Fin de partida en Kosovo
En los pr¨®ximos meses se tomar¨¢ una importante decisi¨®n que pondr¨¢ a prueba la capacidad de la comunidad internacional, sobre todo la de Europa, para resolver conflictos. El problema es el estatus de Kosovo: la ¨²ltima cuesti¨®n que queda por resolver del ensangrentado rompecabezas balc¨¢nico. Para serbios y albaneses, Kosovo es un lugar perseguido por la historia. Pero el mundo no debe permitir que sus sobrecargados relatos del pasado enturbien nuestras iniciativas para construir un futuro mejor.
En la d¨¦cada de 1990, despu¨¦s de sus atrocidades en Bosnia, el r¨¦gimen serbio de Slobodan Milosevic aboli¨® la tradicional autonom¨ªa kosovar, reprimiendo los derechos de la inmensa mayor¨ªa albanesa de la provincia. La OTAN, en lugar de limitarse a mirar horrorizada, como hab¨ªa hecho al comienzo de la guerra en Bosnia, decidi¨® intervenir antes de que las fuerzas de Milosevic pudieran de nuevo devastar a uno de los grupos ¨¦tnicos que formaban la antigua Yugoslavia. En juego estaban la seguridad de la Uni¨®n Europea y la responsabilidad moral de Europa despu¨¦s de los cr¨ªmenes cometidos durante la II Guerra Mundial.
Tras la intervenci¨®n de la OTAN, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas adopt¨® por unanimidad la resoluci¨®n 1244, que situaba a Kosovo bajo administraci¨®n de la ONU. Desde 1999, las pol¨ªticas de la comunidad internacional con respecto a esta provincia han contado con un amplio respaldo, el de Rusia incluido.
Ahora ha llegado el momento de resolver de manera permanente el estatus de Kosovo. De no ser as¨ª, la estabilidad que la ONU ha llevado a la provincia, y a la regi¨®n, no durar¨¢. En la actualidad el desempleo llega al 40% en Kosovo y alimenta la inseguridad pol¨ªtica. La econom¨ªa de Kosovo, si no puede acceder a cr¨¦ditos exteriores del Banco Mundial o del FMI, seguir¨¢ estancada.
El esclarecimiento del estatus de Kosovo tambi¨¦n es una necesidad para la minor¨ªa serbia de la provincia, que contin¨²a viviendo en la incertidumbre, sin saber si ha de mirar a Belgrado o a Pristina en busca de protecci¨®n para sus derechos. Adem¨¢s, dejar¨ªa las manos libres, tanto a Serbia como a la UE, para proceder a las reformas internas y la integraci¨®n internacional que necesita la primera.
Ahora, el enviado especial de la ONU para el Establecimiento del Estatus Futuro de Kosovo, el ex presidente finland¨¦s Martti Ahtisaari, ha presentado, despu¨¦s de 14 meses de intensas negociaciones con Belgrado y con Pristina, una propuesta de acuerdo al Consejo de Seguridad. La audaz propuesta de Ahtisaari, que recomienda la independencia de Kosovo bajo la supervisi¨®n inicial de una fuerte presencia internacional, tanto civil como militar, es la ¨²nica opci¨®n viable para la comunidad internacional, y en concreto para Europa.
La reintegraci¨®n de Kosovo en Serbia es indefendible. Desde el final del conflicto en junio de 1999, este pa¨ªs no ha ejercido ninguna autoridad gubernamental sobre la provincia. Bajo la administraci¨®n de la ONU se han creado instituciones kosovares leg¨ªtimas para gestionar su pol¨ªtica interna. El pueblo de Kosovo, una vez establecidas dichas instituciones, cuenta con alcanzar un mayor autogobierno.
Por desgracia, Belgrado, al concebir la vuelta de Kosovo al dominio serbio, aunque sea con autonom¨ªa, hace caso omiso de estas realidades. De hecho, Serbia no tiene una estrategia viable para integrar a los dos millones de kosovares en sus instituciones pol¨ªticas y en su vida p¨²blica.
Est¨¢ claro que la ONU no puede resolver los problemas estructurales de Kosovo, es decir, su necesidad de desarrollar una econom¨ªa viable y de comenzar a relacionarse con la UE: el motor m¨¢s poderoso con que cuenta la regi¨®n para hacer reformas y desarrollarse econ¨®micamente. Pero esto no significa que ahora la comunidad internacional y la UE deban dejar que Kosovo se las arregle solo.
Las relaciones entre su mayor¨ªa albanesa y su minor¨ªa serbia siguen siendo precarias. De manera que es urgente establecer salvaguardas s¨®lidas para proteger a las minor¨ªas, sobre todo a la serbia. La supervisi¨®n de la independencia de Kosovo por medio de una importante presencia internacional, tanto civil como militar, ser¨¢ esencial para garantizar que la provincia cumple las obligaciones que determina la propuesta de acuerdo.
Lo que ahora necesitamos es voluntad para adoptar y aplicar el plan de Ahtisaari. El Consejo de Seguridad decidir¨¢ el estatus de Kosovo, pero es la Uni¨®n Europea la que tendr¨¢ que convivir con ¨¦ste y con Serbia. De hecho, la suerte de Kosovo est¨¢ inextricablemente unida a la de la propia UE. Un Kosovo fuerte y estable precisar¨¢ de una Europa cohesionada y unida. Si la UE se divide respecto a un problema situado en su centro geogr¨¢fico -y en el de sus intereses-, su credibilidad como actor en el ¨¢mbito internacional respecto a cuestiones que superen los l¨ªmites de sus fronteras saldr¨¢ gravemente perjudicada. Adem¨¢s, s¨®lo una UE unida podr¨¢ incorporar a Rusia a una pol¨ªtica balc¨¢nica coordinada.
Esto significa que la UE tampoco puede dejar que Serbia se las arregle sola. Debe dejar claro que est¨¢ dispuesta a apoyarla -y tambi¨¦n al conjunto de la regi¨®n- en la materializaci¨®n de sus pretensiones europe¨ªstas. La seguridad de Europa est¨¢ ligada a la integraci¨®n de Serbia, tanto como las aspiraciones de ¨¦sta lo est¨¢n a la UE.
Sin embargo, el precio del apoyo de la UE no puede cambiar: los principales criminales de guerra Ratko Mladic y Radovan Karadzic deben ser entregados al Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIEY) instalado en La Haya. Hoy como ayer, el primer paso hacia la integraci¨®n europea de Serbia es una cooperaci¨®n plena con esa instancia.
Serbia tiene un brillante futuro dentro de la UE, pero para acceder a ¨¦l debe romper con su propio pasado, tanto respecto a Kosovo como en lo tocante a las atrocidades de la ¨¦poca de Milosevic.
Joschka Fischer, ex ministro de Exteriores y vicecanciller de Alemania, es profesor visitante en la Escuela Woodrow Wilson de la Universidad de Princeton. Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo. ? Project Syndicate / Institute of Human Sciences, 2007.
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