Curas de barrio
En Madrid hay 360 parroquias y sus sacerdotes se sienten m¨¢s cerca de la gente que la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica
Al frente de la parroquia de Pan Bendito (Carabanchel) trabaja el p¨¢rroco Julio Yag¨¹e. ?l conoce de sobra a los curas de San Carlos Borromeo (Entrev¨ªas), a los que el arzobispado de Madrid ha prohibido dar misa por no atenerse a las reglas eclesi¨¢sticas. Con ellos ha compartido encierros y manifestaciones en los a?os ochenta contra el deterioro de los barrios por culpa de la droga.
La colonia de Pan Bendito tiene un 21% de poblaci¨®n inmigrante. "En la parroquia damos apoyo a los marginados, pero ellos tienen que enfrentarse solos a la vida", argumenta el sacerdote, de 59 a?os. Una mujer, Paula, interrumpe la conversaci¨®n. Est¨¢ buscando un sitio donde pasar la noche: sus hermanos la han echado de casa. El cura le da el nombre de varios albergues.
La parroquia tiene mucho trabajo: en el barrio hay gente trabajadora, pero tambi¨¦n droga y delincuencia. La mezcla de gitanos, payos e inmigrantes dificulta la convivencia. Como muestra, el cura ense?a una pintada enfrente del templo. Alguien escribi¨® primero: "Gitanos de mierda". Luego, otro la tach¨® y puso al lado: "Pallos de cagaos".
La iglesia de Pan Bendito tiene varios proyectos. Uno trabaja con menores para que no caigan en la droga. Tambi¨¦n hay talleres de reinserci¨®n laboral para chavales que han dejado los estudios. All¨ª aprenden dise?o gr¨¢fico por ordenador y arreglo de computadoras. Otros servicios que ofrece la parroquia son el de la b¨²squeda de empleo, la alfabetizaci¨®n o la ayuda a drogodependientes. "A los que est¨¢n en metadona todos los d¨ªas les damos algo que hacer, y tambi¨¦n hacemos un seguimiento a sus familias", explica Yag¨¹e, que muestra un Cristo tallado en un tronco por un drogadicto.
Yag¨¹e s¨ª que viste alba y estola y da hostias en la eucarist¨ªa. Pero cree que la liturgia tiene que adaptarse a la realidad, "con respeto", y que cada uno puede entender la fe como le apetezca. "Cada sacerdote trata de responder a su p¨²blico", se?ala. "Ten¨ªamos aqu¨ª una mujer, Mar¨ªa Jes¨²s, que hace unos seis meses fue hallada muerta en un banco de Arganzuela. Pues ven¨ªa a misa, con su aspecto desali?ado, y se sentaba en primera fila. Alzaba las manos al cielo y gesticulaba, y todos la respetaban", dice. ?l se sentaba muchas noches con Mar¨ªa Jes¨²s a hablar mientras ella beb¨ªa de su litrona.
A Julio Yag¨¹e, lo ocurrido con la parroquia de Entrev¨ªas le parece "poco sensato". "La Iglesia tiene que ser dialogante. Me duele ver a unos sacerdotes amigos m¨ªos sentirse mal. Ante la sociedad hay que dar ejemplo de di¨¢logo", critica el p¨¢rroco. Muchos parroquianos de Pan Bendito est¨¢n perplejos por la clausura de San Carlos Borromeo. "Hay gente que no entiende de profundidades teol¨®gicas, s¨®lo de que son atendidos en sus iglesias", opina Pedro G¨®mez.
El mismo des¨¢nimo corre entre los feligreses de la parroquia de San Atanasio, en Tetu¨¢n. "Los siguientes vamos a ser nosotros", teme una feligresa. El sacerdote Jos¨¦ Luis Morales, de 75 a?os, describe su parroquia "como un cacho de garaje". Y es que, efectivamente, el templo es un garaje que los feligreses comparten con un taller. En la puerta del local pone: "Parroquia de San Atanasio / Aluminios Vima". Y para entrar hay que bajar una cuesta y abrir una puerta met¨¢lica.
En esta iglesia sus parroquianos se vuelcan, entre otras acciones, en la ayuda social a los inmigrantes. Sobre lo ocurrido con el cierre de la parroquia de Entrev¨ªas, el sacerdote de este peculiar templo cree que, como los curas rebeldes, la liturgia tiene que adaptarse a la realidad social. En su misa, por ejemplo, no hay homil¨ªa "ni rollo del cura". "La gente comenta las lecturas desde lo que la palabra de Dios le dice al creyente, sobre c¨®mo repercute en su vida diaria", explica el sacerdote. ?l vivi¨® seis a?os en Per¨² y all¨ª estudi¨® el movimiento de la teolog¨ªa de la liberaci¨®n, al que pertenecen los curas de San Carlos Borromeo, y del que este sacerdote de Tetu¨¢n es "simpatizante y amigo". "La jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica est¨¢ satisfecha aplaudiendo el paternalismo con los marginados, el limosneo. Y les parece peligroso que se ponga a los marginados en el centro de la Iglesia", opina.
