"Fue una avalancha. Se rompieron piernas, se amputaron dedos..."
El patr¨®n del pesquero 'Segundo San Rafael' relata el dram¨¢tico rescate de 91 inmigrantes en un cayuco frente a Nuadib¨²
"En cuanto echamos la escalera para que subieran a bordo, se abalanzaron todos a la vez. Fue una avalancha. Se rompieron piernas, manos, se amputaron dedos... No atend¨ªan a razones". Jos¨¦ Luis es el patr¨®n del Segundo San Rafael, el pesquero que el lunes rescat¨® a 91 inmigrantes 50 millas al suroeste de Cabo Blanco. Con toda seguridad, les salv¨® la vida, pues el Gobierno de Mauritania se hab¨ªa negado a acudir en ayuda de los n¨¢ufragos, cuyo cayuco se hund¨ªa por momentos. Aunque reh¨²ye cualquier protagonismo -incluso se niega a facilitar su apellido-, Jos¨¦ Luis acepta relatar el rescate a trav¨¦s del tel¨¦fono del barco porque "es necesario que se conozca lo ocurrido. La gente debe saber lo que pasa aqu¨ª".
El Segundo San Rafael es un barco grande: 34 metros de eslora y 18 tripulantes. Tiene base en Vigo y se dedica al cefal¨®podo. Entre las cuatro y las cinco de la tarde del lunes se hallaba faenando frente a las costas mauritanas.
"Est¨¢bamos trabajando en lo nuestro, el arrastre, cuando el cayuco vino directo y nos abord¨®. Tres inmigrantes subieron a cubierta y nos pidieron socorro. Su barca ten¨ªa varias v¨ªas de agua, estaba sobrecargada y, en el fondo, hab¨ªa un cad¨¢ver. Nos explicaron que hab¨ªan tenido que arrojar al mar los cuerpos de otros 11 compa?eros que hab¨ªan muerto durante la traves¨ªa. Pidieron que los acompa?¨¢semos a tierra. Y el puerto m¨¢s pr¨®ximo era Nuadib¨²".
Al contrario de lo que se inform¨® en las primeras horas, el pesquero no remolc¨® el cayuco, pues el motor de ¨¦ste funcionaba perfectamente.
"Les dimos agua y v¨ªveres, adecuamos la velocidad del barco a la suya y, durante tres horas, avanzamos a su lado", contin¨²a Jos¨¦ Luis. "Entonces los inmigrantes empezaron a hacernos se?as desesperadas. Algo pasaba. Miramos y vimos que el agua inundaba ya la mitad de su barca".
"Nos abarloamos [situamos en paralelo el pesquero], desplegamos la escalera de madera y les indicamos que subieran al barco de uno en uno. No pod¨ªamos hacer otra cosa. Les gritamos que el cayuco era de madera y que se mantendr¨ªa a flote, por lo que hab¨ªa tiempo de sobra para recogerlos a todos. Pero en cuanto vieron la escalera se abalanzaron a la vez. Fue una avalancha. Se rompieron piernas, manos, se amputaron dedos... No atend¨ªan a razones".
Debi¨® ser una carnicer¨ªa. Los partes del buque hospital del Instituto Social de la Marina Esperanza del Mar, que horas m¨¢s tarde se har¨ªa cargo de los n¨¢ufragos, especifican que siete de ellos tuvieron que ser hospitalizados por fracturas, amputaciones de los dedos de las manos, heridas necrosadas... Adem¨¢s de deshidrataci¨®n, astenia e hipotermia. Otros siete fueron ingresados con cuadros de menor gravedad.
Jos¨¦ Luis prosigue su relato: "Montamos un toldo en cubierta, para protegerlos, y les atendimos como pudimos. Ya hab¨ªamos llamado a Salvamento Mar¨ªtimo y al Esperanza del Mar para decirles que naveg¨¢bamos hacia Nuadib¨², pero las cosas hab¨ªan cambiado. Volvimos a llamar al barco para comunicarle que los n¨¢ufragos se hallaban a bordo y que ¨ªbamos a su encuentro".
El encuentro con el Esperanza del Mar se produjo hacia las cuatro de la madrugada, a unas 20 millas de Nuadib¨². El buque hospital bot¨® una lancha y envi¨® en ella a un m¨¦dico, un oficial y un ATS. "Fueron inspeccionando a los inmigrantes y trasladando a su barco a los que ve¨ªan m¨¢s graves. [Uno de ellos falleci¨® durante el traslado, al parecer por hipotermia.] Hicieron varios viajes y, como todos estaban muy mal, se llevaron a la mayor¨ªa. Estuvimos as¨ª hasta las 20.15, hora canaria [una hora m¨¢s en la Espa?a peninsular], cuando transbordaron al ¨²ltimo inmigrante".
Jos¨¦ Luis insiste en que el Segundo San Rafael s¨®lo hizo lo que deb¨ªa: "Somos un pesquero espa?ol que se ha encontrado con este asunto y lo ha solucionado como mejor ha podido. No niego que estuvimos preocupados por lo que nos pudiera pasar. Nos acord¨¢bamos del pesquero aquel de Malta, ?c¨®mo se llamaba? Eso, Francisco y Catalina. Tambi¨¦n recogi¨® a unos n¨¢ufragos y luego nadie quer¨ªa hacerse cargo de ellos [transcurrieron ocho d¨ªas hasta que les permitieron desembarcarlos]. Pero la verdad es que, al final, hemos salido muy bien. Ahora, a trabajar".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.