Una mentira c¨®moda
La musa del cinismo no es demasiado estimada entre nosotros, ni en el mundo de los creadores ni en el de la cr¨ªtica (que sepamos). Sin embargo, no deja de ser grotesco visualizarla cuando la pol¨ªtica aparece con un consumado ejercicio muscular de su potente pragm¨¢tica en los infinitamente metam¨®rficos paisajes del arte, superproducciones y otros espect¨¢culos conocidos. Las bienales de arte se han convertido en estructuras transnacionales, lugares de "distribuci¨®n" de bienes culturales fundamentales de todos los gobiernos burocr¨¢ticos en los pa¨ªses capitalistas del Primer -y Tercer- Mundo. En estos momentos, necesitar¨ªamos dar un paso atr¨¢s y examinar la vocaci¨®n ut¨®pica de los movimientos art¨ªsticos de vanguardia -dada¨ªstas, constructivistas, surrealistas, fluxus, situacionistas- cuando intentaban definirse en contra de la hegemon¨ªa cultural ligada a cierta ¨¦tica nacional. A este respecto, resultar¨ªa revelador transferir al nivel art¨ªstico la definici¨®n cl¨¢sica de la guerra "como prolongaci¨®n de la pol¨ªtica por otros medios". As¨ª, el arte y todas sus pr¨¢cticas han de suponer hoy el uso de las armas y estrategias de su archienemigo para glorificarse por medios de felicidad personal y la "satisfacci¨®n", anulando todo deseo de transformaci¨®n social.
El redescubrimiento y reafirmaci¨®n de la ecolog¨ªa est¨¢ siendo moneda corriente en el ¨¢mbito art¨ªstico
La VIII edici¨®n de la Bienal de Sharjah (conocida como la capital cultural de los Emiratos ?rabes), si bien cuenta con escasas propuestas ingeniosas, es un escu¨¢lido acontecimiento en el que la propaganda pol¨ªtica juega un papel nominal. El evento se presenta bajo el t¨ªtulo Still Life. Art, Ecology & The Politics of Change y su desarrollo conceptual bebe de las fuentes, casi desecas, de Las tres ecolog¨ªas de F¨¦lix Guattari: "M¨¢s all¨¢ del nivel macro, el de las cat¨¢strofes ecol¨®gicas y el calentamiento del planeta, hay un nivel intermedio de relaciones sociales, cultura y econom¨ªa, y un nivel micro, personal y mental". Jack Persekian, su director art¨ªstico, apostrofa: "La ecolog¨ªa no es propaganda art¨ªstica, ni el arte es el arma secreta de la ecolog¨ªa".
Pero es preciso decir m¨¢s cosas -o se?alar una sola- acerca de esta "inocente" definici¨®n y de sus sistem¨¢ticas perversiones: las primeras p¨¢ginas del cat¨¢logo de la Bienal de Sharjah son la alegor¨ªa misma de una postura nada "sostenible", pues publicitan que bancos, empresas petrol¨ªferas (Sharjah Islamic Bank, Crescent Petroleum), industrias (Bukhatir Group) y transportes altamente contaminantes (Sharjah Transport, SAIF-Zone) no s¨®lo la aplauden, tambi¨¦n dotan escandalosa y econ¨®micamente al evento. Lo cual implica que la contradicci¨®n es un problema representacional, que busca sus credenciales en el ¨¢mbito art¨ªstico, donde el capital y una afirmaci¨®n "antisistema" aparecen falsamente reconciliados.
El redescubrimiento y reafirmaci¨®n de la ecolog¨ªa est¨¢ siendo moneda corriente en el ¨¢mbito art¨ªstico. Can Art Save the Planet? fue el titular de portada de uno de los ¨²ltimos n¨²meros de la revista Art Review. El "problema verde" asoma tambi¨¦n en bienales y museos, -Ecotop¨ªa, II Trienal de Fotograf¨ªa y V¨ªdeo de Nueva York; The Ship: The Art of Climate Change, en el Museo de Historia Natural de Londres; e iniciativas como el RSA del Arts and Ecology Programme, que reuni¨® recientemente en Londres a artistas y cient¨ªficos para discutir posibilidades responsables de pr¨¢cticas ecol¨®gicas y sociales en el arte, la arquitectura y el urbanismo. La segunda parte de esta macroconferencia discurri¨® el pasado 7 de abril en los Emiratos, paralelamente a la Bienal de Sharjah, organizada por el colectivo Latitudes de Barcelona. En poder de las multinacionales, el llamado "eco-chic" se ha convertido ir¨®nicamente en una mentira c¨®moda, parafraseando el filme de Al Gore An Inconvenient Truth.
