Victoria en la ciudad de los ricos
Sarkozy logr¨® el 86,8% de los votos en Neuilly-sur-Seine, acomodada localidad pr¨®xima a Par¨ªs de la que fue alcalde 19 a?os
Neuilly-sur-Seine, la ciudad colindante con Par¨ªs de la que Nicolas Sarkozy ha sido alcalde durante 19 a?os y en la que ha residido la mayor parte de su vida, forma parte en teor¨ªa de la banlieue (suburbio), pero all¨ª no hay rap ni autom¨®viles quemados, ni viviendas sociales: es la localidad m¨¢s rica de Francia, por encima de la Costa Azul, y la que tiene m¨¢s habitantes (5.800 sobre un total de 60.000) que pagan el impuesto sobre las grandes fortunas. Es una especie de Beverly Hills parisiense, en el que el nuevo presidente de Francia no puede ser m¨¢s popular: ha logrado el 86,8% de los votos.
"Es una persona muy ligada a Neuilly y que siempre ha estado en contacto con sus habitantes", explica Antoine Masson, jefe del gabinete del alcalde, que disculpa su aspecto cansado porque celebr¨® hasta tarde la victoria de Sarkozy. Esta ciudad-barrio -"Nos sentimos un poco como la aldea de Asterix, porque siempre hemos querido desmarcarnos de Par¨ªs", se?ala Masson-, situada entre el Arco del Triunfo y la Defensa, tiene un salario medio de 6.000 euros, pero apenas cuenta con un 2% de viviendas sociales, aunque la ley obliga a que haya un 20%. Pero las autoridades locales han preferido siempre pagar las multas por el incumplimiento que construirlas.
"Pondr¨¢ orden en la emigraci¨®n y evitar¨¢ que nos fr¨ªan a impuestos", dice una se?ora
Desde la Liberaci¨®n, ha tenido tres alcaldes, todos conservadores y todos del mismo clan: Achile Pereti (1947-1983), Nicolas Sarkozy (1983-2002), que con 28 a?os fue el regidor m¨¢s joven de Francia, y el actual, Louis-Charles Bary. Sarkozy alcanz¨® el poder en Neuilly con m¨¦todos bastantes poco ortodoxos. Tras la repentina muerte de Pereti, el heredero designado era Charles Pasqua, pero el hoy presidente electo alter¨® el gui¨®n previsto. Aprovech¨¢ndose de que el veterano pol¨ªtico gaullista estaba ingresado en el hospital por una operaci¨®n de hernia, consigui¨® convencer a los dem¨¢s concejales de que le votasen como alcalde.
"La gente se va a poner a trabajar con Sarkozy, porque estamos hartos de pagar el paro a personas que en realidad no quieren un empleo", asegura Cedric, de 31 a?os, un mayorista de pescado, a pocos metros del lugar donde resid¨ªa Sarkozy hasta que empez¨® su carrera hacia la presidencia y donde sigue votando: la isla de la Grande Jatte, un islote sobre el Sena, situado en la frontera norte de Neuilly y el lugar m¨¢s exclusivo de la muy exclusiva localidad.
"Es una isla dentro de un barrio que ya es una isla dentro de Par¨ªs. Esto es muy muy rico", explica Angelique, una profesora de 29 a?os, que ense?a en el colegio de la Grande Jatte, mientras se?ala la vivienda de uno de los ¨ªntimos de Sarkozy: el actor Jean Reno. El resultado de las presidenciales demuestra que la gesti¨®n del antiguo alcalde -y todav¨ªa presidente del Departamento al que pertenece Neuilly, Hauts-de-Seine, el m¨¢s rico de Francia-, ha sido muy apreciada, al igual que las votaciones en las municipales: de los 45 concejales s¨®lo hay cuatro de la oposici¨®n (uno del Frente Nacional, dos socialistas y un ecologista).
En un restaurante situado en el centro de Neuilly, la conversaci¨®n de los parroquianos se centra en la noche electoral, la gran fiesta, primero en la Sala Gaveau y luego en la Concordia. "?Y ahora qu¨¦ va a hacer ella?", se oye entre grandes risas en una mesa. "?Cu¨¢ndo va a venir a vernos el presidente?", se pregunta otro de los comensales. "Es alguien que va a poner el pa¨ªs en marcha, pondr¨¢ orden en la emigraci¨®n y evitar¨¢ que nos fr¨ªan a impuestos", dice una se?ora que no desea decir su nombre.
Durante su larga gesti¨®n, con medidas como resistirse a la construcci¨®n de viviendas sociales o mantener unos impuestos municipales muy bajos, Sarkozy se ha ocupado de mantener los privilegios de un lugar arbolado, de grandes viviendas burguesas (7.500 euros es la media del precio del metro cuadrado), de palacetes y avenidas tranquilas sombreadas por los jardines. Pero Francia no es Neuilly.
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