Hay que repetir las elecciones
Eso es lo que se le ocurri¨® a Juan Urbano nada m¨¢s cerrar el peri¨®dico: que lo mejor ser¨ªa repetir las elecciones cada dos a?os, en lugar de cada cuatro, porque as¨ª todos nosotros ser¨ªamos invisibles mucho menos tiempo. Y eso, sin duda, estar¨ªa muy bien, porque conseguir hacerse invisible es un viejo sue?o del ser humano, pero que te lo hagan suele convertir ese sue?o en una pesadilla.
"F¨ªjate", le dijo hace diez minutos a su chica capic¨²a, que desayunaba frente a la televisi¨®n y, justo en ese instante, ve¨ªa a Esperanza Aguirre inaugurar un hospital, "si es que las campa?as son una maravilla porque los pol¨ªticos tienen que bajar a la realidad para cazar votos, y aunque muchas de las promesas que hacen no tienen la m¨¢s m¨ªnima intenci¨®n de cumplirlas, otras s¨ª porque, de lo contrario, no tendr¨ªan nada que inaugurar en las pr¨®ximas elecciones, ?no crees?".
Investigadores de la Universidad de Purdue dicen poder hacer desaparecer cualquier cuerpo u objeto
Una promesa puede ser ya una media mentira, pero tambi¨¦n puede ser un compromiso
Mientras se vest¨ªan para ir a trabajar, estuvieron hablando de ese asunto de ser invisible y Ana le cont¨® que hab¨ªa le¨ªdo hace muy poco una noticia sobre un experimento llevado a cabo por varios investigadores de la Universidad de Purdue, en Estados Unidos, que aseguran poder hacer desaparecer de la vista cualquier cuerpo u objeto, logrando que no refleje la luz. "Siguen una t¨¦cnica que llama nanotecnolog¨ªa", le dijo, "usan metamateriales, o sea, materias artificiales que no existen en la naturaleza, y esperan conseguir que las cosas puedan ser transparentes adem¨¢s de invisibles, para que se pueda ver lo que hay detr¨¢s de ellas". A Juan se le ocurri¨® que un buen modo de conocer a alguien ser¨ªa preguntarle qu¨¦ har¨ªa si pudiera ser invisible, por ejemplo, un d¨ªa entero, si har¨ªa algo er¨®tico, robar dinero, espiar a su pareja, copiar las preguntas de un examen, colarse en sitios... Luego, ya en la calle y mientras esperaba el autob¨²s, volvi¨® al asunto de las elecciones.
Porque la verdad es que, viendo el cambio radical que sufren los pol¨ªticos cuando pelean por el poder, lo cercanos y voluntariosos que se vuelven, da la impresi¨®n de que prest¨¢rselo durante cuatro a?os es una exageraci¨®n y, sobre todo, un mal negocio. Si no hay m¨¢s que abrir el diario y verlo: llegan las elecciones y se acaban muchas obras, se abren t¨²neles, se ponen en marcha sanatorios, se planean tranv¨ªas, zonas peatonales y autobuses ecol¨®gicos, se proyecta subir las pensiones, bajar los impuestos, combatir el paro, edificar viviendas de protecci¨®n social, plantar millones de ¨¢rboles, extender la red del metro, atacar por tierra mar y aire al problema del tr¨¢fico, construir aparcamientos municipales, hacer la ciudad m¨¢s segura, m¨¢s limpia, m¨¢s c¨®moda y m¨¢s humana en todos los sentidos... Una aut¨¦ntica maravilla.
"O si no, tambi¨¦n se podr¨ªa hacer otra cosa", fantase¨®, ya dentro de su oficina, "y es irles quitando a los ganadores d¨ªas de Gobierno, seg¨²n se fueran cumpliendo los plazos que se le hubiera puesto a cada una de sus promesas electorales: ?Qu¨¦ en un a?o no le has dado a los 120.000 ancianos de la Comunidad la teleasistencia que les prometiste? Seis meses menos de presidenta. ?Qu¨¦ la Gran V¨ªa iba a ser peatonal y resulta que no lo es en un plazo razonable? Otro medio a?o tachado. Y as¨ª sucesivamente.
Juan Urbano se puso a trabajar pensando que el secreto de la invisibilidad es mucho mejor que lo busquen los cient¨ªficos a que lo hagan los pol¨ªticos, porque depende de si lo consiguen los primeros o los segundos se tratar¨¢ de un descubrimiento o de una ocultaci¨®n, que son cosas opuestas.
"Claro", se dijo, "es que una promesa puede ser ya media mentira, pero tambi¨¦n puede ser un compromiso, si se logra que se le puedan pedir cuentas a quien la incumple. Si se recuerdan bien, las palabras no s¨®lo no tiene por qu¨¦ llev¨¢rselas el aire sino que son tan exactas como los n¨²meros y se le pueden sumar o se le pueden restar a los hechos".
Al volver a casa, vio en las pantallas de los andenes del metro a otro pol¨ªtico que se daba un ba?o de masas, sonre¨ªa, estrechaba manos y, en medio de tantas personas, parec¨ªa alguien dispuesto a ayudarte, alguien en quien podr¨ªas confiar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.