El extraordinario ¨¦xito de la inanidad
?Puede mantenerse la sensibilidad respecto a los continuados muertos en Irak si cada d¨ªa, como una cantinela, nos anuncian otro nuevo atentado suicida, calcado del anterior? En adelante anotaremos como noticia bomba la jornada en que no se registren muertes y la normalidad, la noticia igual a cero, coincidir¨¢ con la brutal masacre que asola el mercado.
Si los medios siguen repitiendo de manera antiperiod¨ªstica estas mon¨®tonas cifras de asesinatos sin consecuencia, obedece menos a su categor¨ªa noticiable que acaso a la nacionalidad de las grandes agencias de comunicaci¨®n, agencias norteamericanas interesadas en la suerte de los pol¨ªticos y soldados norteamericanos. No siendo as¨ª hace tiempo que los t¨®picos sucesos de Irak habr¨ªan desaparecido de los medios. Pero si a¨²n siguen presentes -y de este modo sin diferencias- se debe tambi¨¦n a que su irrelevancia informativa se conmuta f¨¢cilmente con una irrelevancia general donde no desentona lo m¨¢s notable de lo trivial, la tumba de Herodes del enterramiento del IRA y lo trascendente respecto a lo intrascendente si es que todav¨ªa puede hablarse as¨ª. De otro modo, ?podr¨ªa explicarse el gran ¨¦xito de La Pantoja, la pancreatitis de Maradona, o la nader¨ªa popular de la CNMV unidas a las maniobras contra los medicamentos gen¨¦ricos, las guerras silentes o los cinco millones de espa?oles que viven diariamente con dolor?
?Podr¨ªa explicarse, en conjunto, el creciente ¨¦xito de la m¨¢s indolora inanidad? Todos los diarios y telediarios abrieron su informaci¨®n durante d¨ªas con los m¨¢s f¨²tiles detalles sobre la infanta Sof¨ªa, su peso, su altura y su lactancia, pero, simult¨¢neamente, la nube de informadores saturaba la atenci¨®n con el redivivo caso de La Pantoja y, al mismo tiempo, oposici¨®n y Gobierno discut¨ªan en¨¦rgicamente sobre si las listas de ANV o los paseos de De Juana quedaban sepultados o no, deliberadamente o no, por la operaci¨®n de la comisar¨ªa marbell¨ª que detuvo a la novia de Juli¨¢n Mu?oz.
No en vano, el mismo Juli¨¢n Mu?oz, respondiendo a la vigente l¨®gica del sistema informativo, se declar¨® pronto en huelga de hambre, tan coherente con la superficialidad de la mezcolanza period¨ªstica (terrorismo o frusler¨ªa) como chusca respecto al fondo de la cuesti¨®n.
La sacralidad de una huelga de hambre con sus precedentes b¨ªblicos, m¨ªsticos o revolucionarios, ha pasado aceleradamente de rebeli¨®n a distracci¨®n y de acci¨®n pol¨ªtica a programa del coraz¨®n. Ya no podr¨¢ decirse que el caso de La Pantoja sea lo mismo con la pasiva flacidez de su amante diab¨¦tico y encarcelado que con la nueva huelga que activar¨¢, copiando a De Juana, su heroica delgadez.
La huelga de hambre hace tiempo que adquiri¨® un car¨¢cter equ¨ªvoco por mediaci¨®n de Incosol pero ahora redondea su cosm¨¦tica si se contempla la motivaci¨®n de su protagonista y el sobrepeso que afecta a toda la poblaci¨®n espa?ola en general. "Si no me quitan las multas, esta noche no ceno", dec¨ªa un tipo en la red con un mensaje burlesco que pas¨® de pantalla en pantalla.
La trivializaci¨®n de todas las huelgas ha llegado al punto de que pasan a?os sin que ninguna, excepto si la protagonizan pilotos y controladores, provoque efecto social alguno. Y no se diga ya de la huelga de hambre cuyo destino natural no ser¨ªa salir ganando sino morir en su interior. Pero ?morir de ayuno? De ninguna manera la muerte puede aparecer como el desenlace de la funci¨®n. Si la Autoridad cede al chantaje terrorista, deber¨¢ ceder en cualquier caso para cumplir con la ley de la banalidad. Nada es tan grave como para no recibir un tratamiento superficial y nada es tan superficial como para no recibir un tratamiento serio. Lo que fue trascendente ha dejado de tener lugar en una escena sin grandes proyectos y el proyecto ha dejado de tener sentido en un tiempo de espect¨¢culos donde cuenta m¨¢s que nada la taquilla de la proyecci¨®n.
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