Tripulante 18
El escritor Manuel Vicent deja por un d¨ªa su viejo barco para navegar con el Desaf¨ªo Espa?ol
La tripulaci¨®n la forman 17 regatistas. Para embarcar como tripulante invitado, el 18th Man, seg¨²n la jerga de la America's Cup, previamente hay que firmar un documento semejante al que te presentan en un hospital antes de operarte, puesto que el embarque conlleva riesgos que podr¨ªan afectar a la integridad f¨ªsica. El tripulante 18 exonera a la organizaci¨®n de cualquier responsabilidad civil y renuncia expresamente a ejercitar acciones de cualquier tipo frente a toda clase de da?o, perjuicio, coste y p¨¦rdida originados durante el tiempo en que permanezca a bordo.
Por otra parte, el tripulante 18 est¨¢ obligado a cumplir algunas reglas. Debe posicionarse por detr¨¢s de la rueda del barco y no puede asomar su cuerpo por fuera de la l¨ªnea vertical de la borda; debe utilizar ropa de un color que le diferencie claramente del resto de la tripulaci¨®n; no debe sacar v¨ªdeos, ni fotograf¨ªas, ni llevar tel¨¦fono m¨®vil, ni hablar o distraer a la tripulaci¨®n, ni tocar ning¨²n aparejo, cabo o escota; ni revelar despu¨¦s ninguna informaci¨®n confidencial a la que pudo tener acceso. S¨®lo debe contribuir a la regata con el posicionamiento de su cuerpo, para lo cual, antes de embarcar, debe ser pasado por la b¨¢scula. Y si su peso excede de los 100 kilos le dicen que se quede en tierra. El incumplimiento de cualquiera de estas reglas puede llevar a la desclasificaci¨®n.
El mar y el viento, tiranos volubles, est¨¢n ah¨ª desde la fundaci¨®n del planeta, y frente a ellos cualquier magnate no es m¨¢s que una pulga insignificante
Una larga encalmada es peor que una tempestad. A Col¨®n estuvieron a punto de echarlo por la borda los suyos movidos por el tedio de una calma chicha
Tuve la suerte y el privilegio de embarcar en el Desaf¨ªo Espa?ol 2007 en su estreno en la Copa del Am¨¦rica como tripulante 18. Despu¨¦s de cuatro jornadas sin viento en las bases de los equipos se produc¨ªa el efecto t¨ªpico de la calma chicha: un aburrimiento espantoso unido a un estado de nerviosismo a punto de estallar. Pero en este caso tambi¨¦n hay reglas no escritas. Ning¨²n navegante con experiencia se cabrea nunca contra la meteorolog¨ªa.
El mar y el viento, tiranos extremadamente volubles, est¨¢n ah¨ª desde la fundaci¨®n de este jodido planeta y frente a ellos cualquier magnate no es m¨¢s que una pulga insignificante. S¨®lo los novatos sue?an con que la naturaleza se va a amoldar a sus deseos y de lo contrario montan en c¨®lera. Paseando el tedio por los muelles y pantalanes de la America's Cup se pod¨ªan ver a las tripulaciones tendidas al sol en sus embarcaciones, a los curiosos en las terrazas y s¨®lo por el sosiego natural de unos y los nervios de otros se pod¨ªa distinguir qui¨¦nes eran avezados o primerizos.
Una larga encalmada en alta mar es casi peor que una gran tempestad. A Col¨®n estuvieron a punto de echarlo por la borda los suyos en medio del Atl¨¢ntico movidos por el tedio de una calma chicha.
Pero finalmente el viento lleg¨® a Valencia y despu¨¦s de ser pasado por la b¨¢scula, una prueba muy dura para mi narciso, me embarqu¨¦ con un atuendo n¨¢utico color calabaza.
-Si te caes al agua, no te vamos a recoger. Est¨¢ prohibido por el reglamento, me dijo Luis Doreste, el estratega del equipo, medalla de oro ol¨ªmpica.
-Bueno, ya qu¨¦ m¨¢s da.
-T¨² entras en la competici¨®n s¨®lo como peso muerto, a?adi¨® Miguel J¨¢uregui, el capit¨¢n.
-Me hago cargo.
El equipo del Desaf¨ªo Espa?ol 2007, antes de zarpar rumbo al campo de regatas, hizo sonar unos clarines de la fiesta nacional, seguidos de un largo mugido de toro y a continuaci¨®n salt¨® al aire la canci¨®n de Kiko Veneno Volando voy, volando vengo, un rito que les sirve para ocasionar a los tripulantes e infundirles coraje, pese a que el toro en Espa?a es siempre un animal perdedor.
En esta primera regata en que se estrenaba Desaf¨ªo Espa?ol el contrincante era el equipo italiano +39. Mientras las dos embarcaciones enfilaban el canal hacia mar abierta vi que el tripulante 18 de los adversarios iba bien sentado en popa fum¨¢ndose un puro. Deb¨ªa de ser un pez muy gordo por el aire de suficiencia que emanaba su figura; en cambio yo iba tirado en el suelo, con la espalda apoyada en un costado de la embarcaci¨®n; deb¨ªa cambiar de banda en cada virada y apalancar los pies en un poyete para no rodar por toda la popa; s¨®lo pod¨ªa vislumbrar la planicie tensa del velamen, al tripulante colgado de un arn¨¦s en la punta del m¨¢stil gobernando el travelling a m¨¢s de 30 metros de altura, abajo el fregado de la tripulaci¨®n y por encima de la borda la l¨ªnea de la Malvarrosa confundida con la memoria.
A la velocidad de las velas se ha hecho la mayor parte de la historia, pero contemplar desde fuera una regata suele ser muy aburrido porque la belleza del mar y la lentitud relativa de la navegaci¨®n se contradice con la lucha terrible que se instaura a bordo de la nave, donde el equipo funciona como un engranaje perfecto mediante un alarde de fuerza, sacrificio, inteligencia, excitaci¨®n y experiencia al servicio de la sagacidad.
El oleaje contra las amuras, el viento en las velas, el crujido de todos los goznes, no s¨®lo de la embarcaci¨®n sino del coraz¨®n de los tripulantes, dan una sensaci¨®n de extrema violencia y hacen de este deporte una haza?a muy dura que contrasta tambi¨¦n con el lujo y el glamour que ha quedado en tierra. Pese a la tempestad de dinero que se mueve en torno a la competici¨®n de la Copa del Am¨¦rica, convertida en un parque tem¨¢tico de la n¨¢utica, una vez a bordo del barco todo se convierte en un ejercicio muy puro, extremadamente compacto de esp¨ªritu y musculatura. M¨¢s all¨¢ del impudor del dinero y de la picaresca, la mar todo lo purifica.
Aquella primera jornada de regatas son¨® el pistoletazo de salida a las cinco de la tarde y uno de los tripulantes, el italiano Giovanelli, dio un pescoz¨®n en la mejilla ritualmente al resto de la tripulaci¨®n y el Desaf¨ªo Espa?ol comenz¨® a navegar la verdad de la vida con el polaco Karol Jablonski al tim¨®n y Luis Doreste oliendo los vientos como un alcot¨¢n. Fue su primera victoria.
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