La clase magistral de Tom Waits
El cantautor estadounidense participa en el festival de cine independiente de Buenos Aires
"Algunos dicen que las canciones son como los hijos. Nada que ver. Yo tengo hijos: cr¨¦anme, las canciones son m¨¢s sencillas", brome¨® la noche del s¨¢bado, en el teatro Alvear de Buenos Aires, el m¨²sico Tom Waits (Pomona, California, 1949) ante 901 seguidores -entre ellos, el jefe de gobierno de la ciudad, Jorge Telerman- que copaban, festejando con aplausos cada iron¨ªa del autor de Bon machine (1982), las butacas rojas del lugar.
Vestido de negro del sombrero a los pies, en lo que se promet¨ªa como una clase magistral sobre cine y m¨²sica y termin¨® en entrevista p¨²blica, Waits y su voz, profunda y ¨¢spera como las historias de solitarios, vagabundos y prostitutas que suele cantar, fueron las estrellas del 9¡ã Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI), 12 d¨ªas de marat¨®n cin¨¦filo que concluyen el pr¨®ximo domingo y que aspiran a superar los 234.200 participantes de 2006.
"?Esta cola es para ver a Tom Waits?", preguntaba en castellano de ocasi¨®n un sesent¨®n turista estadounidense suelto en la calle Corrientes, ante la hilera de dos manzanas que hac¨ªa guardia frente a las puertas del teatro una hora antes del acto. "G¨®cenlo", aconsejaba, "yo nunca pude verlo en mi pa¨ªs: hace muy pocos tours".
Cuando el m¨ªtico cantante apareci¨® sobre el escenario del Alvear, 40 minutos despu¨¦s de lo previsto, y salud¨® con un "hola", todav¨ªa quedaba gente aullando en la calle, que -peor es nada- pudo seguir sus palabras gracias a una pantalla gigante y disfrutar, sobre el final de la hora y veinte minutos que dur¨® el encuentro, los dos temas que interpret¨® al piano: You can hold back spring, la canci¨®n que compuso para El tigre y la nieve, filme de Roberto Benigni, y el cl¨¢sico Tom Traubert's blues.
Si no una clase, la de Waits fue s¨ª una inspirada seguidilla de an¨¦cdotas que delinearon su largo amor¨ªo con el cine. Un entramado en el que se mezclan 25 papeles actorales ("no me considero un actor, pero me gusta actuar en pel¨ªculas") y la composici¨®n de bandas sonoras memorables como la de Corazonada (1982), de Francis Ford Coppola, a quien defini¨® como "uno de los grandes de todos los tiempos".
?C¨®mo llega uno a componer para cine?, le preguntaron los dos periodistas encargados de escoltar al hombre de la voz de trueno esa noche. "Por lo general, alguien llega sin dinero, con una pel¨ªcula que tiene problemas y que quiere salvar con una canci¨®n", despach¨® Waits casi sin respirar. "Otras veces, en cambio, una canci¨®n puede iluminar un filme. En verdad, no s¨¦ bien c¨®mo funciona", sostuvo, pero ejemplific¨®: "Creo que eso pas¨®, por ejemplo, con Innocent when you dream, la canci¨®n que compuse para Smoke (1994), el filme de Wayne Wang con gui¨®n de Paul Auster. "La verdad es que uno escribe las canciones cuando ellas quieren que las escribas. Vienen y te molestan cuando est¨¢s haciendo cualquier otra cosa. A veces insisten hasta que dejas de hacerlo y te pones con ellas. Otras, desaparecen y la canci¨®n la escribe otro", sostuvo este inquieto patriarca de la libertad creativa que desde su primer ¨¢lbum, Closing time (1973), le regal¨® a su voz melanc¨®lica estaciones de blues, rock, jazz, folk, baladas y m¨²sica experimental.
Rengl¨®n aparte merecieron sus recuerdos como telonero de Frank Zappa en los setenta ("Frank me estaba usando como term¨®metro rectal para medir la temperatura de su p¨²blico, absolutamente fan¨¢tico"), su opini¨®n sobre Johnny Cash ("despu¨¦s de que ¨¦l graba una canci¨®n tuya tienes que encontrar otra raz¨®n para vivir") y su encuentro y trabajo con el escritor William Burroughs ("estaba fascinado por tres temas: armas de fuego, insectos y reptiles, en ese orden. Si llevabas la conversaci¨®n por ah¨ª, te parec¨ªa incluso que le ca¨ªas bien. Pero no hab¨ªa que hacerse ilusiones: lo ¨²nico que le gustaba en verdad eran las armas, los insectos y los reptiles").
Casi sobre el final, Waits imagin¨® un rostro sonoro para su propia eternidad: "Lo bueno de la m¨²sica es que, tras la grabaci¨®n, si uno muere, el disco sigue estando y la gente responde a esos tres minutos. Cosas que escuch¨¦ y cambiaron mi vida pasaron en un estudio, digamos... hace 90 a?os. Grabar es tomar algo de uno y ponerlo en un lugar seguro".
Babelia
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