Ser¨ªa contraproducente insistir en el lado perverso que generan este tipo de entusiasmos si no destac¨¢ramos algunos trabajos que por s¨ª solos, y a pesar del contexto desactivador en el que se enmarcan -en una ciudad donde apenas quedan resquicios de su historia, abrumada por rascacielos de fantas¨ªa y lujo baratos-, plantean un retorno a la conciencia de la naturaleza, aunque, eso s¨ª, desde una cierta modestia formal.
De los ochenta artistas y colectivos participantes, casi la mitad proceden de los pa¨ªses ¨¢rabes, el resto son habituales de estos macroeventos (Jennifer Allora & Guillermo Calzadilla, Touhami Ennadre, Mona Hatoum, Alfredo Jaar, Joaquim Koester, Cornelia Parker, Dan Perjovschi, Tomas Saraceno, Simon Starling, Rirkrit Tiravanija, Sergio Vega, Peter Fend). Otros han hecho un proyecto espec¨ªfico para esta edici¨®n, como Lara Almarcegui (Guide to Al Khan), quien ha fotografiado las ruinas de un pueblecito pesquero cercano a Sharjah que est¨¢ desapareciendo por la voracidad urban¨ªstica de la regi¨®n. No es el caso de Ignasi Aball¨ª (con Almarcegui, los dos ¨²nicos espa?oles en la bienal) quien ha abandonado en la primera sala del Sharjah Art Museum una veintena de latas de pintura industrial, abiertas, lo que obliga al visitante a dudar si la instalaci¨®n no ha sido hecha todav¨ªa o, al contrario, las paredes van a ser repintadas para una pr¨®xima exhibici¨®n.
La francesa Sophie Elbaz pre
senta tres fotograf¨ªas (I Accuse) donde se ve la progresiva degradaci¨®n de un hombre africano, paralela a la del entorno natural que lo envuelve. El paisaje de la negritud aparece en las no menos bellas im¨¢genes del marroqu¨ª Touhami Ennadre, pero esta vez encontramos poes¨ªa donde hay destrucci¨®n. Algunos artistas que participan en la bienal tienen ya un largo historial en investigaci¨®n y activismo del environment, como los norteamericanos Peter Fend y Dan Peterman, quienes aportan una de las instalaciones m¨¢s espectaculares y solventes de toda la bienal; el dan¨¦s Tue Greenfort, el ingl¨¦s Simon Starling o el ya hist¨®rico autor alem¨¢n Gustav Metzger (1929), quien ya en 1959 acu?¨® el t¨¦rmino auto-destructive art, una "forma de arte p¨²blico para sociedades industriales". Para la bienal, Metzger ha conseguido -?y gracias a los "petrod¨®lares"!- llevar a la pr¨¢ctica una de sus ya m¨ªticas instalaciones, la titulada Stockholm, que consiste en encerrar decenas de coches dentro de un parking transparente -una urna gigante- y poner los motores en marcha, lo que provoca una enorme nube de contaminaci¨®n, un simulacro del efecto invernadero. Otros autores como Marjetica Potrc, Michael Rakowitz y Tomas Saraceno trabajan en la intersecci¨®n del dise?o, el arte y la arquitectura; las pel¨ªculas claramente esteticistas de Henrik H?kansson e Ilana Halperin hablan de las especies y paisajes en peligro de extinci¨®n; y el grupo e-Xplo da voz a los trabajadores de la construcci¨®n en los Emiratos ?rabes, recolectando sus poemas y canciones en sus diferentes idiomas (la poblaci¨®n de la zona es de 2,5 millones de habitantes, de los cuales 1,6 son extranjeros, m¨¢s del 50%, del sureste asi¨¢tico). Son las nuevas colectividades que se deslizan en un espacio proletario fantaseado por las arquitecturas megacorporativas de una regi¨®n hasta hace poco impensable e irrepresentable.
Still Life. Arte, Ecolog¨ªa y las pol¨ªticas de cambio. VIII Bienal Sharjah. Emiratos ?rabes Unidos. Hasta el 4 de junio. Comisarios: Jack Persekian, Eva Scharrer, Jonathan Watkins y Mohammed Kazem. Lugares: Sharjah Art Museum, Expo Center y Sharjah Heritage Area y espacios exteriores.
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