Royal contra todos
La candidata socialista ha planteado proyectos de renovaci¨®n que su partido deber¨¢ tener en cuenta aunque resulte derrotada
S¨¦gol¨¨ne Royal ha hecho una campa?a extra?a. Cuando ha presentado sus propuestas o su "pacto presidencial" no le han prestado atenci¨®n y cuando ha arremetido contra el balance del equipo gubernamental saliente, que debiera encarnar Nicolas Sarkozy, sus golpes se han perdido en el aire. En cambio, cuando ha tendido la mano hacia el electorado -6,8 millones de votantes- y al candidato centrista Fran?ois Bayrou, entonces las reacciones, a derecha y a izquierda, han sido estruendosas. ?C¨®mo se explica todo esto? A la candidata socialista su partido, el PS, no le perdona que se haya impuesto en el debate interno sin recurrir a ninguna de las grandes familias.
A la hora de organizar la campa?a, Royal no s¨®lo no ha querido contar con el aparato del PS, sino que apenas ha podido contar con esa maquinaria. Ha tenido que inventarse un equipo alternativo. Eso ha hecho que Nicolas Sarkozy, bien respaldado por una UMP entregada a sus deseos, dispusiera de cien voces audibles frente a las apenas cinco de la socialista.
La aspirante ha tenido un equipo alternativo al no contar con el 'aparato' del PS
Mientras Sarkozy nunca se rebajaba a la r¨¦plica directa de los argumentos de sus rivales, Royal o bien era ella misma quien lo hac¨ªa, y perd¨ªa altura presidencial, o bien era inaudible. Resultado de todo eso, Sarkozy ha logrado liberarse del peso del catastr¨®fico balance de un Gobierno saliente del que ha sido el n¨²mero dos a lo largo de cinco a?os. Los ¨¦xitos, escasos, los capitaliza ¨¦l, los fracasos recaen sobre Villepin y Chirac.
De cara al futuro, ante una hipot¨¦tica victoria de Royal, algunos nombres parecen destinados a integrarse en su paisaje inmediato. De entrada Christophe Chantepy y Sophie Bouchet-Petersen, los dos destinados a figurar como jefes de Gabinete o consejeros muy especiales de la nueva presidenta. Julien Dray, diputado socialista, que le aport¨® su respaldo muy pronto, debiera ser ministro de Interior, mientras que la cartera de primer ministro est¨¢ en disputa entre el alcalde de Nantes, Jean Marc Ayrault, y el imprescindible pero no seguro Dominique Strauss-Kahn. Para Jean-Pierre Chev¨¨nement y Jack Lang debiera haber premios de consolaci¨®n, el economista Thomas Piketty se dir¨ªa llamado a desarmar el discurso liberal-conservador gracias a su talento de profeta del liberal-progresismo mientras que el lenguaraz Arnaud Montebourg podr¨ªa heredar una cartera que le obligase a una cierta prudencia, como la de Justicia. Otra mujer, Dominique M¨¦da, ha de figurar en el equipo de Royal. Ella ha conducido su reflexi¨®n sobre las cuestiones sociales y es M¨¦da quien le ha propuesto como alternativa el modelo de los pa¨ªses n¨®rdicos y su "flexi-seguridad".
Para comprender lo que ha significado la campa?a de S¨¦gol¨¨ne Royal, lastrada por la falta de programa cre¨ªble del PS y por la enemistad de algunos de sus dirigentes, basta con mirar hacia las plateas de sus m¨ªtines o sus palcos de invitados. En las plateas, un p¨²blico joven, abigarrado y multicolor, bien distinto del encorbatado y uniformemente blanco que respaldaba a Sarkozy.
Entre las medidas faro que aprobar¨ªa un Gobierno de Royal estar¨ªa un refer¨¦ndum popular para acabar con la acumulaci¨®n de cargos -el 85% de los diputados son tambi¨¦n alcaldes, presidentes de regi¨®n o departamento- y, como prioridad de prioridades, plantear un plan para relanzar la construcci¨®n europea a partir de un nuevo texto que los franceses tendr¨ªan que ratificar a trav¨¦s del voto popular. Tambi¨¦n se pondr¨ªa en marcha de inmediato la convocatoria para una gran conferencia salarial y se dar¨ªan las ¨®rdenes necesarias para que, el pr¨®ximo septiembre, cuando comenzasen de nuevo los cursos en escuelas e institutos, reapareciesen los puestos de profesor o vigilante suprimidos durante los ¨²ltimos cinco a?os.
Si S¨¦gol¨¨ne Royal no es elegida presidenta, tal y como dan a entender la mayor¨ªa de sondeos, la candidata socialista tendr¨¢ dificultades graves para mantenerse a la cabeza del PS, pero eso no impedir¨¢ que sus iniciativas renovadoras -cuestionar el car¨¢cter de panacea universal de las 35 horas, admitir que hay que renegociar ciertos privilegios obreros, la ineficacia del llamado "mapa escolar" y, sobre todo, la necesidad de concebir el campo progresista incluyendo en ¨¦l una buena parte del centro- obliguen al PS a un inevitable trabajo de puesta al d¨ªa. No ser¨¢ una derrota en vano.
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