Nueva derecha y socialismo de siempre
Los franceses saben usar su sistema pol¨ªtico a fondo, aprovechando todos los resquicios posibles e imaginables. Por eso en la primera vuelta sobran los candidatos. Algunos se proponen ganar. Otros se contentan con defender un punto de vista, con imponer un nombre, con hacer un saludo a alguna bandera, por minoritaria o extravagante que ¨¦sta pueda ser. Seg¨²n veo ahora, en la primera vuelta, la del domingo 22 de abril, hubo tres candidatos trotskistas. A m¨ª no me extra?a demasiado. Francia es el pa¨ªs de las facciones pol¨ªticas, de las divisiones y las subdivisiones, sobre todo en la izquierda. Las ideolog¨ªas, el abuso de las ideolog¨ªas, el gusto por los debates te¨®ricos, conducen a una curiosa y a veces abrumadora proliferaci¨®n de tendencias. Me toc¨® verlo en acci¨®n, en su salsa genuina, en su m¨¢xima virulencia, durante las jornadas de Mayo de 1968. Comparada la situaci¨®n actual con la de aquella ¨¦poca, la del final del gaullismo, siempre me parece m¨¢s apaciguada, menos dram¨¢tica, de tendencias m¨¢s difusas, de fronteras intelectuales menos marcadas. En el primero de los grandes desfiles de aquella rebeli¨®n estudiantil, los j¨®venes rebeldes, los que ocupaban las primeras filas, declararon a la prensa que hab¨ªan llevado a remolque a "la cr¨¢pula estalinista". En esos tiempos de insurrecci¨®n m¨¢s o menos general, las palabras no se med¨ªan demasiado. El marxismo era una filosof¨ªa de confrontaci¨®n, de oposici¨®n, de guerra interna en la sociedad, y el lenguaje de aquellos a?os lo demostraba en cada inflexi¨®n ret¨®rica, en cada vuelta de frase.
Al ver los programas pol¨ªticos de la televisi¨®n de estos d¨ªas, tengo la impresi¨®n de que los candidatos, a pesar de que se tiran estocadas a cada rato, usan un lenguaje mucho menos provocativo, menos agresivo. En otras palabras, cultivan unas apariencias de cortes¨ªa, de buenas maneras. Se dir¨ªa que la tolerancia, que fue una virtud pol¨ªtica importante en los comienzos de la Revoluci¨®n Francesa, perdi¨® prestigio a lo largo del siglo XX, siglo no s¨®lo de guerra fr¨ªa, sino tambi¨¦n de fren¨¦ticas guerras verbales, y ahora, en los primeros pasos del XXI, lo empieza a recuperar. La virtud de la tolerancia no es necesariamente corrompida, ni blanda, ni entreguista. Pero tiene un aura ambigua que no es f¨¢cil destruir. Por algo, al hablar de casas mal afamadas, se habla de casas de tolerancia.
Sarkozy, por ejemplo, despu¨¦s de sacar la mayor¨ªa relativa en la primera vuelta, en su primera aparici¨®n p¨²blica le dirigi¨® un saludo amable, aunque interesado y en el fondo envenenado, a su adversaria socialista S¨¦gol¨¨ne Royal. Desde su mayor¨ªa, pod¨ªa permitirse un gesto elegante. Adem¨¢s, ese gesto ten¨ªa una doble intenci¨®n. Ambos buscamos lo mejor para el pueblo franc¨¦s, parec¨ªa decir entre l¨ªneas, pero los instrumentos m¨ªos, los medios que me propongo utilizar para conseguir este fin com¨²n, son mucho m¨¢s eficaces que los suyos. El discurso de S¨¦gol¨¨ne, en cambio, fue m¨¢s duro y recurri¨® en alg¨²n momento a los temas cl¨¢sicos del viejo socialismo. Entre ellos, a la denuncia del poder del dinero y de los grandes consorcios financieros en la derecha representada por Nicol¨¢s Sarkozy.
