Eficacia y cortes¨ªa
A comienzos de los setenta Le Monde public¨® una nota inusual. Daba cuenta del cese en sus funciones del consejero en la Embajada de Espa?a en Par¨ªs, Fernando Guti¨¦rrez, "cuya eficacia y cortes¨ªa son altamente apreciadas en esta casa". Semblanza ajustada y en la que se adivina la precisi¨®n de la pluma de Andr¨¦ Fontaine, director muchos a?os del prestigioso diario y a quien un¨ªa una buena y amistosa relaci¨®n con el alto funcionario espa?ol.
Era un juicio certero y un homenaje justo a un trabajo bien hecho en tiempos complicados por un hombre que habitaba la literatura y la cultura francesa con conocimiento y sensible percepci¨®n. "He vuelto otra vez a Montaigne", se le o¨ªa repetir sobre los a?os. Sus juicios durante el famoso Mayo de 1968 fueron de especial inter¨¦s y en ellos aparec¨ªa m¨¢s la Francia que quer¨ªa seguir viviendo a la francesa que el entusiasmo de una revoluci¨®n por otra sociedad.
A?os antes fue profesor de Antropolog¨ªa en una universidad de Canad¨¢, y al regresar a Espa?a, director de Televisi¨®n Espa?ola, y de nuevo consejero en Par¨ªs y luego en la Misi¨®n de Espa?a ante las Comunidades Europeas.
Eficacia y cortes¨ªa, dominio acabado del franc¨¦s e ingl¨¦s, rica observaci¨®n de la vida con una vital ra¨ªz gallega, le llevaron a encargarse de la prensa en la Secretar¨ªa de la Casa del Rey en los a?os determinantes de la transici¨®n a la democracia, y ¨¦sa fue larga etapa final y cumbre de una dilatada funci¨®n p¨²blica.
Apenas confesaba preocupaci¨®n por su enfermedad y hac¨ªa protestas de distanciamiento hacia la pol¨ªtica espa?ola y preferencia por la poda de los ¨¢rboles de su casa de San Vicente en Lugo.
Due?o de una dial¨¦ctica precisa y anclada en la raz¨®n de lo real que defend¨ªa, en su caso, con un punto de sorna mordaz propia de su tierra. Hombre de s¨ª propio y ajeno a focos, tambi¨¦n cr¨ªtico certero de muchas apariencias y pretensiones vac¨ªas, ten¨ªa una mente libre e inclinada al bien incluso ante las maniobras de los intereses ajenos. Su vida familiar, bien centrada en su esposa Simone y en sus hijos, Juan y Javier, se prolongaba hacia sus nietos y extend¨ªa a sus hermanos.
Ahora se abre, para sus amigos, un silencio que sucede a muchas conversaciones sinceras y para la verdad. Fernando Guti¨¦rrez pertenec¨ªa a ese pu?ado de hombres coherentes y de criterio que hacen habitable un pa¨ªs. Una v¨¢lida lecci¨®n de eficacia y cortes¨ªa en el trato profesional y para quienes estuvimos en su afecto.
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