A diestra y siniestra
Compendiar, traducir y anotar casi medio siglo de art¨ªculos firmados por uno de los pol¨ªgrafos m¨¢s afamados de las letras anglosajonas contempor¨¢neas es una empresa complicada, pero se me ocurren algunas ideas para mejorar lo realizado con los ensayos de Gore Vidal. Estaba claro que el material ser¨ªa inclasificable, as¨ª que bastaba con renunciar a poner orden, limitarse a dar indicaci¨®n cronol¨®gica de los textos y apuntar con precisi¨®n el contexto o la raz¨®n de cada pieza. Al menos as¨ª se habr¨ªa dejado que el lector valorase por su propia cuenta las evoluciones del autor y sus cambios de humor o de esp¨ªritu o de opini¨®n seg¨²n pasan los a?os. Pues no. En esta edici¨®n se han suprimido todas las referencias, salvo el a?o y el medio en que han sido publicados los art¨ªculos. Ni siquiera se han dejado indicaciones vitales para la contextualizaci¨®n, como los t¨ªtulos y los autores de las obras que se comentan en las numerosas rese?as y cr¨ªticas incluidas aqu¨ª. A un art¨ªculo sobre Maugham escrito en 1990 sigue otro sobre Henry Miller, de 1965 (?) y, a continuaci¨®n, un comentario sobre la correspondencia de Miller y Durrell, fechado en 1988; a un retrato despiadado de Tennessee Williams (1976) sigue una melanc¨®lica semblanza de Edgar Ryce Burroughs, creador de Tarz¨¢n, escrito en 1965. A¨²n m¨¢s inconsistente es la clasificaci¨®n tem¨¢tica del libro en una primera parte, que agrupa los ensayos "literarios", por as¨ª decirlo (?Tarz¨¢n, un h¨¦roe literario? ?Qu¨¦ tiene que ver con la literatura el despellejamiento de Williams?) y una segunda parte, donde se agrupan los art¨ªculos -?pol¨ªticos? ?sociol¨®gicos? ?period¨ªsticos? ?costumbristas?- de Gore Vidal. A falta de una pauta de discriminaci¨®n propuesta por el autor y puesto que no son materiales p¨®stumos, ?con qu¨¦ criterio se ha decidido que una diatriba contra un ensayo homof¨®bico o un art¨ªculo sobre la pornograf¨ªa no tiene que ver con la literatura? M¨¢s a¨²n, trat¨¢ndose de un escritor como Gore Vidal, ?cu¨¢l es la diferencia que separa la vida, la pol¨ªtica o las letras?
ENSAYOS (1952-2001)
Gore Vidal
Traducci¨®n y edici¨®n de Eduardo Iriarte
Edhasa. Madrid, 2007
984 p¨¢ginas. 49 euros
Como si no fuera suficiente obligar al lector a manipular un bodoque de 984 p¨¢ginas que pesa casi un quilo, se le impone tener que ir a salto de matas, con textos extra¨ªdos discrecionalmente de cuatro compilaciones previas (Virgin Islands, United States, Essential Gore Vidal y Last Empire) para formar una colecci¨®n que, por cierto, est¨¢ incompleta; porque, ojo, que Gore Vidal no acaba aqu¨ª, hay m¨¢s, much¨ªsimo m¨¢s en su obra ensay¨ªstica.
Y, sin embargo, la lectura de este tomazo depara grandes satisfacciones, porque Gore Vidal escribe con tanto oficio de guionista de Hollywood y tanta gracia que no hay manera de desprenderse del texto. Se le perdonan la impostada prepotencia t¨ªpica de los dandis y el exagerado desmelenamiento al que son tan proclives los escritores autodenominados gay. Se le perdonan las confusiones -para Gore Vidal la literatura y la pol¨ªtica no importan tanto como los escritores y los pol¨ªticos-; la vanidad -describe el entierro de su amigo Italo Calvino s¨®lo para poder comentar que fue reconocido como celebridad y, all¨ª mismo, en medio de las exequias, tuvo que despachar una entrevista de prensa- y las crueldades gratuitas, como el descuartizamiento de Doris Lessing, los denuestos contra las novelas objetivistas de Robbe-Grillet y Sarraute, para las que es notorio que carece de criterio po¨¦tico de evaluaci¨®n, o la exaltaci¨®n del psic¨®pata Timothy McVeigh, autor confeso del atentado de Oklahoma City. Y, por supuesto, se le perdona el constante, compulsivo cotilleo, que practica en todos los registros: acad¨¦mico y literario, pol¨ªtico y social, y que, si es preciso, puede resultar tan trivial como la ch¨¢chara de Boris Izaguirre aunque, por cierto, menos aut¨¦ntica que la del venezolano. La fruici¨®n de la habladur¨ªa, el goce vertiginoso del cotilleo en Gore Vidal puede m¨¢s que su inteligencia. Para qu¨¦ si no lo publicaban en The Nation, en The New York Review of Books o en Esquire, si daba el tono irreverente, siempre desencuadrado y al-borde-del-ataque-de-nervios, que se presume del escritor loca: un alivio frente a la circunspecci¨®n izquierdista o la pacater¨ªa protestante, un divertimento culto en medio de la superficialidad de una revista de modas.
Toda la literatura americanacontempor¨¢nea es examinada a diestra y siniestra aqu¨ª, de Henry James a John Barth, junto a alegatos en defensa de la homosexualidad, incontables ajustes de cuentas (Nabokov, Henry Kissinger, Norman Mailer, Reagan, etc¨¦tera), discretos homenajes (Wilde, Montaigne) y la evocaci¨®n del mito del Imperio americano que, cabe prever, har¨¢ las delicias de todos los que odian a Estados Unidos.
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