Posneorrealismo
Estamos de revivals. El buen alem¨¢n nos trasladaba a la preguerra fr¨ªa; El buen pastor, a la guerra ya totalmente fr¨ªa; El ¨²ltimo show, de Altman, a un Altman primitivo y p¨®stumo. Y el mayor de todos, la reaparici¨®n, o casi, de un espl¨¦ndido fantasma del pasado: Marisa Merlini, la pareja de Vittorio de Sica en Pan, amor y fantas¨ªa, de hace s¨®lo 54 a?os. ?Qu¨¦ horror! Pero no por ella que, con m¨¢s de 80, est¨¢ estupenda, sino por nosotros. Y la actriz decora con sabidur¨ªa y retranca la ultim¨ªsima pel¨ªcula del neorrealismo italiano que, tras un intervalo de cuatro d¨¦cadas, deber¨ªa ser ya posneorrealismo.
La segunda noche de bodas, a tantos a?os vista de Bellissima, es, sin embargo, un neorrealismo en color, higi¨¦nico, donde la miseria existe pero no acongoja; con su dosis de hu¨¦rfanos, hijos precipitados, pobres de solemnidad, pintoresquismos de receta, y amores pasablemente frustrados, pero todo ello muy di¨¢fano, con las l¨¢grimas fuera de escena, y el drama contenido en la ¨²ltima antesala. Tanto como que el tono de la pel¨ªcula, su materia prima dram¨¢tica es siempre la misma, sin cl¨ªmax ni anticl¨ªmax.
LA SEGUNDA NOCHE DE BODAS
Direcci¨®n: Pupi Avati. Int¨¦rpretes: Antonio Albanese, Neri Marcor¨¦, Katia Ricciarelli, Angela Luce, Manuela Morabito, Toni Santagata. G¨¦nero: comedia, Italia. Duraci¨®n: 103 minutos.
Es 1945, la guerra de Tutti a casa ha terminado y en la Italia m¨¢s interior, all¨ª donde comienza a ensancharse la bota, todo el mundo se dispone a reanudar sus vidas. Un amor distante y perdido reaparece en la vida de un entra?able borderline, que, para no recargar las tintas, es un personaje insignificante pero acomodado, con casa, tierras, vi?edos y mucho m¨¢s que un pasar; y de todo ello podr¨ªa haber salido un pastiche, de eso que llaman poes¨ªa, con el espectro de Cinema Paradiso y otras fabricaciones nost¨¢lgicas, flotando en el ¨¦ter; pero nada de nada.
Pupi (Giuseppe) Avati, un perfecto desconocido en la Espa?a contempor¨¢nea donde lamentablemente escasea el cine italiano, pero que lleva m¨¢s de 30 a?os en el negocio y ha hecho de todo desde guionista a productor y director, tanto en televisi¨®n como cine, se mueve con buen gusto por una historia llena de campos minados -como los que limpia el protagonista-, sin que le exploten en las manos, aunque es verdad que siempre al borde de lo kitsch, y que su hermano menor, lo cursi, resulte un punto inevitable.
Y, tanto como parece un homenaje a ese cine de otro tiempo, el filme es tambi¨¦n una especie de spaghetti-road movie, con un recorrido de Bolonia al villorrio del mezzogiorno donde deber¨ªa explotar una pel¨ªcula que no lo hace, en cuyo curso topamos con toda una galer¨ªa de personajes que prueban que ¨²nicamente los italianos se parecen a los italianos; al menos, en las pel¨ªculas.
De los actores, s¨®lo conocemos, al menos yo, a la Merlini, pero son magn¨ªficos desde el melanc¨®lico Antonio Albanese, a su amor pret¨¦rito, Katia Ricciarelli, y Neri Marcor¨¦ en el papel de un estoico vitellone, mago de la parquedad interpretativa.
?Estar¨ªa bien que en Espa?a tuvieran la bondad de programar m¨¢s cine italiano? Sin duda. ?Tiene tanto inter¨¦s hoy el cine italiano como en el siglo de oro de Gassman, Mastroianni, Sordi, Tognazzi, De Sica y s¨®lo algo m¨¢s abajo, Ave Ninchi, Tina Pica, Paolo Stoppa, Memmo y Mario Carotenuto y la propia Merlini? Sin duda que no. Pero Europa tambi¨¦n se hace en el cine.
La segunda noche de bodas no es una pel¨ªcula imprescindible, y los mismos distribuidores no han tenido ninguna prisa en estrenarla, cuando ya es de 2005. En este filme tan sosegadamente plano, esa ausencia casi patol¨®gica de cl¨ªmax es a¨²n m¨¢s notoria en la ¨²ltima parte, en la que Avati no sabe c¨®mo sacarse de encima todo aquello que ya va durando m¨¢s de 100 minutos, y la bondad del ¨²ltimo plano es apote¨®sica. No hay razones de peso para que los espa?oles se abalancen a la taquilla para no perderse La segunda noche, pero un rato de placidez y modesta amenidad lejos de los realities de la televisi¨®n y el estruendo galopante de otro cine bien conocido, tampoco estar¨ªa mal para unas vacaciones.
Babelia
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