Ma?ana: diversidad y proximidad
Ma?ana empieza la campa?a electoral que nos conducir¨¢ a las octavas elecciones municipales desde la recuperaci¨®n de la democracia en 1979. Con ellas cruzaremos la frontera de los 30 a?os de gobiernos locales democr¨¢ticos en el pa¨ªs. No son unas elecciones m¨¢s. Ninguna lo ha sido y ninguna lo ser¨¢. Todas han tenido y tendr¨¢n su especial significaci¨®n y todas expresan un especial momento del escenario pol¨ªtico catal¨¢n. En los a?os ochenta, el gran tema de las municipales fue dar respuesta a las necesidades postergadas y marginadas por d¨¦cadas de marginalidad y dependencia pol¨ªtica de los municipios al orden jer¨¢rquico, centralista y dictatorial del franquismo. En esa etapa se forjaron como dirigentes pol¨ªticos, empresariales y sociales personas procedentes de la sociedad civil catalana, m¨¢s o menos implicadas en la resistencia antifranquista. Se recuperaron proyectos, se construyeron infraestructuras y se pusieron en marcha servicios imprescindibles, y sobre todo, se empez¨® a recuperar la dignidad y significaci¨®n de la democracia local. En los noventa, empez¨® a producirse un proceso de diferenciaci¨®n de las ciudades y los pueblos que, con mayor o menor fortuna, buscaban un proyecto propio, una manera espec¨ªfica de encarar una fase distinta, en la que ya no bastaba gestionar y tratar de resolver carencias, sino que era necesario politizar los gobiernos locales con visiones propias de cada lugar y enclave. De los planes de urgencia se pas¨® a los planes estrat¨¦gicos, de la construcci¨®n de escuelas y centros de atenci¨®n primaria a los planes de desarrollo local y los proyectos urban¨ªsticos. Y en esos 20 a?os de democracia local recuperada, se fue forjando un municipalismo catal¨¢n potente, con m¨¢s proyectos que recursos, que manten¨ªa posiciones contradictorias con una Generalitat m¨¢s bien reticente a compartir protagonismo con el mundo local.
En este inicio de siglo las cosas han ido cambiando con inusitada rapidez. Estructuras familiares m¨¢s fr¨¢giles y reducidas, inestabilidad y discontinuidad laboral, heterogeneidad sin precedentes en la composici¨®n social, ciclos de vida m¨¢s largos y mucho m¨¢s individualizados, vulnerabilidad econ¨®mica y dificultad para anticipar problemas y cursos vitales. Todo ello genera nuevas y mucho m¨¢s variadas presiones y situaciones problem¨¢ticas en la convivencia social de nuestras ciudades y pueblos. Y es en ese escenario en el que a los gobiernos locales les toca enfrentarse a esas nuevas y cambiantes realidades desde la paradoja de sentirse m¨¢s necesarios que nunca para garantizar unos niveles b¨¢sicos de bienestar y estabilidad social, y contar con recursos econ¨®micos, t¨¦cnicos y de organizaci¨®n administrativa muy insuficientes o poco adaptados a la nueva ¨¦poca en la que nos hemos metido de golpe. Y todo ello ocurre en unos a?os en que se ha producido el significativo relevo en el gobierno de la Generalitat y que, por tanto, parecen superadas las reticencias con que gobierno auton¨®mico y gobiernos locales acostumbraban a relacionarse. Tenemos un gobierno catal¨¢n lleno de municipalistas que, por ahora, y si escuchamos a muchos alcaldes de nuestros pueblos y ciudades, no han acabado de satisfacer las expectativas generadas desde su llegada al poder en 2003.
Empieza, pues, ma?ana una nueva campa?a electoral, la octava, que nos vuelve a situar en cada ciudad y pueblo de Catalu?a ante la disyuntiva de elegir entre candidaturas, personas, partidos y programas. Escoger un equipo municipal u otro, un alcalde u otro, no es ninguna tonter¨ªa. ?Cu¨¢les son hoy los puntos clave sobre los que hacer pivotar nuestra decisi¨®n? Ante todo, no menospreciar las elecciones municipales como elecciones de segundo o tercer nivel. De proceder de esta manera nos equivocar¨ªamos tremendamente. Los municipios son hoy los enclaves en los que se juega una parte esencial de nuestra calidad de vida, una parte esencial de la cotidianeidad. Y deber¨ªamos sumarnos a aquellos que, como yo, reclaman m¨¢s recursos, m¨¢s poder y tambi¨¦n m¨¢s responsabilidades para los gobiernos locales. Es hora de saber si los partidos que gobiernan la Generalitat son coherentes con lo que vienen defendiendo hace a?os: m¨¢s poder a los ayuntamientos, m¨¢s recursos a los ayuntamientos, m¨¢s responsabilidad a los ayuntamientos. Siendo conscientes de que muchos de los m¨¢s de 900 municipios catalanes son incapaces de asumir (por tama?o, por capacidad t¨¦cnica, por tradici¨®n institucional) muchos de los temas que hoy un gobierno del territorio deber¨ªa asumir. Y ello exige no tirar pelotas fuera y hablar de postergar la ordenaci¨®n territorial a alguna legislatura de un futuro m¨¢s o menos lejano; entender que las diputaciones no son s¨®lo ¨¢mbitos de distribuci¨®n de recursos y posiciones de poder, sino espacios de colaboraci¨®n y soporte intermunicipal, y exige, en fin, creer que el futuro del bienestar colectivo de Catalu?a y de sus ciudadanos, viejos y nuevos, depende de manera crucial de las capacidades de los municipios y de sus gobiernos locales.
Ma?ana empieza la campa?a. Las palabras clave son, desde mi punto de vista, diversidad y proximidad. Diversidad para hacer frente a las exigencias que plantean las mayores dosis de autonom¨ªa individual de nuestra sociedad, pero diversidad tambi¨¦n para buscar la igualdad sin menospreciar la diferencia. Recordemos que lo contrario de igualdad es desigualdad y no diversidad. Si tratamos igual situaciones muy diversas en nuestras comunidades desaprovecharemos totalmente el valor de la proximidad. Y ¨¦se s¨ª es un valor del que s¨®lo puede hacer gala el gobierno local. Proximidad no es tener claras las clientelas. Proximidad no es visitar como el que m¨¢s barrios y calles. Proximidad es codecisi¨®n, coproducci¨®n, capacidad de construir juntos un futuro compartido, tratando de resolver problemas que desde lejos (servicios a domicilio, trabajo en red, integraci¨®n de servicios, protagonismo del tercer sector, atenci¨®n a la diversidad de edades, g¨¦neros, opciones familiares o momentos vitales...) son imposibles de atender desde lejos. ?se es, entiendo, el escenario que empieza ma?ana. No lo desatendamos.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.