Gallia est divisa...
Cuando en Espa?a se estudiaba Lat¨ªn en los siete cursos del Bachillerato del plan del 38, memoriz¨¢bamos el principio de La guerra de las Galias de Julio C¨¦sar: Gallia est divisa in partes tres. A 48 horas de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, el mapa pol¨ªtico franc¨¦s parece calcado del cl¨¢sico romano. Para C¨¦sar, la divisi¨®n era entre francos, belgas y aquitanos. Hoy s¨®lo hay, seg¨²n las encuestas, tres contendientes con posibilidades de disputar el pase a la segunda vuelta, el 6 de mayo: el gaullista Nicolas Sarkozy, la socialista S¨¦gol¨¨ne Royal y el centrista Fran?ois Bayrou. Hay un cuarto, el ultraderechista Jean-Marie Le Pen, que podr¨ªa alterar todos los pron¨®sticos, como hizo hace cinco a?os al eliminar de la carrera presidencial al candidato socialista, Lionel Jospin. Le Pen tiene ahora dos puntos porcentuales m¨¢s de intenci¨®n de voto que en 2002 (15%). Todos cruzan los dedos para que Francia no tenga que pasar una verg¨¹enza similar a la de las ¨²ltimas presidenciales, en la que la izquierda se vio obligada a votar a Jacques Chirac en la segunda vuelta para impedir un eventual triunfo de Le Pen.
Toda elecci¨®n presidencial en un pa¨ªs como Francia, quinta econom¨ªa del mundo y segunda de la eurozona, tras Alemania, es importante. Pero el inter¨¦s demostrado en ¨¦sta es inusitado por dos razones principales. En primer lugar, por lo impredecible de los resultados finales y, en segundo, por el momento hist¨®rico en que se encuentra el pa¨ªs. Aunque todos los sondeos predicen el pase a la etapa final de los candidatos de la izquierda y la derecha mayoritarias, representadas por Royal y Sarkozy, nadie aventura un pron¨®stico definitivo. Hasta el punto de que algunos barones del socialismo, como Michel Rocard, han pedido una alianza de su candidata con el centrista Bayrou como medio de parar a Sarkozy. Y ¨¦ste ha endurecido su discurso en la ¨²ltima parte de la campa?a, alarmado por ese 15% de intenci¨®n de voto asignado a Le Pen.
Como bien han se?alado dos grandes conocedores de la realidad francesa y europea, John Vinocur y Roger Cohen, ambos columnistas del diario norteamericano The New York Times, la campa?a presidencial gala ha estado marcada por dos factores contradictorios, que responden perfectamente a las sensibilidades del electorado: un miedo al cambio y, al mismo tiempo, la convicci¨®n de que s¨®lo el cambio de personas y pol¨ªticas puede sacar a Francia de su marasmo. Porque la realidad es que en los ¨²ltimos cinco a?os el crecimiento franc¨¦s ha sido inferior al de la media de los pa¨ªses de la OCDE y en el ¨²ltimo trimestre del pasado a?o fue el m¨¢s bajo de la UE, con excepci¨®n de Portugal. Mientras, su deuda p¨²blica asciende al 66% del PIB, su tasa de paro no baja del 8,5% en los ¨²ltimos 25 a?os y su clasificaci¨®n en funci¨®n de PIB por persona ha bajado en ese mismo periodo del quinto al 17? puesto.
Sarkozy y Royal han respondido a esa mezcla de miedo y deseo de cambio palpable en el electorado con una rebaja sustancial de sus propuestas radicales de inicio de campa?a en esta primera vuelta. Royal ha abandonado su elogio de la pol¨ªtica econ¨®mica de Tony Blair en sus primeros tiempos y ha vuelto a la m¨¢s rancia ortodoxia socialista de Fran?ois Mitterrand, mientras que Sarkozy ha decidido olvidar su propuesta de ruptura inicial con el sistema, como soluci¨®n para los males de Francia, para envolverse en ese concepto vaporoso de reafirmaci¨®n de "la identidad francesa" y en la evocaci¨®n de la figura de De Gaulle, temas mucho menos controvertidos que las duras reformas necesarias para garantizar un crecimiento sostenido. Aunque en esto del patriotismo, Royal no le vaya a la zaga. Recientemente, ha decidido que los m¨ªtines socialistas terminen con el canto de La Marsellesa y no con La Internacional. Habr¨¢ que esperar a la segunda vuelta para ver si los dos candidatos mayoritarios vuelven a las propuestas radicales. Porque lo que parece evidente es que lo ¨²nico que no quiere Francia es m¨¢s de lo mismo, sea patrocinado por la derecha o la izquierda de siempre.
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