Las armas del miedo

Se estima que un tercio de la poblaci¨®n norteamericana posee al menos un arma de fuego, armas con las que se cometen el 70% de los asesinatos en este pa¨ªs y cuya posesi¨®n se encuentra constitucionalmente amparada por la segunda enmienda, redactada hace 200 a?os. De sus 50 Estados, 38 recogen la posesi¨®n privada de dichas armas. El Estado de Florida, por ejemplo, es el segundo con m¨¢s cr¨ªmenes de EE UU y seis millones de sus habitantes, propietarios de un arma de fuego, pueden ejercer el derecho a disparar en plena calle o en cualquier otro lugar p¨²blico, en el supuesto de que se sientan amenazados. Cualquier ciudadano norteamericano puede adquirir un arma o recibirla como regalo por abrirse una cuenta en determinados bancos: todo son facilidades a la hora de asegurar la defensa privada de los ciudadanos. Pero, ?qui¨¦n protege a aquellos que no consideran necesario portar una pistola para caminar por la calle, ir al supermercado o acudir al colegio o a la universidad? Si le dijesen que un tercio de la poblaci¨®n de su pa¨ªs es propietaria de un arma, ?se sentir¨ªa m¨¢s seguro o aumentar¨ªa su miedo? ?Dejar¨ªa de tenerlo adquiriendo una? El miedo es parte necesaria de nuestra vida y s¨®lo cuando nos domina es capaz de doblegar voluntades, anular razones, alimentar odios y justificar barbaries. Si algo nos ense?an los hechos en los que las armas son protagonistas es que no pueden acabar con el miedo, pero s¨ª con la vida.