Turqu¨ªa: la crisis de una forma de gobernar el Estado
En los ¨²ltimos d¨ªas, Turqu¨ªa ha llegado al l¨ªmite. A primera vista, el motivo de esta crisis parece ser el fracaso del modelo de doble poder ejecutivo -un presidente y un primer ministro- que, seg¨²n el Ej¨¦rcito, representa la diferencia entre el poder del Estado y el poder pol¨ªtico. Este modelo se basaba en la existencia de un presidente que, como representante de todo el Estado, est¨¢ exento de responsabilidades pol¨ªticas pero tiene atribuciones importantes, como el nombramiento de los m¨¢ximos responsables pol¨ªticos y los miembros del Tribunal Supremo.
Cuando el "castillo presidencial" estaba a punto de pasar a manos del partido gobernante, el de la Justicia y el Desarrollo (AKP), se produjo un alboroto pol¨ªtico que desemboc¨® en la intervenci¨®n militar. El Ej¨¦rcito anunci¨® que estaba dispuesto a "cumplir sus obligaciones", es decir, hacerse con el poder si el Gobierno no actuaba con el debido respeto a los intereses del Estado.
Una advertencia as¨ª puede clasificarse como un golpe de segundo grado en la tradici¨®n pol¨ªtica turca; aunque no se dispara ni un solo tiro, las consecuencias son las mismas. Y la advertencia de los militares tuvo el efecto deseado. Sin olvidar que el Tribunal Constitucional se tom¨® en serio el aviso, se interrumpieron las elecciones presidenciales y el Parlamento convoc¨® elecciones generales.
Por ahora, el Ej¨¦rcito ha tratado de proteger su propio papel de guardi¨¢n pol¨ªtico y, para ello, ha querido evitar mediante la amenaza el desmoronamiento del Estado ejecutivo dual. Por eso la crisis actual de Turqu¨ªa se puede definir como una crisis de la propia forma de gobernar el Estado.
?sta coincide con una crisis del laicismo. Aunque el AKP ha llevado a cabo pol¨ªticas liberales, reformistas y pro-europeas en los ¨²ltimos cinco a?os, existen varios aspectos que el Ej¨¦rcito y los grupos laicos ven como una "toma del Estado desde dentro": las ra¨ªces isl¨¢micas de los altos cargos del partido, el hecho de que casi todas las esposas de los ministros llevan pa?uelo y la posibilidad de que el AKP pueda obtener los poderes legislativos y ejecutivos al mismo tiempo.
El motivo de que se haya intensificado r¨¢pidamente la crisis, se haya legitimado la intervenci¨®n militar y se hayan movilizado millones de personas en Ankara y Estambul es la inquietud que produce la concentraci¨®n de poder en manos de un partido cuyos dirigentes son personas religiosas.
La contradicci¨®n fundamental en la Turqu¨ªa contempor¨¢nea se puede ver en el cruce entre esas manifestaciones angustiadas y el miedo compulsivo al Ej¨¦rcito. Por un lado, la religiosidad est¨¢ unida a la democracia, pero, por otro, el laicismo parece ir unido al militarismo. La idea de que el poder religioso y provincial est¨¢ usurpando el de las clases dirigentes urbanas y laicas no procede s¨®lo de que haya personas religiosas en la pol¨ªtica turca; es una manifestaci¨®n de la intolerancia del laicismo. En Turqu¨ªa, el laicismo sigue siendo el criterio simb¨®lico esencial para definir si un ciudadano tiene todos los derechos, y es la expresi¨®n del monopolio econ¨®mico y cultural del "centro", el n¨²cleo social. Quienes no cumplen ese criterio se ven castigados. Por ejemplo, las j¨®venes que llevan pa?uelo no tienen derecho a estudiar en la universidad, y las personas religiosas, en general, sufren una discriminaci¨®n comparable a la que han sufrido hist¨®ricamente los negros.
La de Turqu¨ªa es una sociedad desintegrada, y la principal l¨ªnea de separaci¨®n en ella es cultural. Existe una brecha cada vez mayor entre el centro urbano y occidentalizado, que ha logrado controlar la religi¨®n, y una periferia provinciana, tradicional, religiosa y orientalizada. Hasta los a?os ochenta, la estabilidad pol¨ªtica y el equilibrio social fueron posibles precisamente por la distancia que hab¨ªa entre estos dos grupos.
Sin embargo, en los ¨²ltimos a?os, esa distancia ha disminuido, y ello ha creado puntos de encuentro, pero tambi¨¦n conflictos. Los puntos de encuentro han empujado a personas laicas moderadas hacia la democratizaci¨®n y a personas religiosas estrictas hacia la secularizaci¨®n; pero ciertos momentos cr¨ªticos -como la propuesta de convertir el adulterio en delito o el derecho a llevar pa?uelo- han llevado los conflictos a primer plano. A medida que la periferia social se fortalece y amenaza con ocupar el centro, los conflictos son cada vez m¨¢s intensos. Hoy, el hecho de que la periferia se haya hecho cargo de "la cuesti¨®n presidencial" est¨¢ provocando malestar y reacciones en el centro. ?ste, en su inquietud, en vez de responder con moderaci¨®n ha reaccionado con un laicismo estricto, y est¨¢ tomando medidas para imponer sus prioridades. En este sentido, el Ej¨¦rcito y el r¨¦gimen de custodia son los veh¨ªculos m¨¢s importantes con los que cuenta el centro, que parece apresado en sus preocupaciones por el modo de vida. Al mismo tiempo, el centro intolerante se ha convertido en la base que da legitimidad a la tutela militar. La crisis reciente indica las limitaciones de la democracia turca.
La Turqu¨ªa contempor¨¢nea est¨¢ basada en la homogeneizaci¨®n que se produjo bajo el islam; a los griegos turcos se les amedrent¨® y se les expuls¨® tras las guerras de los Balcanes, los armenios fueron deportados, y empezaron a llegar a toda prisa musulmanes de los "territorios perdidos". El legado otomano termin¨® siendo un sistema en el que se eliminaba a los elementos no musulmanes.
La rep¨²blica tuvo dos proyectos importantes con los que dar forma a ese legado. El primero fue el de turquificar a los musulmanes no turcos que empezaron a llegar en masa del C¨¢ucaso, Crimea y los Balcanes a Anatolia a partir de 1800. El segundo proyecto fue modernizar y transformar el islam, el principal elemento de unidad nacional, mediante un laicismo agresivo que domesticara a los musulmanes. Para ello era fundamental establecer una administraci¨®n republicana autoritaria bajo la supervisi¨®n de los militares. Ambos proyectos lograron un ¨¦xito parcial. Ahora bien, las partes que no se lograron culminar son las que hoy sacuden al pa¨ªs.
El hecho de que sigan existiendo grupos isl¨¢micos que se niegan a concebir el islam tal como lo ordena el Estado es un grave fracaso de la moderna idea turca.Mientras esos grupos sociales sigan acumulando poder pol¨ªtico a trav¨¦s de medios leg¨ªtimos, el Ej¨¦rcito y el Estado tendr¨¢n cada vez menos poder.
Una de las razones de la crisis actual es ¨¦sa. Y las ¨²nicas salidas son evidentes: o cambian los proyectos de la rep¨²blica, o tendr¨¢n que imponerse por la v¨ªa democr¨¢tica.
? Art¨ªculo exclusivo para Global Viewpoint.
Ali Bayramoglu es columnista turco de Yeni Safak. Traducci¨®n de M. L. Rodr¨ªguez Tapia.
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