Rafa Mart¨ªnez 'regala' el t¨ªtulo
El campe¨®n europeo de 2005 acaba cuarto tras fallar en sus dos mejores aparatos
La gimnasia no es un partido de tenis. Rara vez es cosa de dos. Las ca¨ªdas, los fallos, las imprecisiones, suelen ir dejando en la cuneta a los aspirantes y es habitual ver muchos cambios al frente de la clasificaci¨®n seg¨²n avanza la prueba. En los Europeos de Amsterdam, sin embargo, se esperaba que el t¨ªtulo masculino, el que reconoce al mejor gimnasta, al m¨¢s completo en los seis aparatos, fuera un duelo a cara de perro entre Rafa Mart¨ªnez, que defend¨ªa la corona ganada en 2005, y el jovenc¨ªsimo prodigio alem¨¢n Fabian Hamb¨¹chen. Y fue as¨ª s¨®lo en parte, porque el espa?ol fall¨® en dos de sus mejores aparatos y acab¨® regalando el t¨ªtulo y hasta la medalla de bronce. Fue cuarto y, aunque el objetivo que se hab¨ªa marcado era "estar entre los cinco primeros", su resultado dej¨® mal cuerpo a todo el equipo espa?ol.
Una de las grandes cualidades de Rafa Mart¨ªnez es su frialdad, su temple, algo que, seg¨²n Amador Cernuda, el psic¨®logo de la gimnasia espa?ola, "es natural en ¨¦l". Es muy dif¨ªcil que se ponga nervioso y, como los mejores deportistas, es capaz de sacar lo mejor de s¨ª mismo en las grandes competiciones. Pero una cosa es competir y otra muy distinta defender un t¨ªtulo europeo, algo que no hab¨ªa logrado ning¨²n gimnasta espa?ol desde que el m¨ªtico y malogrado Joaqu¨ªn Blume lo hiciera a finales de los a?os 50. Al madrile?o de 23 a?os le pudo la presi¨®n de competir contra s¨ª mismo, contra su gran resultado de hace dos a?os. ?sa era al menos la explicaci¨®n que daba al terminar la competici¨®n su entrenador personal, Fernando S¨ªscar, el mismo que adopt¨® deportivamente a Mart¨ªnez en 2003, despu¨¦s de que rega?ara con su entrenador de toda la vida. El gimnasta abandon¨® el pabell¨®n sin hacer declaraciones.
La prueba se desarroll¨® seg¨²n el gui¨®n previsto hasta el tercer aparato, que marca la mitad de la final. Al enfrentamiento entre el espa?ol y el alem¨¢n se hab¨ªa sumado el ruso Deviatovski, que acabar¨ªa ganando. Los tres se med¨ªan de cerca, pues estaban en el mismo grupo. Tocaba suelo, una de las grandes especialidades del espa?ol, que participar¨¢ hoy en la final de este aparato. Por eso, cuando Mart¨ªnez enfil¨® la segunda diagonal y sali¨® rebotado, como si sus tobillos vendados -est¨¢ operado hasta cinco veces del izquierdo, la ¨²ltima el a?o pasado- no esperaran el suelo donde lo encontraron, fue una sorpresa. Ca¨ªda y salida del tapiz. Doble deducci¨®n. El gimnasta acab¨® el ejercicio tan decepcionado que cuando pas¨® por delante de su entrenador ni siquiera le mir¨®. Los jueces dieron raz¨®n a su desencanto: 13,975.
Con el oro cada vez m¨¢s lejos, la competici¨®n parec¨ªa un tormento para el espa?ol. Las largas esperas entre ejercicio y ejercicio tampoco ayudaban a templar los nervios. Nuevo ejercicio, potro con arcos, y nueva ca¨ªda. Pese a la "mala competici¨®n" de Mart¨ªnez, roz¨® el bronce tras una espectacular ca¨ªda del rumano Selariu en la barra. Pero no era el d¨ªa del mejor gimnasta espa?ol. Tampoco de Hamb¨¹chen, que tambi¨¦n se cay¨® y dej¨® a Deviatovski en lo m¨¢s alto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.