La fuerza de Erdogan
La decisi¨®n del ministro de Asuntos Exteriores turco, Abdul¨¢ G¨¹l, de retirar su candidatura a la presidencia de la Rep¨²blica constituye una victoria para los partidos laicos y las Fuerzas Armadas, que se movieron para impedir que un islamista moderado llegara a la jefatura del Estado. Cabe preguntarse si el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, midi¨® bien sus fuerzas. Estaba en su perfecto derecho de proponer a G¨¹l. No hab¨ªa otro candidato, y el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) es el mayor con diferencia. Pero la oposici¨®n boicote¨® la elecci¨®n y el Constitucional la apoy¨®, espoleados ambos por las masivas manifestaciones en Ankara y Estambul y por declaraciones de los militares.
Erdogan se ha visto obligado a anticipar las elecciones legislativas para el 22 de julio. Seguramente el AKP ser¨¢ el m¨¢s votado, pero no necesariamente con la misma holgura que en 2002. La fusi¨®n en el nuevo Partido Dem¨®crata de las hist¨®ricas formaciones de la derecha, los partidos de la Madre Patria y de la Recta V¨ªa, pueden llevar a Erdogan a tener que pactar despu¨¦s de las elecciones. De hecho, lo est¨¢ haciendo ya con el mayor de la izquierda, el Partido Republicano del Pueblo (CHP), para intentar apresuradamente sacar adelante una reforma de la Constituci¨®n antes de disolver el Parlamento.
Erdogan propone que el presidente sea elegido por sufragio universal directo por un mandato de cinco a?os, renovable, en vez de por el Parlamento por siete, como hasta ahora. Adem¨¢s, quiere
acortar la legislatura a cuatro a?os, reducir la edad para ser elegible de 30 a 25 a?os, y rebajar el qu¨®rum necesario para las decisiones parlamentarias, para que no se pueda repetir el boicoteo de la oposici¨®n a la elecci¨®n de G¨¹l. Son pasos que har¨ªan avanzar la mayor democratizaci¨®n de Turqu¨ªa y que hacen saltar algunos de los seguros impuestos por los militares, que pr¨¢cticamente dictaron la actual Constituci¨®n.
La elecci¨®n en Francia de un presidente abiertamente opuesto al ingreso de Turqu¨ªa en la UE como Nicolas Sarkozy, que coincide en ello con la canciller alemana, Angela Merkel, alimentar¨¢ todav¨ªa m¨¢s la crisis de identidad de los turcos. Su sue?o europeo se aleja, lo que puede dificultar la modernizaci¨®n y democratizaci¨®n del pa¨ªs, a la vez que la propia UE va perdiendo influencia sobre lo que all¨ª sucede. Ante lo que est¨¢ ocurriendo en Turqu¨ªa -donde est¨¢ prohibido el porte del pa?uelo isl¨¢mico en las actividades p¨²blicas, incluidas las universidades, algo que no pasa en la UE, salvo en las escuelas francesas-
la actitud europea debe ser clara: defender y apoyar ante todo la democracia.
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