La familia Soprano se despide
El final de la serie de HBO en Estados Unidos cierra una etapa modelo de futuras producciones televisivas
Pocas series han tenido un impacto tan extremo en la cultura televisiva como Los Soprano. Tony Soprano y su familia, en el sentido literal y mafioso de la palabra, han acompa?ado desde Nueva Jersey, con sus crisis, sus cr¨ªmenes y su ambig¨¹edad moral, a los telespectadores estadounidenses desde 1999. Pero ahora, con la temporada que arranca esta noche (y que en oto?o estrenar¨¢ en Espa?a Canal +, mientras que La Sexta programa actualmente la cuarta, los jueves a la 1.30), la vida de Los Soprano pasar¨¢ a la historia. Y para la cadena HBO, cuya era dorada comenz¨® a forjarse con la serie Sexo en Nueva York en 1998, alcanz¨® su apogeo con Los Soprano y culmin¨® con A dos metros bajo tierra -que dej¨® de emitirse en 2005, igual que Sexo en Nueva York-, se cierra una etapa dif¨ªcilmente repetible y que ha dejado una huella indeleble en la producci¨®n televisiva posterior.
Su creador se propuso hacer lo que siempre quiso "ver en televisi¨®n y nadie me daba"
Por un lado, la serie, concebida por David Chase y encerrada en el nicho de la televisi¨®n de pago -donde la violencia f¨ªsica, verbal y sexual es absolutamente expl¨ªcita-, descubr¨ªa para los telespectadores un nuevo universo en el que la posibilidad de entretener no estaba re?ida con la creaci¨®n de personajes elaborados, de dudosa moralidad, pero, precisamente por ello, atractivos. Tony Soprano y sus crisis vitales y emocionales, su relaci¨®n con su psiquiatra, con sus compa?eros de oficina y con su familia han hecho que millones de personas se identifiquen con ¨¦l, pese a la peculiaridad de un trabajo cuyas tareas incluyen amenazar, extorsionar y matar gente de vez en cuando. "Creo que la Mafia es el gancho para empezar a ver la serie. Pero si se quedan, ser¨¢ precisamente porque pueden identificarse con todo lo dem¨¢s", recordaba recientemente en la revista Vanity Fair el presidente de HBO, Chris Albright, quien se apoy¨® en esa teor¨ªa para apostar por Los Soprano cuando a¨²n era s¨®lo un proyecto y marc¨® el gol de su vida.
Se trata de la ¨²nica serie de televisi¨®n que ha sido programada en el cine del Museo de Arte Moderno de Nueva York. "Es una mezcla extraordinaria de an¨¢lisis psicol¨®gico y cartograf¨ªa social, estrafalaria, intensa, inolvidable", en palabras de Lawrence Kardish, del MOMA. Se la sit¨²a a la altura de El Padrino, de Coppola, o Uno de los nuestros, de Scorsese, y hasta el escritor Norman Mailer la ha alabado compar¨¢ndola con una buena novela. Ha acumulado decenas de premios, pero, sobre todo, Los Soprano ha creado escuela.
Los principales afectados por el ¨¦xito de la serie fueron los canales generalistas. No eran competencia directa de HBO, pero en sus mejores momentos Tony Soprano y familia llegaron a tener hasta 13 millones de telespectadores, todo un hito dentro de los canales de pago que oblig¨® al resto a plantearse qu¨¦ estar¨ªan haciendo mal. En 2001, Bob Wright, entonces presidente de NBC, enviaba un memor¨¢ndum con un cap¨ªtulo de la serie a toda la industria televisiva preguntando si un canal como el suyo podr¨ªa emitir un programa como Los Soprano. Desde HBO se entendi¨® como un ataque directo dirigido a conseguir la censura de la Comisi¨®n Federal de Comunicaciones. Pero esta semana Bob Wright explicaba en una entrevista en la revista Television Week: "Todos me preguntaban por qu¨¦ no hac¨ªamos una serie as¨ª, pero yo sab¨ªa que no se pod¨ªa. Es muy buena, pero nosotros no la pod¨ªamos usar". El lenguaje, la violencia y el sexo utilizado en Los Soprano hubieran provocado un cataclismo ante la audiencia estadounidense en abierto, argumentaba Wright.
Sin embargo, Los Soprano son mucho m¨¢s que lenguaje descarnado y violencia. "En las series la gente dice todo lo que piensa en todo momento. Pero en la m¨ªa mis personajes iban a mentir. Yo quer¨ªa hacer lo que siempre hab¨ªa querido ver en televisi¨®n y nadie me daba. No quer¨ªa hacer una serie sino una peque?a pel¨ªcula cada semana", declar¨® David Chase en Vanity Fair. Escogi¨® a actores no particularmente conocidos, pero con suficiente talento como para bordar personajes acosados por debilidades tan humanas como reales -y s¨ª, a veces estrafalarias-. Y film¨® cada cap¨ªtulo con el cuidado con el que se rueda una pel¨ªcula. Su ¨¦xito oblig¨® a las grandes cadenas a replantearse sus propias f¨®rmulas dram¨¢ticas.
Hoy, House es heredero directo de esa moral opaca que puso de moda Tony Soprano. Y el cinismo oscuro de series como Weeds, Dexter, The Wire o Deadwood tambi¨¦n tiene su germen en Los Soprano. The Shield, del canal FX, est¨¢ considerado el heredero m¨¢s directo de aquella serie, pero la cuesti¨®n es que incluso en canales tan poco adictos al riesgo como CBS se est¨¢n preparando lanzamientos como Skip Tracer o Swing Town, con los que esperan innovar, seg¨²n declar¨® en una reuni¨®n la presidenta de CBS, Nina Tassler: "Vamos a tirar a la basura las reglas y vamos a intentar contar las cosas de otra forma". Los Soprano se van, pero su legado ha quedado impreso en el ADN de la televisi¨®n.
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