La zorra y las uvas
Para el mundo nacionalista, la tregua de Lizarra inaugur¨® el a?o de la ilusi¨®n. Para el conjunto de espa?oles y vascos, este falaz "alto el fuego permanente" ha marcado un a?o de esperanzas, y de esperanzas que en principio estaban s¨®lidamente fundadas. La situaci¨®n de ETA parec¨ªa desesperada, ante la doble presi¨®n policial en Espa?a y Francia, con Batasuna en un callej¨®n sin salida por la aplicaci¨®n eficaz de la Ley de Partidos. Era de esperar que en tales circunstancias el Gobierno contase con una informaci¨®n fiable para asumir el riesgo de aceptar el envite. Si Zapatero daba por bueno el comunicado etarra, como si se cumpliera el requisito marcado en el Congreso para la negociaci¨®n, ser¨ªa porque estaban en su poder datos suficientes para excluir una nueva tregua-trampa y confiar en una voluntad real por parte de ETA de abandonar la pr¨¢ctica del terror. Dada la seguridad con que se pronunciaban el presidente y sus seguidores, la opini¨®n p¨²blica no ten¨ªa otra opci¨®n que otorgarle mayoritariamente su cr¨¦dito. Ahora hay motivo para pensar, ante el silencio del Gobierno sobre lo sucedido, que pudo tratarse de un wishful thinking.
Hasta el atentado del 30 de diciembre, el esquema permaneci¨® invariable. Zapatero hab¨ªa avisado de que el camino ser¨ªa largo y dif¨ªcil, as¨ª que a nadie extra?¨® la tardanza en poner en marcha cualquier tipo de mecanismo efectivo para el famoso di¨¢logo. El Gobierno ni siquiera reaccion¨® a los signos evidentes de que las cosas marchaban mal: declaraciones de etarras en Gara, comportamientos agresivos en la Audiencia Nacional, robos de armas, cartas de extorsi¨®n para recaudar el llamado "impuesto revolucionario". El d¨ªa antes del atentado de Barajas, Zapatero habl¨® en el Congreso con un optimismo muy pronto desmentido por la explosi¨®n, pero que no dej¨® de serle ¨²til, al presentar luego el reconocimiento del disparatado pron¨®stico como si de autocr¨ªtica se tratara, cuando en rigor no pronunci¨® una sola palabra en que diera cuenta, ni de los posibles errores cometidos, ni de la marcha de un proceso de paz que desembocaba en atentados mort¨ªferos. Naturalmente, el mismo qued¨® interrumpido, pero el Gobierno se las arregl¨® para conservar ¨ªntegra su imagen ante la opini¨®n, al mismo tiempo que segu¨ªa enarbolando frente al PP el estandarte del "di¨¢logo".
Conviene recordar los hechos, porque nos encontramos hoy ante un comportamiento an¨¢logo al quedar de manifiesto la falsedad con que ETA y Batasuna hab¨ªan procedido, violando la tregua al preparar nuevos atentados a su sombra, y manteniendo ¨ªntegras sus aspiraciones como condici¨®n sine qua non para el fin de la "violencia". La versi¨®n oficial es que lo ocurrido prueba la firme voluntad del Gobierno de cumplir la Ley de Partidos, por lo cual Batasuna no podr¨¢ participar bajo forma alguna en las pr¨®ximas elecciones, del mismo modo que el Ejecutivo no se encuentra dispuesto a pagar precio pol¨ªtico alguno por el fin de ETA. Sin olvidar que la Constituci¨®n es intocable.
