Dignidad torera
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Los novilleros andantes en general tienen un bajo concepto de la dignidad torera. Buscan el aplauso f¨¢cil en la err¨®nea creencia de que unas palmas robadas son un pasaporte para la gloria. Algo de todo esto parece que les han inculcado a Jos¨¦ Mar¨ªa L¨¢zaro y Oliva Soto, dos novilleros con maneras toreras, que ayer no tuvieron reparo alguno en darse sendas vueltas al ruedo por su cuenta cuando nadie les hab¨ªa solicitado tal honor. Olvidan estos chavales que la torer¨ªa est¨¢ re?ida con la mentira y que su actitud no es m¨¢s que un dem¨¦rito en su corta hoja de servicios. Las vueltas hay que ganarlas y no se es m¨¢s torero por mendigar palmas que suenan demasiado huecas.
La pena es que ambos poseen manifiesta capacidad y no necesitan de estas p¨ªcaras maniobras para alcanzar el ¨¦xito. Lo que si necesitan los dos es apostar m¨¢s, arriesgar m¨¢s, cruzarse m¨¢s y dar rienda suleta a sus buenas aptitudes y conocimientos.
Macandro/L¨¢zaro, Soro, Garc¨ªa
Novillos de Macandro, quinto y sexto, devueltos, desiguales, sosos y nobles. Primer sobrero, de la misma ganader¨ªa; segundo, del Conde de la Maza, manso y noble. Jos¨¦ Mar¨ªa L¨¢zaro: vuelta por su cuenta y silencio tras aviso. Oliva Soto: vuelta por su cuenta y palmas. Salvador Garc¨ªa: silencio tras aviso, vuelta al ruedo. Plaza de la Maestranza. 6 de mayo. Novillada de abono. Media plaza.
L¨¢zaro demostr¨® voluntad, recibi¨® a su lote de rodillas frente a la puerta de toriles, templ¨® a la ver¨®nica, se ci?¨® en chicuelinas, exhibi¨® experiencia y gusto al torear con ambas manos con prestancia y temple. El problema es que su primero era un borreguito inv¨¢lido y muy noble, y el cuarto, un novillo rajado y descastado. A pesar de todo, dej¨® en su haber largos y hondos naturales ante el cuarto y una labor medida y fina ante el primero. Falt¨® toro y un paso m¨¢s de un torero con posibilidades. Todo lo ech¨® por tierra en su af¨¢n por arrancar palmas que no brotaron con espontaneidad.
Oliva Soto, que acudi¨® en sustituci¨®n de Sandra Moscoso, convaleciente de una cornada, es torero elegante y traza los muletazos con empaque sevillano. Pero corre el peligro de quedarse en una promesa, como ha habido tantas en esta tierra, si no tiene una mayor capacidad de enfado consigo mismo, si no se coloca mejor y se olvida de la muleta retrasada y el pico. Recibi¨® con buenas ver¨®nicas a su primero y remat¨® con una larga muy vistosa. Ese novillo era soso y de corto recorrido y el novillero se conform¨® con su mala suerte; y poco m¨¢s ocurri¨® en el quinto, que tampoco era novillo de triunfo, aunque a quien posee buenas condiciones debe exig¨ªrsele algo m¨¢s, ese pelda?o que separa a las promesas de los serios aspirantes a figuras.
El ronde?o Salvador Garc¨ªa tuvo mala suerte con su primero, deslucido, pegajoso y con la cara alta, y quiso jug¨¢rsela en el sexto. Se fue a porta gayola, sali¨® bien del envite, pero el animal se parti¨® un pit¨®n contra un burladero y lo devolvieron al corral. Volvi¨® a chiqueros y recibi¨® de rodillas a un ejemplar del Conde de la Maza, manso y noble, que acudi¨® a la muleta cabeceando y escasa clase. Lo pas¨® con elegancia y enorme decisi¨®n, pero su labor no alcanz¨® el relieve deseado. Tiene buenas hechuras y tuvo poca suerte con su lote.
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