Choque de vientos
La falta de brisas aplaza la primera jornada de regatas en la Copa Louis Vuitton
La cr¨®nica deportiva dejo paso ayer al parte meteorol¨®gico en la Copa del Am¨¦rica. Mientras el mundo de la vela esperaba los primeros duelos de la Copa Louis Vuitton, los tripulantes se chuparon el dedo ¨ªndice, lo elevaron sobre sus cabezas y confirmaron sus temores: el famoso viento de Valencia, el tesoro que la ciudad hab¨ªa vendido al Alinghi para superar a 50 puertos en su lucha por ser sede de la competici¨®n, hab¨ªa desaparecido. Nada, apenas seis o siete nudos como mucho, y muy inestable. Tan pronto soplaba de noroeste como se deten¨ªa en seco y arrancaba en direcci¨®n contraria. Los barcos partieron de sus bases a las 12.30 y m¨¢s de cuatro horas despu¨¦s regresaron decepcionados por no poder competir. Tres a?os entren¨¢ndose y no hay viento.
El Comit¨¦ de Regatas aplaz¨® los enfrentamientos de ayer hasta el viernes, d¨ªa de reserva, al no cumplirse el requisito para dar el banderazo de salida: vientos entre 7 y 23 nudos registrados durante un m¨ªnimo de cinco minutos en una de las balizas del campo de regatas. Los vientos valencianos desaparecieron el peor d¨ªa, con miles de personas inundando el puerto -20.000 el s¨¢bado, 27.000 el domingo, otras 50.000 ayer, y dos millones desde que se abri¨® al p¨²blico-. "Pero ya lo hab¨ªamos previsto, entraba el anticicl¨®n", explica Nacho Braquehais, experto en vientos del Luna Rossa. M¨¢s que un duelo de embarcaciones, el campo de regatas fue el escenario de un choque de corrientes: el viento de gradiente, generado a unos 200 metros de altitud, y la suave brisa marina. "Chocaron porque no son de la misma direcci¨®n y se neutralizaron. Esper¨¢bamos un poquito m¨¢s de viento", a?ade Braquehais. Sentado en la sala de invitados del Luna Rossa, mira al cielo y lanza una predicci¨®n: "Ma?ana [hoy] ser¨¢ mejor. El viento de gradiente se va a mover en la misma direcci¨®n que la brisa, se juntar¨¢n". La actriz Demi Moore pasa en ese momento por delante del navegante. Silencio.
Braquehais se cri¨® navegando con su familia en Valencia. As¨ª que conoce las brisas del lugar mejor que nadie. Por eso recibi¨® en 2003 el encargo de elaborar el informe meteorol¨®gico para encantar al Alinghi. Entre mayo y julio, midi¨® cada movimiento y present¨® un argumento muy s¨®lido. Durante los tres meses de competici¨®n, se puede navegar en el 95% de los d¨ªas.
Cuatro a?os despu¨¦s, la temperatura del planeta ha aumentado y el tiempo se ha vuelto casi impredecible. El cambio clim¨¢tico ha elevado la temperatura del agua y reducido por lo tanto el contraste con la temperatura de la tierra. Conclusi¨®n: se generan menos brisas. Desde que Valencia fue nombrada sede, el r¨¦gimen de vientos ha descendido progresivamente cada a?o. "La tierra no estaba lo suficientemente caliente para crear una brisa", explica Maximino Casares, meteor¨®logo del Desaf¨ªo Espa?ol, que particip¨® en las ediciones de 1995 en San Diego y 2000 en Auckland. "La direcci¨®n cambiaba mucho, sub¨ªa y bajaba, de una direcci¨®n a otra, el rumbo no estaba estable, no hab¨ªa intensidad. En primavera las brisas no est¨¢n tan claras como en verano, cuando la temperatura del agua est¨¢ entre 22 y 23 grados y la de la tierra est¨¢ por encima de los 30. Entonces la diferencia de temperatura es mayor y se crean m¨¢s brisas", a?ade.
"Es lo bonito de este deporte, que el tiempo es imprevisible", cuenta Braquehais. Junto a un meteor¨®logo y un navegante de su equipo, estudi¨® ayer desde un barco de apoyo la informaci¨®n que emiten todas las boyas para descifrarla. "Estamos en cambio de estaci¨®n y es normal que el tiempo sea tan inestable. Pero en Nueva Zelanda, en la pasada edici¨®n, se perd¨ªan m¨¢s de la mitad de los d¨ªas por falta de viento, casi un 53%. En cambio en Valencia se pierden much¨ªsimos menos y todas los actos acaban en sus plazos. En la regata de flota s¨®lo se perdi¨® un d¨ªa", argumenta Luis S¨¢enz Mariscal, abogado del equipo italiano y experto en la competici¨®n. "En Nueva Zelanda hab¨ªa un campo de regatas con miles de islas volc¨¢nicas negras que absorb¨ªan el viento. Era casi un lago de islas", cuenta Casares. "Faltaba informaci¨®n. S¨®lo hab¨ªa una boya en el campo de regatas", a?ade. En Valencia hay 22. Pero sin viento.
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