Olor a tugurio

Diez a?os despu¨¦s de su ¨²nica incursi¨®n como director de largometrajes, En brazos de la mujer madura, y 11 despu¨¦s de Tierra, de Julio Medem, su ¨²ltima producci¨®n, Manuel Lombardero regresa a la gran pantalla con una pel¨ªcula de g¨¦nero que hunde sus ra¨ªces en el cine negro americano, pero transport¨¢ndolo a la realidad social espa?ola de los millonarios labrados a fuerza de continuos delitos en los que el gran capo nunca parece mancharse las manos. Tuya siempre, ganadora de tres premios en el pasado Festival de M¨¢laga (actor secundario para Nancho Novo, maquillaje y m¨²sica), tiene atm¨®sfera, credibilidad y un dise?o formal tan arriesgado como meritorio.

Lombardero, con la excelente ayuda de su director de fotograf¨ªa, Jos¨¦ Luis Alcaine, y de los responsables de la banda sonora, Jos¨¦ Reinoso y Horacio Fumero, transporta al espectador hasta el irrespirable ambiente de ciertos tugurios de jazz, donde el humo de los cigarrillos y el olor a whisky compiten con la er¨®tica de la mirada y el roce de pieles. La fotograf¨ªa de grano duro compuesta por Alcaine para las escenas de interior otorga a la pel¨ªcula ese inconfundible tufo a borrachera nocturna, a desmayada juerga sin mesura trufada de conversaciones sobre lo divino y lo humano. Mientras, la historia del desgraciado que comienza a creerse importante porque hace ciertos trabajos para el mafioso de turno enlaza con el t¨ªpico pardillo del cine negro; ese que, como el Fred MacMurray de Perdici¨®n, se lanz¨® al fango "por el dinero y por la chica", pero acab¨® por no conseguir "ni el dinero ni a la chica".

En lo que, sin embargo, no acierta Lombardero es en la direcci¨®n de actores.

As¨ª, cada uno parece ir por su lado, en un registro dram¨¢tico distinto, variando el conjunto entre el presunto naturalismo de uno de los miembros de la banda de jazz, al que apenas se le entiende, y la magn¨ªfica interpretaci¨®n de Rub¨¦n Ochandiano, capaz de dar miedo y l¨¢stima en apenas unos segundos. Entre medias, la colombiana Flora Mart¨ªnez, la mujer fatal que arrastra a todos los protagonistas masculinos hacia la perdici¨®n, quiz¨¢ mal llevada por Lombardero, se equivoca con ese registro de coraz¨®n part¨ªo con la l¨¢grima siempre a punto de caramelo, m¨¢s propio del culebr¨®n que del cine negro. Es posible que el desenlace sea algo apresurado y que no todos los actores caminen en la direcci¨®n acertada, pero desde luego Lombardero ha hecho una pel¨ªcula dolorosa, sombr¨ªa y con un estupendo dise?o sonoro y de imagen.