Horror al vac¨ªo
Zbigniew Brzezinski, que fue secretario de Estado con Jimmy Carter, y a quien se le considera como uno de los grandes expertos en pol¨ªtica exterior norteamericana, ha hecho un riguroso balance de la presidencia de George W. Bush, que se puede resumir en dos frases: "Consigui¨® convertir su oportunidad en una herida que se ha infligido a s¨ª mismo y que permanece abierta, provocando una escalada de hostilidad global contra Estados Unidos". "Gracias a la conducci¨®n unilateral de la pol¨ªtica exterior despu¨¦s del 11-S, el s¨ªmbolo que evoca a Am¨¦rica a ojos del mundo ha dejado de ser la Estatua de la Libertad y ha pasado a ser el campo de prisioneros de Guant¨¢namo". Brzezinski todav¨ªa cree que EE UU tendr¨¢ una segunda oportunidad, y as¨ª ha titulado el libro donde lo cuenta (Second Chance. Three Presidents and the Crisis of American Superpower). "Pero no nos equivoquemos", escribe, por si acaso, "restaurar la credibilidad pol¨ªtica y la legitimidad de Am¨¦rica exigir¨¢ muchos a?os de esfuerzos voluntariosos y de enorme habilidad".
La m¨¢s reciente evoluci¨®n de los acontecimientos evidencia el vac¨ªo pol¨ªtico creado por el fiasco de Irak y la falta de salida alguna en el horizonte. Aquel ensue?o, m¨¢s que proyecto, abrigado desde Washington, de crear un Estado democr¨¢tico y fiable en Oriente Pr¨®ximo, con petr¨®leo y clases medias, sobre las ruinas de la dictadura de Sadam Husein se ha girado contra quien lo dise?¨®. Ir¨¢n ha emergido, en cambio, como potencia regional, dispuesta a aprovechar la circunstancia para liderar a los pa¨ªses isl¨¢micos y a ejercer su influencia en todo el Oriente Pr¨®ximo. Y como reacci¨®n al protagonismo de Teher¨¢n, otro pa¨ªs isl¨¢mico como Arabia Saud¨ª mueve sus peones para situarse de nuevo en cabeza de la diplomacia y de la acci¨®n pol¨ªtica en la zona, tras un largo periodo de pasividad e inacci¨®n vinculada a sus estrechas relaciones con Washington.
Todas las piezas trastabillan. EE UU no tiene un segundo disparo, despu¨¦s del tiro fallido de Irak, sea cual sea la amenaza. Su pol¨ªtica de alianzas se ha ido al garete. No se le reconoce tampoco como negociador con alg¨²n atisbo de equilibrio entre las dos partes del conflicto israelo-palestino. Israel ha perdido su capacidad de disuasi¨®n militar tras el fracaso en la guerra con Hezbol¨¢. Turqu¨ªa se halla en plena ebullici¨®n interna, en una din¨¢mica que gira alrededor de dos ejes, el del laicismo y el de la integraci¨®n en Europa, pero tambi¨¦n se ve cebada por el peligro de disgregaci¨®n de Irak y la amenaza de un Kurdist¨¢n independiente. El chiismo, aun siendo s¨®lo el 10% del islam, se ha impuesto moment¨¢neamente, gracias al desastre de Irak, a la emergencia de Ir¨¢n y a la debilidad de L¨ªbano y de Israel, que ha convertido a Hezbol¨¢ en protagonista ineludible.
Pero entre lo m¨¢s destacado se halla el giro que el rey Abdal¨¢ est¨¢ imprimiendo a la pol¨ªtica exterior de Arabia Saud¨ª, aliado privilegiado de Washington, pero repudiado despu¨¦s de los atentados del 11-S. El rey ve con muy malos ojos que alguien le dispute el liderazgo del islam, que ostenta como guardi¨¢n de los santos lugares, y todav¨ªa m¨¢s si se trata de un pa¨ªs chi¨ª. Tampoco le gusta que se convierta en potencia nuclear. Ni que la pol¨ªtica que se siga frente a Teher¨¢n sea la que dicten los halcones de Israel y Estados Unidos, sobre todo tras su fracaso en Bagdad. Teme que una pol¨ªtica atolondrada lleve la inestabilidad a toda una regi¨®n que cuenta con minor¨ªas chi¨ªes en casi todos los pa¨ªses. Le preocupa el descomunal desprestigio de EE UU entre los ¨¢rabes y los musulmanes porque sabe que afecta a la imagen de la propia Arabia Saud¨ª como aliado tradicional desde hace 60 a?os. Y desea poner fin al calvario palestino, para lo cual cuenta con el plan de paz que present¨® y aprob¨® la Liga ?rabe en su conferencia de Beirut en 2002, que es el m¨¢s sencillo y pr¨¢ctico de todos: regresar a las fronteras de 1967 a cambio del reconocimiento de Israel por parte de todos los pa¨ªses de la Liga.
La mejor expresi¨®n del cambio fue el discurso que pronunci¨® el rey saud¨ª en la cumbre de jefes de Estado de la Liga ?rabe celebrada en Riad el pasado mes de marzo. All¨ª critic¨® a Washington por la "ocupaci¨®n ilegal" de Irak, defendi¨® el Gobierno de unidad nacional palestino entre Ham¨¢s y Al Fatah, y como aut¨¦ntica novedad en este mundo de d¨¦spotas narcisistas y victimistas atribuy¨® la larga lista de males que aquejan a los ¨¢rabes a sus dirigentes ("las culpas aut¨¦nticas son nuestras, l¨ªderes de la naci¨®n ¨¢rabe", les dijo). Es una pena que a sus 83 a?os este rey Abdal¨¢ no tenga fuerzas para proyectar su esp¨ªritu reformista tambi¨¦n hacia adentro, hacia sus s¨²bditos, principalmente mujeres. http://blogs.elpais.com/lluis_bassets/
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