Poeta de la condici¨®n humana
CUANDO ESTABA sumergido en los preparativos de mi puesta en escena de El rey se muere, me di cuenta de en qu¨¦ medida la obra de Ionesco y su po¨¦tica han ejercido una extra?a fascinaci¨®n sobre mi vida y tarea art¨ªstica. Record¨¦, como por un fogonazo, que el texto con el que pude abrirme las puertas en los ex¨¢menes de entrada en la Escuela de Arte Dram¨¢tico de Westfalia fue el mon¨®logo final de Berenguer en Los rinocerontes. A?os m¨¢s tarde, en los teatros de la ciudad de N¨²remberg, interpret¨¦ al protagonista de V¨ªctimas del deber y en la d¨¦cada de los sesenta tuve la suerte de asumir la direcci¨®n de movimiento en el estreno mundial de Juegos de masacre en D¨¹sseldorf. Se dio la coyuntura de que Karl-Heinz Stroux, una de las figuras se?eras del teatro alem¨¢n de la posguerra, director del espect¨¢culo e intendente de la casa, me invit¨® a presenciar la premi¨¨re en su palco. Cuando entr¨¦ hab¨ªa otra persona en la penumbra, un hombre de baja estatura, calvo, con un vaso de whisky semiescondido en la mano, que sigui¨® la representaci¨®n en absoluto silencio y que al final, con leve sonrisa y aire de irreprimible timidez, dijo: "Tr¨¨s bien, je suis tr¨¨s content". Luego, en La Abad¨ªa pudimos invitar a una deliciosa La lecci¨®n, dirigida por Joaqu¨ªn Hinojosa para Moma Teatre. Finalmente, rogu¨¦ a Carles Alfaro que nos dirigiera a Ver¨®nica Forqu¨¦ y a m¨ª en el juego esc¨¦nico que es Las sillas y hace pocos a?os abord¨¦, no sin cierta zozobra, El rey se muere.
Si bien es verdad que es ley inamovible que todo pasa y que vidas y carreras pasan por la cresta de la ola para luego descender, no es menos cierto que, en el caso de Ionesco y el relativo olvido en que cay¨® tras la ruptura que supuso la aparici¨®n de su teatro, se tir¨® al desag¨¹e el agua de la palangana con el ni?o dentro. Pero la po¨¦tica de Ionesco es clave y fermento de gran parte de la dramaturgia posterior, con algunas grand¨ªsimas obras, que arrojaron luz sobre su presente, la arroja sobre el nuestro y sigue iluminando aspectos ins¨®litos de la condici¨®n humana.
El aparente "absurdo" de Ionesco es un formidable procedimiento po¨¦tico para abordar la realidad, arrancarle la capa de la costumbre y descubrirnos su lado m¨¢s asombroso. "Nada hay tan ins¨®lito como lo trivial, lo cotidiano. Lo sorprendente est¨¢ siempre al alcance", afirm¨®. En el caso de Las sillas y posteriormente en El rey se muere pudimos constatar que la escritura de Ionesco contiene una sobrecogedora base de realidad. Gracias a su po¨¦tica superaci¨®n del realismo, encontr¨® procedimientos muy eficaces para despertar nuestra cansada atenci¨®n.
En Las sillas, m¨¢s all¨¢ del tema central de la pareja, hay una sorprendente travestiada de las an¨¦cdotas cotidianas de los ¨²ltimos meses del mariscal P¨¦tain, recluido con su esposa en la isla de Yeu -como indag¨® el traductor Joaqu¨ªn Hinojosa-, que inspiraron la mayor¨ªa de los di¨¢logos y situaciones con un substrato documental. ?Coincidencias?: P¨¦tain muri¨® la noche del 22 de abril de 1951. Ionesco empez¨® a escribir Las sillas en julio y la obra se estren¨®, ?por decisi¨®n del autor!, el 22 de abril de 1952, en el primer aniversario de la muerte del mariscal.
Como en otras obras, la simplicidad de la an¨¦cdota cobra potencia gracias a las met¨¢foras que logra crear y a su f¨¦rtil perversi¨®n de la realidad, justamente para hacerla m¨¢s legible. Recientemente Jos¨¦ Mar¨ªa Ridao ha glosado en este peri¨®dico, con perspicacia y finura, las claves de La cantante calva y a¨²n perdura en mi memoria y en la de muchos espectadores el tremendo impacto de Los rinocerontes y El peat¨®n del aire. Sin embargo, la obra de Ionesco que mayor fascinaci¨®n ha ejercido para m¨ª es El rey se muere. La considero la m¨¢s elocuente creaci¨®n dram¨¢tica de la historia de la literatura en torno a la muerte y el morir. "No me inquieto en absoluto por si todo resulta inveros¨ªmil o no. Son expresiones de una angustia, de un gozo, de mi excitaci¨®n personal... Si me revelo a m¨ª mismo, me pongo en camino de investigar el alma colectiva y puedo lograr ser universal".
En El rey se muere nos encontramos de nuevo a Berenguer -que no es otro que Jedermann o "el hombre cualquiera"- como monarca de un reino imaginario que se enfrenta a las angustias que experimenta todo ser humano ante el morir. Sin duda no hay situaci¨®n m¨¢s compartida y universal que ¨¦sta. En el trabajo sobre la obra vimos una vez m¨¢s que no es la estructura ni la construcci¨®n el aspecto fundamental de la creaci¨®n dram¨¢tica de Ionesco, sino su formidable invenci¨®n po¨¦tica. Con sorpresa constat¨¦ que el bell¨ªsimo pasaje final del tr¨¢nsito del Rey Berenguer es una delicada analog¨ªa del Bardo, el Libro tibetano de los muertos. No es dif¨ªcil suponer que algunas de las tertulias que regularmente manten¨ªan en Par¨ªs Cioran, Eliade e Ionesco giraron en torno al tema.
La variedad de recursos de Ionesco denota una genealog¨ªa reconocible: el Strindberg m¨¢s expresionista que escenifica sus obsesiones y novelistas como Kafka y Joyce; y no es de extra?ar que el cine mudo, con sus c¨®micos de humor cruel y ¨¢cido como Keaton, Chaplin, los hermanos Marx, forma parte de la tradici¨®n que eclosion¨® en el teatro del absurdo.
En la universalidad de Ionesco reside su incontestable validez que perdura hasta hoy: su herencia se respira en lo mejor del teatro contempor¨¢neo. Autores como Tony Kushner la han asumido y apropiado transformando, a su manera y desde su perspectiva, ese modo de vivir la realidad inmediata seg¨²n las leyes de lo on¨ªrico.
Por ¨²ltimo, quiero se?alar otro aspecto que hace de Ionesco un escritor vigente y a¨²n muy cercano, con virtudes que comparte con autores como Kushner y otros: la levedad, primera de las Seis propuestas para el pr¨®ximo milenio -es decir, el presente- de Italo Calvino. Contra la pesadez del vivir y del mundo que nos rodea, buscar la levedad. La levedad asociada a la precisi¨®n. Dramaturgos como Ionesco nos han ense?ado aquello por lo que Calvino aboga: que la literatura y el teatro nos permiten volar.
Jos¨¦ Luis G¨®mez es actor y director del Teatro de La Abad¨ªa de Madrid.
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