V¨ªa crucis
Decid¨ª pasar la Semana Santa zapeado entre las televisiones italianas y espa?olas a ver qu¨¦ pasa. No s¨®lo se trataba de hacer penitencia transversal, sino de practicar ese m¨¦todo comparatista que arrasa en la cr¨ªtica literaria y cin¨¦fila. Mi primera conclusi¨®n es que, aunque se trate de una misma religi¨®n, una id¨¦ntica liturgia morada, un solo Vaticano, una intercambiable sociolog¨ªa creyente y cadenas distintas (aunque mayoritariamente dominadas por el mismo capital italiano), se trata de dos celebraciones sacras muy diferentes. Nuestras teles, empezando por los informativos, hac¨ªan penitencia mostrando procesiones, capuchas, saetas y capirotes, con la sangrienta Pasi¨®n de Mel Gibson o mucho cine hist¨®rico no s¨®lo romano; pero los colegas italianos no interrumpieron su programaci¨®n hasta el viernes, con el v¨ªa crucis de Benedicto XVI en el Coliseo retransmitido v¨ªa sat¨¦lite para 41 naciones.
Vista desde Italia, la Semana Santa no existe a pesar de que el tono de sus programas fr¨ªvolos baj¨® muchos puntos en cuanto a esa exhibici¨®n de biquinis, wonderbras y muslos rotundos que la hicieron c¨¦lebre. Ahora bien, las tres teles espa?olas de influjo italiano (porque TVE a¨²n sigue bajo la influencia larga de su nunca mencionado autor, el vaticanista y opusde¨ªsta Ettore Bernabei) lograron la haza?a de combinar las procesiones andaluzas con la cr¨®nica rosa, que es nuestro indiscutible "espec¨ªfico televisivo".
La no presencia de la duquesa de Alba en la madrug¨¢ de Sevilla se convirti¨® en la gran noticia cotilla. Y no me pregunten c¨®mo, pero la saga Ord¨®?ez, a partir de la presencia de Cayetano y hermano como costaleros, deriv¨® hacia un novio ex drogadicto de Carmina, y as¨ª, en l¨ªnea recta, al final de ese bucle Ord¨®?ez que ya no puede faltar en ninguna salsa rosa.
Hasta que lleg¨® el v¨ªa crucis a poner orden v¨ªa sat¨¦lite. Nada de madrug¨¢s, costaleros del coraz¨®n, v¨ªrgenes y saetas. Lo que ahora se lleva en el Vaticano es la dura escenograf¨ªa Cinecitt¨¤ del Coliseo, la vindicaci¨®n de Mar¨ªa Magdalena y el canto gregoriano. Se est¨¢ mascando la nueva herej¨ªa cat¨®lica y, como casi siempre, ser¨¢ lit¨²rgica.
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