Moneo, seg¨²n el pueblo
La ampliaci¨®n del Prado provoca reacciones encontradas entre los 4.800 visitantes de su primer d¨ªa abierto al p¨²blico
"Las escaleras mec¨¢nicas parecen de El Corte Ingl¨¦s"; "se nota que los materiales son caros"; "en el borde biselado del cubo no se puede apoyar la c¨¢mara"; o "montar piedra a piedra el claustro tuvo que ser como construir una pir¨¢mide". Ayer, la ampliaci¨®n del Prado proyectada por Rafael Moneo pas¨® una prueba crucial: enfrentarse por primera vez a las cr¨ªticas y elogios del p¨²blico.
Los madrile?os (apenas hab¨ªa turistas) no acudieron en masa a Abierto, la iniciativa que muestra las nuevas instalaciones pr¨¢cticamente vac¨ªas hasta el 1 de julio. Aqu¨ª, la obra expuesta no cuelga de las paredes, lo que hay que admirar son las propias paredes.
Tras cinco a?os de pol¨¦mica no hubo grandes colas, y eso que entrar es gratis e incluye las explicaciones de estudiantes de arquitectura. Aunque los 4.800 visitantes de ayer fueron menos de los esperados, estaban muy motivados. "La gente sabe un mont¨®n del proyecto", dice Marisa, una de las gu¨ªas, "y pregunta mucho".
La ausencia de colas caracteriza un estreno sin turistas y con mucho jubilado y amante de la arquitectura
Por lo visto ayer, dos son las cosas que m¨¢s preocupan o interesan a los que estrenaron el espacio: ?qu¨¦ va a pasar con la colecci¨®n del Prado? y ?cu¨¢nto espacio se ha ganado? La respuesta a la primera pregunta es que la ampliaci¨®n albergar¨¢ las exposiciones temporales, la cafeter¨ªa y otros servicios. A la segunda es que el nuevo edificio suma m¨¢s de la mitad de la superficie del antiguo. La opini¨®n m¨¢s repetida de la gente, sin embargo, era calificar ampliaci¨®n como "emocionante".
Luis Nicolas, de 86 a?os, fue a ver con sus propios ojos la causa de tanta pol¨¦mica: "Me parece una obra magn¨ªfica", dice, "que resuelve lo que yo llamo 'lo antiguo posmoderno". Para Juan, de siete, lo m¨¢s "chulo" es lo que ¨¦l llama "el ascensor", el cubo de cristal, o linterna, que est¨¢ en el centro f¨ªsico y conceptual del proyecto de Moneo.
Entre el p¨²blico, mucho jubilado y estudiante de arquitectura. A Gabriel y Laura, de 19 y 20, "seguidores inducidos por la escuela de Moneo", les encanta "la expresividad de la puerta de Cristina Iglesias en un edificio tan racional". A Margarita y Mar¨ªa de las Nieves, profesoras jubiladas, les parece que "el cubo va a su bola". "Moneo ha olvidado la visi¨®n global; la integraci¨®n en el entorno", dicen y se quejan de que en las paredes rojas de la Sala de las Musas, "el color se va a comer los cuadros".
Seg¨²n Carlos, de 26 a?os, otro de los gu¨ªas, la gente tiene opiniones muy apasionadas. ?l trata de explicar "c¨®mo en toda gran obra hay torpezas y cosas de maestro, pero que, sobre todo, esto es un espacio ganado al Prado, no una escultura en honor de nadie".
Probablemente siguiendo una de estas apasionadas discusiones sobre la obra, un visitante le grita a otro: "?Pepe, que me voy a cagar en Moneo!" y se pierde en los ba?os del nuevo edificio.
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