Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa
La asignatura Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa pretende evitar que los actuales efectos negativos de una secular ausencia de cultura democr¨¢tica en Espa?a se sigan perpetuando. La crispaci¨®n como estrategia en la lucha por el poder es un tipo de violencia heredada de un siglo y medio de guerras civiles y hunde sus ra¨ªces en ocho siglos de guerras de religi¨®n contra musulmanes y jud¨ªos patrios, turcos y protestantes europeos, con todo el fanatismo, intolerancia y af¨¢n exterminador que acarrearon y que han marcado el inconsciente colectivo de un gran sector del pa¨ªs. Nuestro r¨¦gimen anterior fue una larga dictadura represora, nacida de una guerra de exterminio de los dem¨®cratas, que educ¨® a dos generaciones en un "esp¨ªritu nacional" sectario y dogm¨¢tico, basado en los m¨¢s rancios t¨®picos antiliberales y antidemocr¨¢ticos y plagado de mentiras hist¨®ricas. Tan mala educaci¨®n era, a su vez, fruto de esa vieja mentalidad intolerante y de una supina ignorancia de la verdadera historia espa?ola, convertida en una perenne lucha entre el bien (las derechas) y el mal (las izquierdas).
Con esos antecedentes no extra?a el baj¨ªsimo nivel de cultura pol¨ªtica tras 30 a?os de democracia formal y el desconocimiento de su origen hist¨®rico. Abundan los ejemplos diarios: los ¨ªndices de participaci¨®n electoral; los no sabe, no contesta de las encuestas; la inopia de periodistas j¨®venes en materias juridicopol¨ªticas; los ni idea ante preguntas de historia en los concursos televisivos; el lenguaje insultante y soez de los blogs de la derecha; los pateos y broncas de ciertos parlamentarios bien conocidos. Los valores constitucionales de respeto a la libertad, al consenso y al pluralismo no son vividos por muchas personas. Seg¨²n una encuesta oficial, el 40% no cree que la democracia sea el menos malo de los sistemas pol¨ªticos. Es verdad que estos valores se aprenden mejor si los practican los pol¨ªticos profesionales y los promueven los medios de comunicaci¨®n. Pero la conducta de ambos no ha sido nada ejemplar (sobre todo por la derecha eterna) y el periodismo ha fallado por lo general en su misi¨®n educadora, movido ante todo por lo conflictivo, morboso y fr¨ªvolo, que es lo que produce mayor venta entre un p¨²blico superficial e ignaro.
La nueva asignatura no puede sustituir por ahora esa educaci¨®n b¨¢sica cuyos maestros han de ser los pol¨ªticos y los periodistas, pero pone las bases de un futuro comportamiento c¨ªvico, democr¨¢tico, patri¨®tico de verdad, informado, responsable y participativo. Promueve el respeto y la ampliaci¨®n de todos los derechos humanos y de toda minor¨ªa social; presenta el di¨¢logo como ¨²nica soluci¨®n de los conflictos, la igualdad de g¨¦neros, la solidaridad sin fronteras, la paz en la justicia; combate la xenofobia y el racismo; describe objetivamente y ensalza la pluralidad pol¨ªtica sin autoritarismos, as¨ª como la nacional, cultural y ling¨¹¨ªstica de los espa?oles; la laicidad del Estado y el valor de la religi¨®n, las reglas ¨¦ticas entre partidos, el an¨¢lisis cient¨ªfico de las ideolog¨ªas y los deberes ecol¨®gicos; todo ello sin sectarismo ni dogmas doctrinales impuestos a los alumnos. Por eso es pura calumnia interesada alegar, como alega la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica, que se trata de un totalitarismo moral contrario a la fe cristiana, al que incita a rebelarse por objeci¨®n de conciencia. Quien no dud¨® en bendecir el nacionalcatolicismo del cat¨®n franquista obligatorio protesta ahora por que se forme a la juventud en la tolerancia respetuosa. Si tal cat¨®n volviera, nada objetar¨ªan los partidarios de la antigua intolerancia. El propio presidente de la Conferencia Episcopal acaba de reconocer: "toda intervenci¨®n directa de la Iglesia (en el campo del ordenamiento pol¨ªtico y social) constituir¨ªa una injerencia indebida". Su ataque a la nueva asignatura es un ejemplo de predicar y no dar trigo, pues se justifica, entre otras sinrazones, por un supuesto atentado a la moral cat¨®lica en el caso de la homosexualidad. Ahora bien, la condena de la homofobia es puro respeto c¨ªvico a la no discriminaci¨®n. Respetar no es recomendar ni promover. Lo verdaderamente cristiano es esa ¨¦tica de la pluralidad convivente en la igualdad, no la de condenar inquisitorialmente todo aquello que no coincide con ciertas opiniones, harto discutibles y sin fundamento, sobre la naturaleza humana.
La crispaci¨®n pol¨ªtica promovida por cierto partido cuenta conscientemente con el pobre nivel de cultura democr¨¢tica y con la ignorancia de muchos ciudadanos. Sin esas carencias ancestrales su estrategia fracasar¨ªa, como fracasa en zonas del pa¨ªs (Catalu?a entre ellas) con mayor educaci¨®n c¨ªvica. Nuestra democracia peligra y el fantasma del caudillaje mesi¨¢nico sobre un pueblo agresivo pero servil, irracional e inculto, vuelve a rondarnos como si volvi¨¦ramos atr¨¢s varios siglos o tan s¨®lo 30 a?os. Mientras cobra sus frutos futuros la nueva asignatura de Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa, al haber formado a los m¨¢s j¨®venes en los ideales por los que siempre lucharon los dem¨®cratas de esta desventurada patria, hagamos todos lo posible por educar a nuestros conciudadanos con la palabra y, sobre todo, con el ejemplo.
J. A. Gonz¨¢lez Casanova es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional de la UB.
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