Divide y manda
Habr¨¢ que poner al d¨ªa aquel eslogan airado y amenazador, proferido hace cuatro a?os por Condoleezza Rice cuando era consejera de Seguridad del presidente Bush, despu¨¦s del humillante revolc¨®n sufrido por su pa¨ªs en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en su intento por conseguir una resoluci¨®n favorable a la guerra de Irak. "Castigar a Francia, ignorar a Alemania y perdonar a Rusia" fue la consigna de entonces. Ahora no se trata de acoquinar a los tres pa¨ªses que se resistieron a la presi¨®n americana para conseguir su apoyo a la invasi¨®n y en el caso de Par¨ªs y Mosc¨² su voto y su derecho de veto en el Consejo de Seguridad. Lo que est¨¢ en juego es directamente un plan de acci¨®n para proceder a un elegante castigo a todos, aunque con una sutil y curiosa inversi¨®n de los t¨¦rminos.
Estados Unidos quiere instalar parte de su escudo antimisiles en territorio europeo, pegadito a la nueva frontera oriental de la Alianza Atl¨¢ntica, m¨¢s cerca de Rusia. Diez silos para disparar los cohetes interceptores en Polonia y el radar para captar los misiles a abatir en la Rep¨²blica Checa. Ambos pa¨ªses, socios de la OTAN y de la UE, ya han dado su respuesta afirmativa a una oferta que culmina su ensue?o hist¨®rico de emancipaci¨®n respecto a Mosc¨². El escudo va a servir, en teor¨ªa, para evitar el ataque desde pa¨ªses como Corea del Norte o Ir¨¢n, pero los militares rusos se lo han tomado como si fuera con ellos y trabajan en una respuesta a lo que consideran un regreso a la guerra fr¨ªa y a aquella guerra de las galaxias de Ronald Reagan que condujo a lo que Putin ha considerado "la mayor cat¨¢strofe geopol¨ªtica del siglo XX": nada m¨¢s y nada menos que la desaparici¨®n de la URSS y del comunismo. Entre los europeos de la OTAN y en la UE el proyecto ha ca¨ªdo como un jarro de agua fr¨ªa. Y especialmente, en el flanco sureste (Grecia, Bulgaria, Rumania y Turqu¨ªa), que quedar¨ªa desprotegido. Merkel ha visto enredado su programa de trabajo europeo, que tiene como objetivo convencer a checos y polacos para seguir avanzando a 27. El eslogan de Rice podr¨ªa formularse ahora as¨ª: "Irritar a Rusia, debilitar a Alemania e ignorar a Francia".
Muchos dudan sobre la eficacia del escudo antimisiles y s¨®lo lo valoran como respuesta al desaf¨ªo nuclear iran¨ª y al intento de Putin de preservar un cierto derecho de consulta sobre los territorios que anta?o estuvieron bajo la bota sovi¨¦tica. Es interesante tomar nota de las posiciones que mantienen los tres principales candidatos a la presidencia de Rep¨²blica Francesa, cr¨ªticas con Washington, nada convencionales respecto a sus respectivos idearios pol¨ªticos y muy similares en el fondo, tal como puede leerse en el diario Le Monde del 17 de abril. El posgaullista Nicolas Sarkozy es el m¨¢s expl¨ªcitamente europe¨ªsta: "Me parece preocupante que no discutamos juntos, con nuestros socios europeos, el sistema de defensa antimisiles que Estados Unidos est¨¢ a punto de poner en marcha. No veo c¨®mo se puede decir que s¨®lo es un problema de la Rep¨²blica Checa o de Polonia y que no lo es en absoluto de Europa, a menos que renunciemos a cualquier ambici¨®n de una pol¨ªtica europea de defensa". La socialista S¨¦gol¨¨ne Royal es la m¨¢s gaullista: "Francia est¨¢ dotada de fuerza nuclear que garantiza como ¨²ltimo resorte nuestra libertad. Velar¨¦ para que este instrumento indispensable de nuestra independencia pol¨ªtica y diplom¨¢tica mantenga su credibilidad". Royal duda de la eficacia y de la credibilidad del escudo y se pregunta si los europeos est¨¢n dispuestos a dejarse proteger por un paraguas americano que no controlan. "Debemos relanzar la pol¨ªtica europea de defensa", asegura. El centrista Bayrou va m¨¢s all¨¢ y quiere "refundar la relaci¨®n atl¨¢ntica". "No hay nada peor que tomar decisiones en orden disperso seg¨²n la sensibilidad de unos y otros a la presi¨®n americana", a?ade.
Puede que no haya mala fe alguna en el proyecto antimisiles, ni por parte de Washington ni por parte de Praga y de Varsovia. Quiz¨¢s todo se explique por la necesidad de parar los pies a Ir¨¢n y decir las verdades del barquero a Mosc¨² sobre su aut¨¦ntico poder sobre Europa. Pero la iniciativa de Washington, de este Washington deprimido por la derrota de Bush, tiene una ¨²nica funcionalidad garantizada: dificultar las relaciones entre Rusia y la Uni¨®n Europea y poner un palo m¨¢s en la rueda de la unidad europea, justo en el momento en que los 27 hincan el diente a este plato de dif¨ªcil digesti¨®n que es la rectificaci¨®n de la Constituci¨®n descarrilada. Todo con tal de que Europa no tenga pol¨ªtica exterior propia.
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