?Qu¨¦ podemos aportar los economistas?
Si me preguntaran cu¨¢l considero que es el ¨¢mbito en el que el an¨¢lisis econ¨®mico tiene una aplicaci¨®n emp¨ªrica m¨¢s evidente, creo que me quedar¨ªa con la gesti¨®n medioambiental. Por supuesto que hay ¨¢reas en las que la econom¨ªa ha tenido un claro y mayor protagonismo, como la empresa, las finanzas o el crecimiento; pero hay algunos factores que concurren en el medio ambiente, como la escasez, la transversalidad y la urgente necesidad de actuar, que lo sit¨²an en el centro del debate econ¨®mico actual.
De las muchas definiciones que estudi¨¢bamos en nuestros a?os de estudiantes en Sarriko, sobre qu¨¦ era la econom¨ªa, yo me qued¨¦ con dos. La primera era muy simple y quiz¨¢s por eso me gust¨®: "Econom¨ªa es lo que hacen los economistas". Mucho antes del despegue de la econom¨ªa ambiental hacia 1960 (Ronald Coase. The Problem of Social Cost), en la d¨¦cada de los 20 del siglo pasado, uno de los grandes economistas de todos los tiempos, Arthur C. Pigou, ya escrib¨ªa sobre la fiscalidad de la contaminaci¨®n ambiental -los famosos impuestos pigouvianos- como elemento necesario para alcanzar asignaciones eficientes (The Economics of Welfare. 1920). En la Actualidad, Nicholas Stern junto con la colaboraci¨®n de muchos economistas ilustres y teniendo en cuenta una ampl¨ªsima investigaci¨®n multidisciplinar escribe el reciente (octubre 2006), pero ya famoso y reconocido informe Stern Review on the economics of climate change. No cabe duda, el medio ambiente es lo que hacen los economistas porque les ha interesado y les preocupa de modo creciente.
Ofrecer una valoraci¨®n econ¨®mica de la actuaci¨®n p¨²blica es un elemento crucial
La segunda, m¨¢s est¨¢ndar, defin¨ªa econom¨ªa como "la ciencia que asigna recursos escasos a usos alternativos". No cabe duda de que el concepto de escasez es consustancial a los recursos naturales y a la naturaleza en su conjunto. Pero quiz¨¢s lo que le a?ade a¨²n m¨¢s picante e inter¨¦s al estudio econ¨®mico del medio ambiente es que, si se tiene en cuenta la amplia gama de externalidades negativas (que produce la contaminaci¨®n), la dram¨¢tica falta de informaci¨®n sobre el impacto real de las acciones del g¨¦nero humano en el medio ambiente y la salud de las personas, y el car¨¢cter de bienes p¨²blicos que tienen muchos de los activos naturales -como los paisajes salvajes, la biodiversidad, etc.- el mercado est¨¢ muy lejos de atribuir asignaciones eficientes como predican los teoremas del bienestar. De hecho, bajo estas circunstancias, que son las reales, el mercado no atribuye precios adecuados, genera graves ineficiencias y, como la pr¨¢ctica nos ha demostrado, nos sume en una evidente espiral insostenible para el planeta.
Pero adem¨¢s del inter¨¦s meramente t¨¦cnico que la gesti¨®n econ¨®mica del medio ambiente suscita, en la actualidad el mundo se enfrenta a enormes y decisivos retos ambientales que hacen que aqu¨¦l sea a¨²n mucho mayor. ?Qu¨¦ podemos aportar los economistas frente a los graves problemas ambientales, como el cambio clim¨¢tico o la loca escalada del consumo y despilfarro de recursos naturales? ?En qu¨¦ podemos contribuir los economistas para legar a nuestros hijos e hijas un mundo en el que dispongan de al menos las mismas posibilidades que nosotros hemos tenido para desarrollarnos?
El mencionado informe Stern nos ofrece un magn¨ªfico ejemplo de lo que, en mi opini¨®n, pueden aportar los economistas a la gesti¨®n del medio ambiente. En primer lugar, realizar un an¨¢lisis objetivo de los costes, para que la sociedad conozca la magnitud real de los problemas a los que se enfrenta. El informe Stern compara los costes de no actuar contra el cambio clim¨¢tico a los asociados con las dos grandes guerras y la crisis econ¨®mica del 29; y los cuantifica en una reducci¨®n del bienestar equivalente a una rebaja del consumo medio por persona de entre el 5% y el 20%. Alguien puede aducir que no entiende lo del cambio clim¨¢tico, pero, puesto en estos t¨¦rminos, seguro que lo entiende.
En segundo lugar, realizar una valoraci¨®n sobre las posibilidades reales de atajar los problemas en el marco del sistema econ¨®mico en el que actuamos, huyendo de soluciones radicales que abogan por cambiar las reglas de juego, elemento muy socorrido en el caso del medio ambiente. Una gran lecci¨®n del informe Stern es que, por un lado, la lucha contra el cambio clim¨¢tico puede derivar en grandes oportunidades econ¨®micas y empresariales y que, por otro lado, es factible descarbonizar la econom¨ªa mundial para hacerla compatible con la estabilizaci¨®n del clima, manteniendo el crecimiento de la econom¨ªa tanto en los pa¨ªses desarrollados, como los menos avanzados.
En tercer lugar, evaluar la bater¨ªa de instrumentos disponibles -en particular, los econ¨®micos- favoreciendo la toma de decisiones de los que tienen la responsabilidad de actuar y la competencia para ello. En el caso del cambio clim¨¢tico, Stern recomienda: (1) el establecimiento de un precio al carbono para que los agentes se enfrentes a los costes sociales totales de sus acciones; (2) la puesta en marcha de pol¨ªticas de apoyo al desarrollo urgente de tecnolog¨ªas bajas en carbono; (3) la eliminaci¨®n de barreras a los cambios, motivando a todos para que aprovechen las oportunidades en el marco de la eficiencia energ¨¦tica y, (4) la puesta en marcha de pol¨ªticas de adaptaci¨®n para aquellos impactos que no podr¨¢n ser evitados.
Finalmente, ofrecer una valoraci¨®n econ¨®mica de la actuaci¨®n p¨²blica, elemento crucial para saber si es mejor el remedio que la enfermedad. Y aqu¨ª est¨¢ otro de los grandes mensajes de Stern: los beneficios de la toma de fuertes y urgentes medidas contra el cambio clim¨¢tico superan ampliamente los costes de no hacerlo.
I?aki Barredo es economista y socio de Naider.
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