Nitr¨®geno y cambio clim¨¢tico
El di¨®xido de carbono, el metano, los ¨®xidos de nitr¨®geno y, especialmente, el vapor de agua atrapan el calor emitido de la superficie de la tierra manteni¨¦ndola unos 30 grados cent¨ªgrados por encima de lo que cabr¨ªa esperar. ?ste es el llamado efecto invernadero natural que ha permitido y permite la vida tal como la conocemos. Pero la acci¨®n del hombre puede estar llevando este equilibrio sostenido a situaciones l¨ªmite, tal vez irreversibles, a lo que se conoce como cambio clim¨¢tico, con todas sus consecuencias desastrosas, tanto para la naturaleza como para el propio hombre que lo ha determinado.
Si bien se achaca al di¨®xido de carbono procedente de la combusti¨®n del petr¨®leo, el gas natural y el carb¨®n la m¨¢xima responsabilidad en tal cambio clim¨¢tico, no es despreciable la contribuci¨®n de algunas especies reactivas de nitr¨®geno, especialmente el ¨®xido nitroso, derivadas de la propia utilizaci¨®n de dichos combustibles y del uso masivo de los fertilizantes nitrogenados. Una cantidad significativa de este abonado termina como amonio y ¨®xidos de nitr¨®geno en el aire donde, adem¨¢s de deteriorar la capa de ozono, contribuyen al incremento del efecto invernadero. Parte de los ¨®xidos, adem¨¢s, disueltos en el vapor de agua, producen ¨¢cido n¨ªtrico que cae al suelo como lluvia ¨¢cida. Pero el papel del nitr¨®geno es bastante m¨¢s complejo y claroscuro.
Desde el comienzo de la revoluci¨®n industrial, el hombre ha ido convirtiendo cada vez m¨¢s el nitr¨®geno molecular, inactivo, de la atm¨®sfera en sus formas reactivas, tales como amonio, principalmente para su uso como fertilizante, desequilibrando su ciclo biogeoqu¨ªmico, perfectamente equilibrado cuando s¨®lo hab¨ªa fijaci¨®n biol¨®gica de nitr¨®geno y la pr¨¢ctica del abonado org¨¢nico. El contenido en ¨®xido nitroso en la atm¨®sfera se ha incrementado un 8% desde que empez¨® la revoluci¨®n industrial y aumenta de un 0,2% a un 0,3% anualmente, llegando en la actualidad a estar entre el 0,5% y el 1,2%. Aunque este porcentaje es bajo si se le compara con el CO2
contribuye en un 6% al efecto invernadero pues tiene un potencial global de calentamiento entre 200 y 300 veces superior el di¨®xido de carbono. Por otra parte, su conversi¨®n a ¨®xido n¨ªtrico le lleva a alterar la capa de ozono al catalizar las reacciones de los compuestos clorados y bromados que destruyen ¨¦ste.
Se ha cre¨ªdo que la fuente de ese enriquecimiento del aire en ¨®xido nitroso era la creciente utilizaci¨®n de los combustibles f¨®siles; sin embargo, es ahora sentir general que, de forma principal, su origen est¨¢ en la actividad microbiana del suelo y mares enriquecidos en nitr¨®geno por la aplicaci¨®n masiva de los fertilizantes nitrogenados. Aunque esto ha supuesto un considerable incremento en la producci¨®n de alimentos, ha llevado consigo efectos colaterales no deseables, tales como la mencionada contribuci¨®n al cambio clim¨¢tico o a la creciente contaminaci¨®n del medio, tercera amenaza para nuestro planeta despu¨¦s de dicho cambio clim¨¢tico y de la p¨¦rdida de la biodiversidad. M¨¢s de la mitad del fertilizante aplicado termina en r¨ªos, lagos y mar, contribuyendo a la eutrofizaci¨®n de aquellos y al descontrolado crecimiento de algas en las plataformas marinas. Pero el enriquecimiento en nitr¨®geno reactivo que presenta tan mala imagen puede ser, por otro lado, la base, aunque en esto hay todav¨ªa bastante controversia, del misterio de por qu¨¦ la concentraci¨®n de CO2 en el aire no crece paralelamente a la cantidad de gas liberado. Este nitr¨®geno est¨¢ permitiendo incrementar la retenci¨®n de m¨¢s CO
2 por los organismos fotosint¨¦ticos, constituyendo un sumidero importante del gas liberado por la industria y el transporte.
El sistema global tiende a estar en equilibrio pero, por mucha resistencia que oponga al cambio, la mano del hombre puede llevar al desequilibrio irreversible, por lo que es necesario no s¨®lo controlar el uso de las fuentes de CO2, sino tambi¨¦n la producci¨®n y aplicaci¨®n de los fertilizantes nitrogenados. En este sentido, los esfuerzos que se est¨¢n haciendo para conseguir ampliar el campo de la fijaci¨®n biol¨®gica de nitr¨®geno contribuir¨¢n, sin duda, a paliar los efectos indeseables de la utilizaci¨®n indiscriminada de este nutriente de las plantas.
Jos¨¦ Olivares Pascual es profesor de Investigaci¨®n del CSIC en la Estaci¨®n Experimental del Zaid¨ªn. Granada
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