Tr¨ªo de reinas

Las distribuidoras llaman "ventana" al periodo que dejan entre el alquiler y la venta para que los videoclubes se ganen las lentejas. Que haya o no ventana depende de entelequias de mercadotecnia: pol¨ªtica de la casa, peligro de pirater¨ªa, tir¨®n comercial... Un misterio. Estos tres recientes estrenos, s¨®lo para alquilar, van de reinas, y quiz¨¢ por ello se hagan de rogar. Con el nacimiento de Sof¨ªa, los videoclubes lo ponen a huevo para que se les haga una visita.

- '?Palacio real!' (Val¨¦rie Lemercier, 2005). Para una actriz, dirigir no deber¨ªa resultar tan dif¨ªcil como para una plebeya reinar. Sin embargo, Lemercier, int¨¦rprete de vis c¨®mica demostrada en Los visitantes, falla dirigiendo esta comedia que protagoniza con maestr¨ªa como una logopeda coronada sin preparaci¨®n protocolaria, premisa de la que surgen casi todos los gags. El filme comparte plebe cinematogr¨¢fica con Mar¨ªa Antonieta: supervisor de efectos especiales. Los t¨¦cnicos no ser¨¢n arist¨®cratas del cine, pero gracias a ellos las ranas se convierten en pr¨ªncipes.

- 'Mar¨ªa Antonieta' (Sofia Coppola, 2006). L¨¢nguida como ella sola, la hija de Coppola pone su sello cool a la biograf¨ªa de la ¨²ltima reina de Francia. Los anacronismos con que se divierte van m¨¢s all¨¢ de la banda sonora ochentera. La cultura pop est¨¢ en la m¨¦dula de esta cinta: la pacata princesita austriaca se convierte en reina del glamour franc¨¦s con pura narrativa de superh¨¦roe y la trama bebe m¨¢s de las pelis de instituto que de las de ¨¦poca. Las damiselas se la pasan tiradas por Versalles, poni¨¦ndose moradas de pasteles y comprando zapatos (manolos, claro), mientras, fuera, se cuece la Revoluci¨®n. Pero ¨¦sa es otra historia, y lo que a Coppola le obsesiona es "el adolescente femenino". Para abordarlo, Kirsten Dunst hace todos los moh¨ªnes de pobre ni?a rica y aburrida con los que la Coppola se refleja siempre en sus actrices.

- 'The Queen' (Stephen Frears, 2006) comparte con Mar¨ªa Antonieta un plebeyo sonidista y poco m¨¢s. Aqu¨ª hay licencia po¨¦tica, pero muy poca indulgencia. El docudrama congela la vida de Isabel II en unos d¨ªas de septiembre de 1997. La muerte de Lady Di enfrenta a la reina con un pa¨ªs al que no reconoce, un pueblo sin flema que mezcla lo p¨²blico y lo privado y pide duelos sensibleros. En el centro, una actriz estupenda. Hellen Mirren esconde ese escote que da ganas de cumplir los sesenta y desaparece en una interpretaci¨®n emocionante. No es cuesti¨®n de vestuario, maquillaje, ni moh¨ªnes, es un cambio que surge de dentro, de ese lugar m¨ªtico que se viene llamando el m¨¦todo.