Al mismo tiempo, tuve la impresi¨®n, y s¨®lo pretendo transmitir esa impresi¨®n, sin d¨¢rmelas de experto en pol¨ªtica francesa ni en nada parecido, de que S¨¦gol¨¨ne Royal es una oradora m¨¢s bien r¨ªgida, con escasa capacidad de improvisaci¨®n, que sabe lo que dice, pero que no domina por completo la manera de decirlo. Frente a Sarkozy tuve la impresi¨®n contraria. No dice demasiado, m¨¢s bien evita entrar en los temas de fondo, pero habla con notable fluidez, en un tono de charla amable, de confesi¨®n, en determinados pasajes casi de pr¨¦dica, y consigue levantar a su p¨²blico. "?Es un encantador de serpientes, o es una pura idea m¨ªa?", le pregunt¨® a una persona de la edici¨®n literaria, una persona enterada y que sigue las cosas de cerca, y me contest¨® de inmediato, haciendo vigorosos gestos afirmativos: "?Es exactamente lo que usted dice!". Moviendo las manos como un director de orquesta, Sarkozy encontraba las palabras adecuadas y parec¨ªa que las moldeaba, que las acariciaba y les sacaba brillo con los ojos.Las encuestas del momento le dan a Sarkozy una ventaja de cinco puntos y fracci¨®n sobre su competidora. En las circunstancias actuales, no parece f¨¢cil que esto cambie. Ahora bien, si se analizan las diferencias reales entre ambos candidatos, se puede llegar a conclusiones interesantes sobre las tendencias francesas de hoy, conclusiones que tambi¨¦n sugieren algo acerca del panorama europeo. S¨¦gol¨¨ne insiste en los grandes temas de la protecci¨®n social y del empleo. El ¨¦nfasis de Sarkozy est¨¢ en otra parte: en la seguridad, en la protecci¨®n de los ciudadanos, que incluye, sin que se lo diga en forma expl¨ªcita, la protecci¨®n de sus propiedades, y en la defensa de los viejos valores de la vida francesa. Todos terminan sus discursos con las frases tradicionales, que le escuch¨¦ en su tiempo al general De Gaulle, que escuch¨¦ m¨¢s tarde en boca de Fran?ois Mitterrand, "Viva Francia", "Viva la Rep¨²blica", pero la derecha pone el acento en Francia, y la izquierda, en las tradiciones republicanas. Llegado a este punto, me hago una pregunta inquietante: ?no ser¨¢ que Sarkozy le arrebat¨® sus temas al nacionalista Le Pen y los suaviz¨®, los rode¨® de un lenguaje m¨¢s aceptable, les coloc¨® un maquillaje que les permite acceder a los terrenos de la correcci¨®n pol¨ªtica? Si es as¨ª, se podr¨ªa creer en la llegada al poder de una derecha mucho m¨¢s dura que la de Chirac o la de gobiernos anteriores: m¨¢s intransigente frente a temas como la inmigraci¨®n, la lucha contra la delincuencia o contra el terrorismo. Uno de los candidatos menores, que despu¨¦s de su prevista derrota parti¨® a tomarse unas cervezas en la taberna de su barrio, dijo lo siguiente: en poco tiempo m¨¢s, en estos mismos barrios, la polic¨ªa va a golpear mucho m¨¢s fuerte. Y eso no es poco decir. He visto a la polic¨ªa francesa y, sobre todo, a sus comandos especiales, en acci¨®n en tiempos de conflictos serios, y s¨¦ de qu¨¦ hablaba el candidato de la primera vuelta con su vaso de cerveza en la mano. Vamos a verla actuar en estos barrios, dec¨ªa ¨¦l, precisamente, y la vamos a ver repartiendo golpes a diestra y siniestra.
Hasta aqu¨ª s¨®lo me he referido a las dos primeras mayor¨ªas, pero uno de los aspectos originales de esta elecci¨®n consiste en que el candidato que entr¨® en tercer lugar, el centrista Fran?ois Bayrou, es el hombre que podr¨ªa tener en su mano la clave de toda la situaci¨®n. En su primera conferencia de prensa, el mi¨¦rcoles 25 de abril en la tarde, Bayrou no ha dado ninguna consigna de voto, como era f¨¢cil de prever, y ha criticado a las dos primeras mayor¨ªas en t¨¦rminos meridianamente claros. Sarkozy, ha dicho, por su temperamento mismo, por el estilo de gobierno que ha demostrado en sus largos a?os de ministro, va a tratar de conseguir una m¨¢xima concentraci¨®n del poder, va a ejercer una presidencia autoritaria y probablemente va a llevar a los franceses a situaciones de conflicto. S¨¦gol¨¨ne Royal, por el contrario, indica con insistencia que espera formar un Estado mucho m¨¢s intervencionista que el actual, cosa que se contradice con la idea de una renovaci¨®n y una necesaria y urgente modernizaci¨®n de la econom¨ªa francesa. En otras palabras, Bayrou se presenta a s¨ª mismo como el ¨²nico que puede sacar a Francia de esta polarizaci¨®n, de estos dos extremos peligrosos. Me pareci¨® que su cr¨ªtica de Sarkozy era m¨¢s acerada, m¨¢s intransigente, que la que lanz¨® a la se?ora Royal. Pero en esta conferencia hubo un anuncio esencial: Bayrou, que viene de las antiguas formaciones de la derecha gaullista, que fue ministro de gobiernos de derecha m¨¢s o menos recientes, ha decidido formar ahora un Partido Dem¨®crata, de centro, que intentar¨¢ liberar a los franceses de dilemas que le parecen anacr¨®nicos, propios de una pol¨ªtica anticuada y de guerra fr¨ªa. Despu¨¦s de la conferencia, me dediqu¨¦ a observar una serie de reacciones en la ciudad de Lyon, donde el voto centrista, superior al veinte por ciento, fue uno de los m¨¢s altos de Francia. Muchos de los entrevistados en la calle hablaban con claro rechazo de Sarkozy, pero ninguno se pronunci¨® en favor de S¨¦gol¨¨ne. Algunos dijeron que todav¨ªa no hab¨ªan tomado su decisi¨®n y otros aseguraron en forma rotunda que votar¨ªan en blanco. Todos se mostraban entusiasmados, por otra parte, con el nuevo partido anunciado por Fran?ois Bayrou. El porvenir inmediato, en buenas cuentas, se ve bastante definido. Lo que no se ve claro, en cambio, es la derivaci¨®n que podr¨ªa tener un gobierno de derecha dura, con ribetes claramente nacionalistas, al estilo de Berlusconi, y con una fuerte oposici¨®n del nuevo centro formado por Bayrou y de la izquierda cl¨¢sica, en la Francia de vieja escuela pol¨ªtica y de una derecha componedora, negociadora, que ahora deja Jacques Chirac.
Jorge Edwards es escritor chileno.
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