En Madrid hay 360 parroquias y 4 de cada 10 vecinos se consideran cat¨®licos practicantes, seg¨²n datos de 2006 del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS). Muchos madrile?os se han alejado de los templos al no sentirse identificados con la liturgia. Las iglesias de barrio buscan con sus signos sencillos volver a atraer a los feligreses. Estas comunidades de base surgieron despu¨¦s del Concilio Vaticano II, sobre todo en Am¨¦rica Latina. En Espa?a nacieron en los a?os setenta y ochenta como reflejo del movimiento latinoamericano y tuvieron su m¨¢ximo referente en la figura del padre Jos¨¦ Mar¨ªa Llanos, que luch¨® contra la marginaci¨®n en el Pozo del T¨ªo Raimundo. Una ¨¦poca que coincidi¨® con la entrada de la hero¨ªna en la vida de los j¨®venes de los barrios de la periferia. Los curas m¨¢s progresistas tomaron las parroquias de los barrios obreros para ayudar a los yonquis. Y tambi¨¦n sus madres, y a las mujeres maltratadas, y a los chavales que abandonaron la escuela antes de tiempo, y ahora a los inmigrantes. Mientras, se han ido alejando de la jerarqu¨ªa, aunque visto lo visto con Entrev¨ªas, muchos sacerdotes progresistas tienen miedo a represalias.
"Queremos otra Iglesia y ¨¦sta nos hace llorar", afirma Fabi¨¢n Fern¨¢ndez de Alarc¨®n, de 71 a?os y p¨¢rroco de Santa Mar¨ªa de Fontarr¨®n (Puente de Vallecas). Sorprende mucho que lo haga ¨¦l, precisamente un cura, pero seguramente representa el sentir de muchos compa?eros suyos. La Iglesia, entendida como la jerarqu¨ªa o el poder, est¨¢ alejada de la gente. ?sa es la principal conclusi¨®n tras una conversaci¨®n con ¨¦l. La causa del abandono de "muchos es la decepci¨®n que sufren" por la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica.
Con ¨¦l coinciden otros curas. Como Julio Lois, de la parroquia de Santo Tom¨¢s de Villanueva (Puente de Vallecas), que afirma: "Entrev¨ªas es la expresi¨®n de los problemas de la Iglesia". Rafael Rojo, p¨¢rroco de Canillejas, a?ade: "Si se cierra Borromeo por no hacer bien la liturgia, tendr¨ªan que cerrar otras 300 parroquias por lo contrario: por no cumplir su parte social".
Hostias de pan pag¨¨s
Fabi¨¢n, el p¨¢rroco de Santa Mar¨ªa de Fontarr¨®n, usa su t¨²nica blanca los domingos, pero no lo hace en determinadas eucarist¨ªas con ni?os y j¨®venes. Adem¨¢s, el pan que usa en las misas "es diferente al de las hostias normales". Y cuenta: "Para m¨ª lo importante es partir el pan. Hoy [Jueves Santo] he comprado un pan de pag¨¨s". En sus misas se trata de dialogar. "No s¨¦ si es at¨ªpico, pero es lo que hacemos", dice. Esa costumbre tambi¨¦n la sigue Julio Lois, de Santo Tom¨¢s de Villanueva: "Leemos la palabra de Dios y la gente reflexiona".
Fabi¨¢n se siente algo inc¨®modo si le preguntas por la liturgia antes que por la labor social de su parroquia. "Rehabilitaci¨®n de drogadictos, bolsa de empleo, talleres para chavales con problemas, escuela de adultos..." son algunas actividades en las que se implica Santa Mar¨ªa de Fontarr¨®n. Este cura acude "personalmente a ver a j¨®venes a la c¨¢rcel". Su ¨²nica queja: la diferencia entre prisiones. Mientras que en Soto del Real nunca tiene problemas para ver a chavales reclusos de su barrio, "en alguna prisi¨®n, que prefiero no nombrar, no me facilitan las visitas".
Fabi¨¢n recuerda cuando el barrio de Fontarr¨®n era un mar de chabolas. "Es un barrio de realojamiento y hab¨ªa muchos problemas de droga". Est¨¢ implicado en todas las actividades de su parroquia, pero tiene que delegar: "No puedo estar en todo".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.