Valery Gergiev dirige un brillante 'Anillo del nibelungo'
El teatro P¨¦rez Gald¨®s de Las Palmas dedica una semana a la tetralog¨ªa
La vida musical -y la cultural- est¨¢ cada d¨ªa m¨¢s descentralizada en Espa?a. La reapertura del emblem¨¢tico teatro P¨¦rez Gald¨®s de Las Palmas de Gran Canaria, despu¨¦s de seis a?os de cierre por reformas, deja a la ciudad insular en una situaci¨®n privilegiada en cuanto a espacios con posibilidades musicales se refiere. El P¨¦rez Gald¨®s se une al auditorio Alfredo Kraus y al teatro Cuy¨¢s, consolidando una oferta que va desde la temporada tradicional de los Amigos de la ?pera a t¨ªtulos como Orfeo, de Monteverdi -este mes, con el Concerto Italiano bajo la direcci¨®n de Alessandrini-, en una iniciativa auspiciada por la Sociedad Filarm¨®nica m¨¢s antigua de Espa?a. Las Palmas ha incluido tambi¨¦n una escenificaci¨®n de El anillo del nibelungo, el grandioso festival esc¨¦nico de Wagner en un pr¨®logo y tres jornadas, de unas 16 horas de duraci¨®n, en la semana inaugural del P¨¦rez Gald¨®s. Y se ha tra¨ªdo para ello a la compa?¨ªa completa del Mariinski de San Petersburgo, dirigida por su titular Valery Gergiev, con la producci¨®n esc¨¦nica reciente del artista ruso asentado en Nueva York Georg Tsypin. Que sea Las Palmas, y no Madrid o Barcelona, la que ofrezca por primera vez en Espa?a un ciclo completo de El anillo en una semana es para quitarse el sombrero.
Los juegos de contrastes son espectaculares y la l¨ªnea musical, reflexiva y natural
El P¨¦rez Gald¨®s se inaugur¨® con un t¨ªtulo de Verdi en 1890, volviendo a abrir sus puertas despu¨¦s de un incendio en 1918, y la consiguiente reconstrucci¨®n, con otra ¨®pera del popular compositor de Busseto. Ahora tras la reapertura "oficial", con la inevitable Novena, de Beethoven, a cargo de la Filarm¨®nica de Gran Canaria, se ha optado por una soluci¨®n de las que se cuentan a los nietos.
Gergiev rod¨® motores el lunes con un concierto sinf¨®nico que comenz¨® con el Capricho espa?ol, de Rimski-K¨® rsakov, y que alcanz¨® sus m¨¢s altas cotas art¨ªsticas en una impresionante Sexta de Chaikovski, despu¨¦s de un intermedio un tanto forzado para rendir homenaje a la soprano chileno-canaria Cristina Gallardo-Dom?s.
El foco de atenci¨®n estaba centrado no obstante en la ¨®pera wagneriana y, a juzgar por las dos primeras entregas -El oro del Rin y La valquiria-, las expectativas se han cumplido sobradamente. En primer lugar, por la luminosa direcci¨®n musical de Valery Gergiev. El maestro ruso plantea la obra sin ning¨²n tipo de ret¨®rica, cuidando al m¨¢ximo la claridad de un discurso narrativo sostenido por una secci¨®n de cuerda impecable y catapultado por unos instrumentistas de viento en la mejor tradici¨®n de la casa, es decir, combinando agresividad y dulzura. Los juegos de contrastes son as¨ª espectaculares, pero, sobre todo, la l¨ªnea musical es reflexiva y natural.
Imponente trabajo y no menos imponente respuesta de la orquesta. El elenco vocal no se sit¨²a a la misma altura, pero el nivel global es aceptable. En cuanto al planteamiento de Tsypin, su fuerza expresiva se decanta m¨¢s por el lado escult¨®rico que por el de la direcci¨®n de actores. Las figuras pl¨¢sticas tienen personalidad, con una marcada componente on¨ªrica o de enso?aci¨®n. Se insiste en una simbolog¨ªa m¨¢s en funci¨®n de la est¨¦tica que de la revelaci¨®n de significados. Algunas soluciones teatrales son banales -la cabalgata de las valquirias, pongamos por caso- pero otras son sugerentes. La iluminaci¨®n contribuye a reforzar el clima de misterio. Este montaje del siglo XXI para El anillo ya se ha podido ver en Baden Baden adem¨¢s de en San Petersburgo. Ayer se represent¨® Sigfrido y hoy culmina con El ocaso de los dioses.
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