Un jarabe mortal
El pasado mes de septiembre los m¨¦dicos del hospital p¨²blico de Panama City empezaron a ver pacientes con s¨ªntomas poco habituales. En un principio creyeron que padec¨ªan el s¨ªndrome de Guillain-Barr¨¦, un trastorno neurol¨®gico relativamente raro cuyo primer s¨ªntoma es debilidad en las piernas. Despu¨¦s, esa debilidad suele hacerse m¨¢s intensa y se extiende a los brazos y el pecho, hasta causar, en ocasiones, la par¨¢lisis total.
Los pacientes tambi¨¦n perd¨ªan su facultad de orinar, un s¨ªntoma que no tiene nada que ver con Guillain-Barr¨¦. Pero lo sorprendente era el n¨²mero de casos, al alcanzar dimensiones de epidemia. Los m¨¦dicos pidieron ayuda a un especialista en enfermedades infecciosas, N¨¦stor Sosa. ?ste, al ver que el ¨ªndice de mortalidad de esta misteriosa enfermedad era casi del 50%, estableci¨® un "centro de mando" durante las 24 horas. Pronto vieron que no era un brote aislado: llegaron noticias de otros extra?os s¨ªntomas de Guillain-Barr¨¦ en distintas partes del pa¨ªs.
Al doctor Sosa le interes¨® especialmente un paciente que lleg¨® al hospital con un ataque al coraz¨®n. Con el tratamiento, se le administraron varios f¨¢rmacos, entre ellos Lisinopril. Al cabo de un tiempo, empez¨® a mostrar los mismos trastornos neurol¨®gicos. Fue una pista fundamental. "Este paciente ha contra¨ªdo la enfermedad en el hospital, delante de nosotros", advirti¨® Sosa. Poco despu¨¦s, otro paciente le explic¨® que ¨¦l tambi¨¦n hab¨ªa desarrollado s¨ªntomas despu¨¦s de tomar Lisinopril, pero que, como la medicina le hab¨ªa provocado tos, hab¨ªa tomado adem¨¢s jarabe antitus¨ªgeno; el mismo jarabe, result¨®, que le hab¨ªan dado al enfermo de coraz¨®n.
"Necesitamos investigar ese jarabe", dijo el doctor Sosa. Los investigadores del Centro de Control y Prevenci¨®n de las Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, que hab¨ªan ido a Panam¨¢ a prestar ayuda, se apresuraron a llevar los frascos a Estados Unidos para hacer pruebas. Las pruebas hallaron glicol dietileno en el jarabe para la tos. El misterio estaba aclarado. Los barriles etiquetados como glicerina conten¨ªan veneno. Inmediatamente se puso en marcha una campa?a nacional para que la gente dejara de usar el jarabe. Se registraron barrios enteros, pero hubo miles de frascos que se hab¨ªan tirado ya o que no aparecieron. Quedaban a¨²n dos tareas: contar a los muertos y asignar culpas. Ninguna de las dos ha sido f¨¢cil.
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