S¨®lo que si las cosas han sido as¨ª, sobraban los gestos de buena voluntad hacia Batasuna, tales como los tratos de favor a De Juana y a Otegi, y sobre todo sobraba el enorme margen de tolerancia concedido a las manifestaciones p¨²blicas del partido ilegalizado. Gustase o no, resultaba evidente que la l¨ªnea de actuaci¨®n gubernamental consist¨ªa en ir abriendo cauces para que Batasuna diera el paso decisivo. ?ste hab¨ªa de consistir inexorablemente en cortar su cord¨®n umbilical de vinculaci¨®n con ETA (lo que la Ley de Partidos exig¨ªa) o por lo menos, en expresar un inequ¨ªvoco rechazo de la violencia, o, mejor, de la "lucha armada" para resolver "el conflicto vasco". La artiller¨ªa dirigida desde filas socialistas, no s¨®lo contra el PP, sino tambi¨¦n contra todo dem¨®crata desconfiado, tuvo por objeto imponer la idea de que carec¨ªa ya de sentido el pasado activismo contra una izquierda abertzale en proceso de democratizaci¨®n. En una de esas frases que retratan a un pol¨ªtico, Zapatero lo expres¨® con claridad, al afirmar que Rosa D¨ªez y Maite Pagaza pertenec¨ªan al pasado, mientras la Goirizelaia y Gema Zabaleta eran el futuro. Como en el final de la tragedia griega, las erinias se convert¨ªan en eum¨¦nides.
Hubo, pues, por parte de Zapatero, una apuesta inequ¨ªvoca y obsesiva para dar por bueno el "alto el fuego" como si fuera una tregua definitiva, pr¨®logo de "la paz". Ahora bien, una vez perdida clamorosamente la partida con el atentado de laT-4, lo m¨¢s grave es no haberse dignado explicar sobre qu¨¦ basaba hasta entonces su optimismo, qu¨¦ hab¨ªa hecho y qu¨¦ hab¨ªa dejado de hacer para que ETA, dig¨¢moslo con claridad, enga?ase a todos y a ¨¦l en primer t¨¦rmino. Tras el golpe, asumido v¨ªa Rubalcaba, suspendi¨® en la superficie la perspectiva de negociaci¨®n, pero sin abandonar la bandera del "di¨¢logo" que pod¨ªa verse recuperado por un ingreso bien ganado de Batasuna en la legalidad, para lo cual le fueron dadas todas las facilidades. Nuevo riesgo justificable. Adem¨¢s, ETA ya hab¨ªa dicho que segu¨ªa en estado de tregua. Pues ni lo uno ni lo otro. Tras unos amagos para ganarse Navarra con lo de la "autonom¨ªa de transici¨®n", en una aparici¨®n p¨²blica favorecida por una interpretaci¨®n peculiar de la ley -en Baracaldo habla inequ¨ªvocamente Batasuna, siendo en cambio prohibido mencionar siquiera a su coalici¨®n-fantoche ASB-, el partido proscrito plante¨® un desaf¨ªo abierto con el anuncio de su participaci¨®n electoral por encima de todo y reafirm¨® sus objetivos de siempre. Y lo que es m¨¢s importante, los criminales pol¨ªticos de ETA se aprovecharon del supuesto "alto el fuego" para preparar con sosiego coches-bomba y atentados personales selectivos al estilo del a?o 2000. Como nos ha explicado Europol, no Rubalcaba, la tregua ha servido para la recuperaci¨®n de ETA, y ello es l¨®gico porque la presi¨®n policial en tiempo de pre-di¨¢logo no pod¨ªa ser la misma de antes. La consecuencia es clara. El problema no ha estado en la adopci¨®n de una u otra pol¨ªtica, sino en haber insistido en la adoptada de acuerdo con una previsi¨®n que se revel¨® fallida el 30 de diciembre, dando adem¨¢s una sensaci¨®n de debilidad de la cual ETA y Batasuna se han beneficiado para ocupar el centro de la escena.
Sobre lo ocurrido en el curso del pasado a?o, desde el 22 de marzo, lo ¨²nico seguro es que Zapatero ha carecido de una informaci¨®n fiable y que, a pesar de ello, sigui¨® adelante con una seguridad infundada. En contra de lo opinado por el PP, asumir riesgos por la normalizaci¨®n definitiva de la vida vasca val¨ªa la pena. Lo censurable es la ligereza, habitual ya en su forma de hacer pol¨ªtica.
