ªa que ¨¦l no puede escribir sobre s¨ª mismo, no puede llegar hasta donde llego yo, con sinceridad, y con la libertad que tengo para hacerlo. Lo conozco bien. Estuve con ¨¦l, porque estuve en su revoluci¨®n. Si alguien le cogi¨® el pulso, fui yo", subraya el autor, residente en Miami, que dedic¨® buena parte de su vida a descifrar el pensamiento de Castro. La obra editada es voluminosa, 1.292 p¨¢ginas, acorde con la magnitud del personaje, que reflexiona en primera persona sobre los acontecimientos que le toc¨® vivir. ?Qu¨¦ hay de ficci¨®n en el libro? "S¨®lo la voz de Fidel".
El escritor afirma que los hechos narrados son ciertos y minuciosamente registrados
"El problema no est¨¢ en lo que ha hecho, eso lo sabe todo el mundo, sino en el porqu¨¦, en el c¨®mo"
"A Fidel le importa un carajo qui¨¦n venga despu¨¦s (...). Est¨¢ diciendo: 'Les dejo la papa caliente"
Norberto Fuentes (La Habana, 1943) perteneci¨® al entorno de notables del r¨¦gimen, y se le atribuye haber sido su comisionado en tareas pol¨ªticas y de inteligencia, hasta que en el a?o 1989 es detenido durante las redadas de la denominada Causa 1, que culminaron con el juicio y fusilamiento de un grupo de jefes y oficiales del Ej¨¦rcito y del Ministerio del Interior, acusados de corrupci¨®n y narcotr¨¢fico, entre ellos su buen amigo el coronel Antonio de la Guardia.
El escritor pudo salir de Cuba en el a?o 1994 gracias, entre otros factores, a la mediaci¨®n del premio Nobel colombiano y amigo de Castro Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez. Antes llev¨® a cabo una huelga de hambre y fue balsero. Fuentes evade en su libro "los lugares comunes sobre la revoluci¨®n y sobre Fidel: un dictador, un asesino con las manos manchadas de sangre... Por ah¨ª no vamos a ning¨²n lado. Se trata de entender un fen¨®meno, una fuerza de la naturaleza, que existe, que est¨¢ ah¨ª, que quedar¨¢ permanentemente en la historia".
Pregunta. Puede ser que su autobiograf¨ªa guste a Castro, ?no?
Respuesta. Le debe gustar en cierto sentido. Digo, si a¨²n conserva su sentido del humor. Y no es un libro que sea peyorativo. Es una interpretaci¨®n de su car¨¢cter. Es un trabajo v¨¢lido desde el punto de vista literario y de ensayo; sobre todo, del ensayo. Si coges la biograf¨ªa que Edmund Morris escribi¨® sobre Reagan (Dutch. A Memoir of Ronald Reagan, 1999), el autor introduce un personaje imaginario para poder explicar algunas cosas. Eso es mucho m¨¢s falso que asumir la historia verdadera y contarla desde la perspectiva de Fidel Castro porque el problema est¨¢ no en lo que ha hecho, que eso lo sabe todo el mundo, sino en el porqu¨¦, en el c¨®mo, en lo que estaba en su cabecita. Y, sobre todo, en lo que se desprende de conversaciones ¨ªntimas. De lo que ¨¦l me dec¨ªa, de lo que le dijo a Ra¨²l, de lo que le cont¨® a Aldana [Carlos Aldana, secretario ideol¨®gico del Partido Comunista de Cuba (PCC) hasta su defenestraci¨®n, en 1992], de lo que contaron otros, de lo que yo o¨ª de ¨¦stos, y de su propia actuaci¨®n.
P. ?Le ha resultado dif¨ªcil abordar su pensamiento, ponerse en su pellejo?
R. Bueno, yo no tengo su inteligencia. Es un hombre muy inteligente. Yo he tenido los resultados a la mano de lo que ¨¦l ha hecho, pero nunca pude prever, ni ten¨ªa la posibilidad de ver las cosas que ¨¦l vio. Y ¨¦l ve mucho.
P. ?No subyace en usted cierta admiraci¨®n por el personaje que recrea?
R. Si hay admiraci¨®n, es la admiraci¨®n que ¨¦l mismo se tiene. Y adem¨¢s con toda raz¨®n. ?l puede tenerse toda la admiraci¨®n que quiera.
P. Lo ha definido inteligente, pragm¨¢tico y vers¨¢til.
R. Es un hombre fundamentalmente pragm¨¢tico, una virtud de casi todas las revoluciones que han sobrevivido. Es ah¨ª donde ¨¦l se funde con la idea de la revoluci¨®n, con el concepto universal de la revoluci¨®n: todas las revoluciones van para adelante, para atr¨¢s, para la derecha, para la izquierda... Se adaptan al medio. No hay nada m¨¢s darwiniano que una revoluci¨®n. Y la cubana es leninista: una revoluci¨®n vale lo que sepa defenderse.
