Bolas en Sheffield
En los canales tem¨¢ticos de deportes, se retransmite estos d¨ªas el Campeonato Mundial de snooker, una modalidad brit¨¢nica de billar o algo as¨ª. Se producen tambi¨¦n en estos d¨ªas unas detenciones de etarras en Inglaterra. Aparentemente son dos noticias sin conexi¨®n, pero atando cabos descubrimos que ?los dos hechos se producen en la misma ciudad: Sheffield! Esto no puede ser una casualidad. No parece habitual la presencia de etarras en el Reino Unido, as¨ª que habr¨¢ que deducir que algo les habr¨¢ llevado hasta all¨ª. Las grandes estrellas de snooker (con nombres tan sonoros como Sean Murphy, Ronnie O'Sullivan o John Parrot) llevan publicidad en los chalecos que parecen ser el uniforme oficial. La posibilidad de que luzcan una ikurri?a en la solapa es, quiz¨¢, el objetivo del comando detenido. Es un territorio virgen para llevar a la opini¨®n p¨²blica internacional el conflicto vasco.
(En Galicia sabemos mucho de encuentros casuales por el mundo adelante. Es m¨¢s f¨¢cil encontrar a Pepi?o en Madrid, Manhattan o Madagascar que en su casa a las horas de comer. Por eso no nos hemos percatado de la imposible coincidencia eusko-snooker en Sheffield.)
La posible intervenci¨®n etarra en este Campeonato no tiene nada que ver con la fantasmal aparici¨®n de ETA en el jucio por el 11-M. M¨¢s bien se trata de una conexi¨®n mental, una telequinesis c¨®smica o un ejercicio de transmisi¨®n del pensamiento. Un jugador de billar juega b¨¢sicamente contra s¨ª mismo. Es lo que pasa en los juegos que no son de azar, sino que todo lo que se cuece pasa entre las orejas, o sea, en el cerebro. Como en el ajedrez, un juego violento que reproduce una realidad militar sobre un tablero. Son estos juegos una met¨¢fora de la condici¨®n humana. Nuestro peor enemigo somos nosotros mismos. Quiz¨¢ el proceso de paz en Euskadi tiene algo de eso. La mayor lucha de la gente dispuesta a negociar en ambos bandos es contra la propia inercia. Una vez puesta en marcha una maquinaria es dif¨ªcil pararla. Y, como Gerry Adams en Irlanda, es a¨²n m¨¢s dif¨ªcil convencer a los compa?eros de viaje que la m¨¢quina no va a ninguna parte. Son procesos muy complejos pero no por ello hay que dejar de intentarlo. Como en el snooker y el ajedrez. Lo dif¨ªcil mola m¨¢s que lo f¨¢cil porque la satisfacci¨®n al final es mayor.
(Los gallegos tambi¨¦n sabemos mucho de esto. Nuestro cableado cerebral es como nuestras carreteras secundarias: largo y sinuoso. Por eso no se entiende que juguemos tan poco al billar o al ajedrez. Claro que tenemos otras cosas con las que complicarnos la vida...)
Una lucha interior puede ser m¨¢s sangrienta que darse de bofetadas por una discusi¨®n de tr¨¢fico. Las heridas tambi¨¦n pueden ser m¨¢s profundas. El jugador de snooker que falla una bola cuando lo tiene todo a favor, otorga al contrario la posibilidad de arrasarle sin darle tiempo a levantarse de la silla. Por eso el remordimiento ante la derrota se debe hacer insoportable, exactamente igual que en el ajedrez. No creo que haya jugadores de este tipo que echen balones fuera y culpen a la marruller¨ªa del contrario, al estado del terreno de juego o al ¨¢rbitro de su derrota. El ¨²nico culpable es uno mismo. Pasa algo parecido en la m¨²sica. Miles Davis se arrepinti¨® toda su vida de un concierto en el que no dio un si bemol en el momento justo. No pod¨ªa culpar al Estado espa?ol, ni a la kale borroka, ni a Batasuna de un fallo que, probablemente, nadie, salvo ¨¦l, hab¨ªa notado. Pero lo dec¨ªa en voz alta para asombro de propios y extra?os.
(De esto tambi¨¦n sabemos por aqu¨ª. Lo que pasa es que nos mortificamos en exceso y, a veces, cuando nos mean encima, decimos que llueve. A lo mejor ten¨ªamos que haber mandado una delegaci¨®n a Sheffield para aprender la justa medida de la autocr¨ªtica).
En el snooker hay ¨¢rbitros, de ademanes refinados y voz convincente. Sin pito ni bander¨ªn y vestidos de esmoquin. Quiz¨¢ podr¨ªamos contratarles para cualquier negociaci¨®n que se nos plantee, ya sea el fin del conflicto en Euskadi o la rivalidad entre Vigo y Coru?a. Por lo pronto, mi vecino ya tiene sus vacaciones planeadas en Sheffield este verano.
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