Por otra parte, si lo que afirma el Gobierno es cierto, acerca de su firme voluntad de atenerse a la Constituci¨®n, de no pagar precio pol¨ªtico por la paz, y, en la vertiente opuesta, ETA-Batasuna manten¨ªan su enroque en torno a la autodeterminaci¨®n y la territorialidad, ?de qu¨¦ iba a discutirse en la mesa pol¨ªtica? Las declaraciones de captaci¨®n, al aludir Zapatero a la libre decisi¨®n de vascos o de Navarra, sirvieron apenas para dar titulares a la prensa un par de d¨ªas. El juego es serio. Si s¨®lo hay una mesa Gobierno-ETA para tratar la cuesti¨®n de los presos, todo cobra sentido. Para proponer la izquierda abertzale sus objetivos y responderle el Gobierno que son imposibles, no hacen falta mesas ni expectativas de acuerdo. Nos encontramos en una l¨®gica de mercado, y para que se d¨¦ acuerdo sobre el precio es preciso que haya un precio de encuentro posible entre las partes, lo que no es el caso. La ¨²nica posibilidad de avanzar resid¨ªa en una disposici¨®n real de ETA a disolverse detr¨¢s del montaje de la negociaci¨®n. El comunicado/entrevista del Aberri Eguna no deja espacio para la duda al respecto. ETA adem¨¢s considera que su "alto el fuego" es compatible con "respuestas puntuales" contra los "ataques" del Gobierno, esto es, contra el cumplimiento de las leyes y el desarrollo normal de los procedimientos judiciales en curso, am¨¦n de la exigencia de dar luz verde a la participaci¨®n de Batasuna en las pr¨®ximas elecciones. Un ultim¨¢tum hip¨®crita que cancela toda expectativa de autodisoluci¨®n.
La impresi¨®n es que Zapatero se hab¨ªa construido su propio mundo en torno al "di¨¢logo", e hizo creer a muchos, entre los que me cuento, que como las piezas ajustaban en su imaginaci¨®n, ETA y Batasuna entrar¨ªan en su juego. Algo parecido a esos montajes de sus publicistas, dispuestos a todo tipo de simplificaciones, a partir del momento en que "la derrota de ETA" es algo que se da por supuesto, como en el discurso del Gobierno, obra simple de la actuaci¨®n policial -no hablemos de Pacto Antiterrorista, con olor de PP, ni de una Ley de Partidos pronto obsoleta-, con las v¨ªctimas convenientemente alejadas de la escena pol¨ªtica. Todo anunciaba un final feliz para el cual s¨®lo hac¨ªa falta el inevitable "di¨¢logo". Y que no intervengan aguafiestas poniendo en tela de juicio un cuento tan bien elaborado.
Ahora todo se desploma. En s¨ª mismo, se trata de un fracaso m¨¢s de los Gobiernos democr¨¢ticos a la hora de buscar el fin de ETA. Lo preocupante es ese estilo de hacer pol¨ªtica, entre el secreto y la maniobra, un tanto nixoniano, como acaba de comprobarse en Cuba, y antes en Marruecos, y antes con el Estatut, al subordinar todo a la creaci¨®n de una imagen positiva de la acci¨®n del Gobierno, buscando siempre la l¨ªnea de menor resistencia. Disciplina de hierro en el propio partido y en los propios medios, informaci¨®n dosificada seg¨²n las exigencias del marketing, hacen el resto, con la eficaz colaboraci¨®n de un PP que a fuerza de condenarlo todo, y de acumular descalificaciones, contribuye decisivamente a la cohesi¨®n interna del PSOE. ?Y los resultados? Como en la f¨¢bula, de sobrevenir un fiasco, nunca se debe a los propios errores. Resulta que en Euskadi las uvas estaban verdes.
Antonio Elorza es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica.
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