P. El inventario de virtudes ya se ha dicho. ?Y el de vicios?
R. Tiene muchos, pero ¨¦l mismo le dir¨ªa: ?por qu¨¦ mirar las manchas del sol? No vamos a valorar a Fidel Castro por sus vicios, sino por sus virtudes, por lo que ha sido su obra personal como gobernante. Yo dir¨ªa tambi¨¦n que el principal defecto es su educaci¨®n gansteril, y por eso resuelve algunas cosas como las resuelve. No duda en fusilar a quien la revoluci¨®n necesite fusilar.
P. ?Fueron tan acusadas las disputas entre Fidel y Ra¨²l?
R. Las broncas fueron de coger palco para verlas. La bronca ha sido siempre entre la ortodoxia de Ra¨²l, un ide¨®logo, un comunista, y la pragm¨¢tica audacia de Fidel, un luchador revolucionario con una obstinaci¨®n por el poder. En los a?os ochenta, Ra¨²l ten¨ªa grandes discusiones con Fidel sobre la perestroika (liberalizaci¨®n econ¨®mica) y los problemas econ¨®micos de Cuba. Ra¨²l era, y yo creo que lo sigue siendo, partidario de la perestroika y, de alguna manera, de la gl¨¢snost (transparencia). Las broncas corresponden a las luchas intestinas dentro de las fuerzas que mueven las revoluciones. Pero como la revoluci¨®n cubana tiene tendencia a ocultarlas, ganan importancia cuando son reveladas.
P. Fidel Castro dice en su obra: "Entre mi deliberado prop¨®sito de enviarlo a la muerte..." (en el Congo o Bolivia). Dura acusaci¨®n, ?no?
R. S¨ª, lo mand¨® a matar. Pero Fidel realmente salv¨® al Che porque convirti¨® a un traidor en potencia en un santo de la iglesia revolucionaria.
P. ?Es cierto que el Che temi¨® ser asesinado en Cuba?
R. S¨ª. Todas estas escenas del libro son rigurosamente ciertas, minuciosamente registradas, y vienen casi siempre de alguno de los personajes que est¨¢n ah¨ª sentados. En el caso de los temores del Che, lo puedo decir ahora porque la informaci¨®n viene de alguien que muri¨®: V¨ªctor Pina, un viejo comunista.
P. ?La URSS puente¨® a Fidel Castro en la crisis de los misiles?
R. Le sorprendi¨® la retirada de los misiles. Fidel siempre estaba exigiendo a Nikita Jruschov una declaraci¨®n p¨²blica de que hab¨ªa un pacto militar entre Cuba y la URSS para evitar lo que pas¨® despu¨¦s. Pero Nikita lo que quer¨ªa era monopolizar la crisis, que es lo que hizo y le qued¨® muy bien.
P. Castro escribe en su testamento que deja "la intrascendencia". No parece importarle qu¨¦ vaya a pasar tras su muerte.
R. A Fidel le importa un carajo qui¨¦n venga despu¨¦s. Apostar a lo que vayan a hacer las generaciones posteriores es una estupidez, es un problema de las generaciones futuras. Lo que est¨¢ diciendo es: "Yo les dejo esta papa caliente, yo he pasado cincuenta a?os con ella en la mano y ni me he quemado; y ustedes est¨¢n vivos por la enorme habilidad con que yo he sabido manejar este negocio. Somos hoy una potencia pol¨ªtica, Cuba cuenta en todos los foros y nadie nos puede pasar por alto".
P. ?Y qu¨¦ pasar¨¢ en Cuba tras su muerte?
R. Le voy a responder como Fidel Castro: es un problema de los que vengan. Cuando las revoluciones no son derrotadas, cuando no hay una restauraci¨®n contrarrevolucionaria, pasa lo que pas¨® en China, en la URSS o en Vietnam despu¨¦s de la muerte de Ho Chi Minh (1890-1969). Que son etapas que se van dejando atr¨¢s. Todo se va normalizando. El ¨²nico problema de Cuba hoy d¨ªa es el problema econ¨®mico, y eso se resuelve con dinero y con empresas mixtas y privadas.
