El argumento m¨¢s tr¨¢gico para el control de las armas
El debate sobre el derecho constitucional a poseer armas de fuego resurge cada cierto tiempo en EE UU por incidentes como el de ayer
El horror irracional de la Universidad Polit¨¦cnica de Virginia, donde 32 personas murieron ayer a manos de un solo individuo armado, mueve inmediatamente a esta sociedad -a cualquiera-, a preguntarse sobre sus principios y sus leyes, sus metas y sus fracasos. ?Qu¨¦ hemos hecho mal para que una persona, uno de nosotros, sea capaz de cometer una salvajada de tales proporciones? En Estados Unidos, esa pregunta -que, desgraciadamente, surge cada cierto tiempo por culpa de sucesos similares, aunque de menores proporciones al de ayer- conduce inexorablemente a un debate sobre el derecho constitucional a poseer armas de fuego.
Es tan f¨¢cil de entender que, sin pistolas o fusiles, la matanza de ayer hubiera sido mucho m¨¢s dif¨ªcil de consumar, que a veces cuesta trabajo explicar c¨®mo es posible que las armas sigan siendo legales en la mayor y m¨¢s poderosa democracia del mundo.
Casi la mitad de las familias estadounidenses tienen rifles o pistolas para protegerse
Los grupos de presi¨®n contribuyen con millones de d¨®lares a las campa?as pol¨ªticas
Se puede esgrimir que una persona con voluntad de matar puede encontrar otros instrumentos, legal o ilegalmente, para cumplir su prop¨®sito. Pero es innegable que el f¨¢cil acceso a las armas de fuego facilita enormemente esa siniestra tarea. Con armas de fuego se cometi¨® una de las ¨²ltimas matanzas que estremecieron a los norteamericanos, los 14 muertos del instituto de Colombine en 1999. Con armas de fuego se cometi¨® la ¨²ltima gran matanza en una universidad, los 15 muertos de la Universidad de Tejas en 1966. Con armas de fuego se producen casi todos los d¨ªas actos de venganza o de castigo en el puesto de trabajo o en el hogar. Y con armas de fuego mueren al a?o m¨¢s de 10.000 personas en Estados Unidos, seg¨²n las ¨²ltimas cifras oficiales disponibles.
Casi la mitad de las familias estadounidenses guardan en alg¨²n armario uno o varios rifles o pistolas con los que protegerse de posibles agresores. Uno de cada tres estadounidenses mayores de edad posee legalmente un arma.
Todos los intentos de algunos pol¨ªticos y de algunos activistas sociales de poner fin a esa pr¨¢ctica y eliminar o reducir la venta de armas se han estrellado con otros pol¨ªticos y activistas m¨¢s poderosos y mejor apoyados que lo han impedido.
La posesi¨®n de armas de fuego est¨¢ amparada por la Segunda Enmienda de la Constituci¨®n de Estados Unidos: "Una milicia bien regulada es necesaria para la seguridad de un Estado libre, el derecho del pueblo a guardar y poseer armas no puede ser violado". Muchos ven en esa frase una referencia a las necesidades de la lucha por la independencia, sin ¨¢nimo de extenderse intemporalmente. Pero el Tribunal Supremo no ha amparado nunca esta interpretaci¨®n y sigue siendo, por tanto, la base sobre la que act¨²an los grupos que defienden el derecho a la posesi¨®n de armas.
El principal y m¨¢s famoso de ellos es la Asociaci¨®n Nacional del Rifle (NRA, en sus siglas en ingl¨¦s), uno de los m¨¢s influyentes grupos de presi¨®n del pa¨ªs. La NRA ha contribuido en los ¨²ltimos 15 a?os con 14 millones de d¨®lares (10,3 millones de euros) a las campa?as pol¨ªticas y ha gastado m¨¢s de 22 millones de d¨®lares en campa?as de comunicaci¨®n y publicidad. Un 85% de esas cantidades han sido para candidatos del Partido Republicano. En ese mismo periodo, el principal grupo a favor del control de armas, la Campa?a Brady para la Prevenci¨®n de la Violencia de las Armas, gast¨® algo m¨¢s de tres millones de d¨®lares, de los cuales un 94% fue a favor del Partido Dem¨®crata.
La NRA gasta unos 11 millones cada cinco a?os -as¨ª es el periodo en que se calcula- en las gestiones de influencia pol¨ªtica sobre los legisladores que se conocen como lobby en Washington. Otro grupo similar, Gun Owners of America, dedica 18 millones a esa misma labor. La Campa?a Brady emplea 580.000 d¨®lares.
Ello explica en parte que la ¨²ltima ley contra las armas fuese aprobada por el Congreso en tiempos de Bill Clinton, en 1994, y que se limitase a la prohibici¨®n de 19 modelos espec¨ªficos de armas de guerra.
El resto de la explicaci¨®n a la resistencia a la prohibici¨®n de las armas hay que buscarla en la tradici¨®n estadounidense, en eso que se conoce gen¨¦ricamente como "cultura de las armas", y que remite al pasado de un pueblo que se forj¨® en la supervivencia por medio de la caza y en la defensa de sus familias por sus propias manos, sin esperar la asistencia de un Estado lejano.
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