El lenguaje de las caricias
No es s¨®lo un placer; acariciar y ser acariciado es tambi¨¦n una necesidad para nuestro bienestar, equilibrio y desarrollo. Las caricias son un lenguaje rico y sofisticado. Un extraordinario c¨®digo de comunicaci¨®n tan elocuente o m¨¢s que las palabras, ya que nos permiten acercarnos al otro y crecer en la expresi¨®n del amor. Hay caricias que consuelan y las hay que alientan. Otras alivian, algunas reconocen, las hay que desatan el deseo. Hay caricias vestidas de pasi¨®n y las hay con sabor de amistad y ternura. Las caricias expresan un rango ampl¨ªsimo de significados: gratitud, compasi¨®n, esperanza, reconciliaci¨®n, complicidad, perd¨®n... Porque nacen tanto del instinto m¨¢s arcaico que busca el contacto con el otro para saberse protegido, como de la expresi¨®n de la conciencia m¨¢s elevada y entregada al otro.
Precisamente porque en la caricia convive lo animal y lo humano, nos recuerda que somos piel, que somos materia, pero tambi¨¦n nos abre la puerta a momentos de trascendencia. Quiz¨¢ por ello, dec¨ªa Paul Val¨¦ry que lo m¨¢s profundo que tenemos es la piel: el recuerdo de los mimos y arrullos de la madre, de los abrazos del padre, de los besos y caricias del ser amado, el tacto de la piel de nuestros hijos forma parte de las memorias m¨¢s valiosas que nos acompa?an. Tambi¨¦n la caricia que nos brinda la naturaleza: el tacto de la tierra, los pies sobre la hierba, la caricia del agua, el manto del cachorro, los pasos en la arena… Nos relajan, despiertan la paz interior y la alegr¨ªa porque nos remiten a lo esencial.
Cuando es sincera y deseada, la caricia transforma. En el juego amoroso y en la lujuria desatada nos transporta al movimiento, al ardor, al entrelazamiento, al cl¨ªmax y a la relajaci¨®n dichosa. En la ternura, nos conmueve y emociona. En la amistad, nos une y nos hace c¨®mplices. Incluso la paz y la buena voluntad se manifiestan en el encuentro de dos manos que se enlazan en el tacto de la caricia. Tambi¨¦n en el dolor y durante el duelo, el mimo y el abrazo del ser amado hacen soportable la p¨¦rdida porque apuntalan el alma herida. Las caricias abren adem¨¢s la puerta a la conciencia de nuestro cuerpo. ?Conocemos los matices y el infinito espectro de sensaciones que puede despertar la caricia del ser amado? ?Conocemos en detalle la piel de nuestra pareja, del ser querido o deseado con el que nos sumergimos en contacto ¨ªntimo? M¨¢s bien no. En general conocemos poco nuestro cuerpo, y a¨²n menos el del ser amado. En ¨¦l existe un universo que jam¨¢s acabaremos de explorar, porque el tiempo, adem¨¢s, aporta nuevas dimensiones y sensaciones que matizan y ampl¨ªan continuamente la experiencia de reconocimiento del cuerpo de la persona amada.
Frente a la comunicaci¨®n a distancia y a la sobresaturaci¨®n de est¨ªmulos disponemos de caricias, tacto, contacto y ternura. Muestras de afecto en el cuerpo a cuerpo en lugar de tanto tel¨¦fono m¨®vil, Internet, televisi¨®n… Quiz¨¢ hoy, buena parte de los problemas de salud psicol¨®gica y f¨ªsica que estamos viviendo en una sociedad cada vez m¨¢s estresada y bul¨ªmica son gritos desesperados de nuestros cuerpos, que, llevados por una inteligencia arcaica, esencial y profunda, reclaman ver satisfecha su necesidad de encuentro ¨ªntimo con el otro. Una intimidad que no es s¨®lo o necesariamente encuentro sexual, sino, ante todo, necesidad de encuentro sincero, de amor. ?Y si, en lugar de atiborrarnos diariamente de banalidades, historias ajenas o pasatiempos de escaso valor emocional e intelectual, nos sumergi¨¦ramos en los matices de la caricia? Sin duda, el mal humor, la depresi¨®n, la angustia e incluso la tristeza descender¨ªan dr¨¢sticamente. "Haz el amor y no la guerra", rezaba el eslogan pacifista, y no estar¨ªa de m¨¢s retomarlo.
Porque acariciarnos estimula las endorfinas que nos hacen m¨¢s soportable el dolor, am¨¦n de aportarnos una profunda sensaci¨®n de bienestar. Si crecemos en ausencia de contactos afectuosos, nuestros cerebros tender¨¢n a tolerar poco el estr¨¦s, la ansiedad y el dolor. Es el significado que acompa?a a la caricia, el deseo de abrir la puerta al placer, lo que hace que el vello se erice, que el escalofr¨ªo surja y la emoci¨®n se despliegue.
Una caricia puede llegar a ser el ¨²nico medio para expresar lo innombrable. Porque la caricia ya habla incluso antes de manifestarse. Est¨¢ ya presente en su intenci¨®n. Como lo expres¨® Mario Benedetti: "Como aventura y enigma / la caricia empieza antes / de convertirse en caricia". Luego, la invitaci¨®n a la que llegamos es simple: podemos incluir en el espectro de nuestro lenguaje con nuestros afectos el gesto amable, conciliador y tierno de las caricias. Podemos elegir incluir en nuestro alfabeto comunicativo y en nuestra dieta emocional una saludable dosis de ternura a trav¨¦s de la piel. ?C¨®mo realizarlo, c¨®mo podemos comunicarnos mejor con los que amamos? La respuesta, tal cual, est¨¢ en nuestras manos.
?lex Rovira Celma es profesor de Esade, conferenciante y escritor.
Sugerentes reflexiones sobre las emociones
Una lectura sumamente recomendable y que nos invita a retomar las caricias como lenguaje de comunicaci¨®n es el libro del doctor Sebasti¨¤ Serrano titulado 'Los secretos de la felicidad'. Una obra que habla de afectos, lenguaje, caricias, dieta comunicativa, deseos, equilibrio y desequilibrio comunicativos, conversaciones, motivaci¨®n e inteligencia... Y que brinda sugerentes reflexiones sobre el mundo de la comunicaci¨®n y de las emociones.
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