Ra¨²l fusil¨® mucho
"(...) Ra¨²l. Mi hermano Ra¨²l. No creo que vaya a fusilar a m¨¢s nadie en lo que le queda de vida. Me refiero a que ¨¦l mismo vaya a dar el tiro de gracia. Ya est¨¢ muy viejo para esas historias. As¨ª que no creo que se me presente una nueva oportunidad para hablarle del asunto y hasta quiz¨¢ para recriminarle. Qu¨¦ manito dura la de ese hermano m¨ªo en los territorios guerrilleros puestos bajo su mando. No creo que nadie haya fusilado tanto en Cuba como ¨¦l. Y despu¨¦s del triunfo de la Revoluci¨®n, en enero de 1959, estando al frente de la provincia de Oriente, empez¨® con el ametrallamiento de unos periodistas, en un descampado, en las afueras de la ciudad. Lleg¨® un bulldozer, abri¨® una zanja, y otros en un ¨®mnibus del servicio p¨²blico, unos 70 en total, a los que apearon con un par de gritos, y ¨¢breles fuego ah¨ª mismo, con el mismo Ra¨²l dando la orden y ¨¦l mismo sacando la pistola y comenzando a abrir fuego a mansalva, de modo que sus 10 o 12 acompa?antes reaccionaron con cierto retardo y cada cual dispar¨® cuando estuvo listo, ora un rev¨®lver, ora una ametralladora, y luego empujando con los pies a los que hab¨ªan quedado con alguna extremidad fuera de la zanja, para que cayeran dentro completos, y cuando el bulldozer regresara a tapar y dar pis¨®n, no troceara los cad¨¢veres y se quedaran pedazos fuera. El peri¨®dico donde Ra¨²l hab¨ªa sacado a sus v¨ªctimas, m¨¢s que batistiano, era masferrerista (...)".
Desembarazarse del Che Guevara
"(...) Para m¨ª es f¨¢cil entender qu¨¦ ocurre con los bi¨®grafos del Che. Fallan en su apreciaci¨®n -sobre todo, en lo que respecta a la expedici¨®n del Congo y a la tragedia de Bolivia- porque, entre mi deliberado prop¨®sito de enviarlo a la muerte y la eficacia de la CIA en cazarlo, prefieren apostar por las capacidades de la CIA; nuestros adversarios, por babosos; nuestros amigos, por denostarla. Vean ahora todo lo que puedo ofrecer como conocimiento -uno de inmaculado apego a la verdad- sobre el episodio.
Hice lo imposible durante meses por que la CIA se enterara de que el Che estaba en el Congo, mas nunca se dieron por aludidos. Era yo el que les transmit¨ªa las se?ales, y no Lawrence Devlin (esp¨ªa de la CIA), ni un co?o, y no hubo forma de que reaccionaran. Una tarde di un pu?etazo contra mi bur¨® mientras sosten¨ªa mis concili¨¢bulos secretos con el comandante Pi?eiro, y exclam¨¦: '?Cojones, gallego, pero qu¨¦ gente m¨¢s ineficiente ¨¦sta, chico! ?Cu¨¢ndo rayos se van a enterar de que les tengo servido al argentino, que est¨¢ all¨ª a su disposici¨®n?'. Pi?eiro tambi¨¦n hab¨ªa hecho lo imposible desde la DGI (Direcci¨®n General de Inteligencia). S¨®lo le falt¨® colocar un rastro de mendrugos de pan desde Langley hasta el Alto Zaire (Congo). Desde luego, no pod¨ªamos hacerlo a las claras. Entonces es cuando decido leer la famosa carta de despedida del Che. En principio ten¨ªa como objeto cerrarle el regreso a Cuba (...)".
El testamento del comandante
Rep¨²blica de Cuba
Presidente del Consejo de Estado y del Gobierno
Compatriotas:
?Qu¨¦ les puedo dejar por fin? Creo recoger el sentido de todos ustedes cuando, en mi hora postrera, me decido, pues, a agasajarlos con el m¨¢s preciado objeto de sus deseos durante tantos a?os de inconveniencias y de las obligaciones que ha implicado el tratarse de t¨² con la gloria. Sencillo: les dejo la intrascendencia. La m¨¢s banal, la m¨¢s vac¨ªa, la m¨¢s desabrida.
Disfruten ahora en la molicie del olvido, s¨¢ltense el camino de la historia y el embrujo con que llevamos al mundo a las puertas del holocausto nuclear, con el que incendiamos un continente al sur de nosotros, pusimos de rodillas al imperio m¨¢s poderoso desde los or¨ªgenes de la humanidad, apenas a 90 millas al norte de Cuba, y con el que llevamos a nuestras tropas por toda el ?frica austral. Pero los entiendo. Ahora necesitan del disfrute de la paz, felicidad y prosperidad al que alud¨ªa Hegel cuando hablaba de los pueblos que son p¨¢ginas en blanco de la historia. ?No es eso lo que todos ustedes quieren? ?No es eso a lo que aspiran? Pues muy pronto lo tendr¨¢n, porque voy a morir. Es por ello que se la dejo completa, la intrascendencia. Toda la intrascendencia.
Hasta la victoria siempre.
Fidel Castro Ruz
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