La fuerza del canon
La fuerza del canon aparece en la serena obstinaci¨®n de los artistas m¨¢s grandes. Sus particularidades est¨¦ticas y su fecundidad encarnan la "ley" de la totalidad, y su autoridad es infalible, pues representan la cabeza y el coraz¨®n, en lugar de otras v¨ªsceras. "Piensa con los sentidos. Siente con la mente" es el lema de Robert Storr para la 52? edici¨®n de la Bienal de Venecia. Un pensamiento que conlleva un irresistible atractivo est¨¦tico: si somos capaces de apreciar los impulsos de autosatisfacci¨®n, dado que est¨¢n moldeados por la raz¨®n, sabremos promover inconscientemente el bien com¨²n. Un sentimentalismo moralista, el de la ¨¦tica, est¨¦tica y pol¨ªtica arm¨®nicamente relacionadas. Y no est¨¢ mal, en una ¨¦poca de creciente estetizaci¨®n de la vida social.
Seleccionar a Daniel Buren, Louise Bourgeois, Giovanni Anselmo, Sophie Calle, Valie Export, F¨¦lix Gonz¨¢lez-Torres, Jenny Holzer, los Kabakov, Ellsworth Kelly, Martin Kippenberger, Sol LeWitt, Bruce Nauman, Raymond Pettibon, Sigmar Polke, Gerhard Richter, Susan Rothenberg, Robert Ryman, Fred Sandback, Nancy Spero, Philippe Thomas, Lawrence Weiner, Franz West o Elisabeth Murray puede sonar amargamente pesimista o sorprendentemente optimista, seg¨²n si se juzga con los sesos o con el miocardio. Por no hablar del otro tercio de artistas habituales de estos poco idiosincr¨¢ticos acontecimientos art¨ªsticos: Steve McQueen, Francys Al?s, Yan Fudong, Pierre Huyghe, Guillermo Kuitca, Philippe Parreno, Dan Perjovschi, Jason Rhoades, Nedko Solakov, Kara Walker o Yang Zhenzhong. Adem¨¢s, con la selecci¨®n de un buen pu?ado de autores de Latinoam¨¦rica y ?frica, el antiguo director del departamento de escultura y pintura del MoMA fantasea con las disidencias, ahora que los museos est¨¢n espec¨ªficamente creados para dotarse de stocks ideol¨®gicos.
Storr afirma que ha querido hacer "una muestra que mira al futuro y no al pasado". Sin una l¨ªnea program¨¢tica, sin especial atenci¨®n a un determinado formato, ha ideado para esta bienal un tiempo vegetativo, que condena a las grandes firmas del arte a seguir existiendo como una planta, y al resto de los artistas, encumbrados o no, a contribuir con su obra a una epifan¨ªa. "Las epifan¨ªas ocurren, pero no duran", a?ade el comisario. Es el ennui de Baudelaire, el tictac alej¨¢ndose del cron¨®metro que todav¨ªa corre.
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