"Ning¨²n arte puede existir sin un dictador"
Le llaman el Karajan ruso porque dirige conciertos enteros de memoria, como el famoso director austriaco. Fuat Mansurov (Kazajist¨¢n, 1925) sonr¨ªe con estas comparaciones y afirma que, aunque le agrada parecerse a uno de los grandes, ¨¦l tiene su propio estilo. "Karajan dirig¨ªa con los ojos cerrados sin consultar las notas. En los conciertos ver¨¢n que yo tampoco miro las partituras, porque tengo la mirada puesta en los m¨²sicos de la orquesta. Para dirigir una orquesta hay que mirarla directamente a los ojos", advierte, detr¨¢s de sus gafas cuadradas.
Conocido por su f¨¦rrea disciplina rusa, casi intimida a los int¨¦rpretes con esa mirada. "?Si soy duro con los m¨²sicos? ?Por supuesto! Ning¨²n arte puede existir sin un dictador. Pero en mi vida diaria soy una buena persona, en serio", bromea.
"No miro las partituras, sino a los ojos de los m¨²sicos de la orquesta"
El Teatro Real presenta esta tarde una sesi¨®n doble de su particular arte. Mansurov dirigir¨¢ a la Strauss Festival Orchestra en la Gran gala Johann Strauss, y a la Orquesta Sinf¨®nica Estatal Rusa, en la Noche de la m¨²sica espa?ola, con los cl¨¢sicos de Joaqu¨ªn Rodrigo, Manuel de Falla y Georges Bizet. "La m¨²sica espa?ola es la m¨¢s hermosa que he escuchado jam¨¢s", explica golpe¨¢ndose el coraz¨®n para expresar lo que siente al dirigirla. "No s¨®lo por los grandes compositores espa?oles, sino por lo que inspira a los extranjeros. Por ejemplo, en este concierto interpretamos la Jota aragonesa de Mija¨ªl Glinka, un ruso que supo captar bien el car¨¢cter espa?ol".
Durante m¨¢s de 37 a?os, la batuta de Fuat Mansurov ha dirigido a la famosa Orquesta del Teatro Bolsh¨®i de Mosc¨². Ahora compagina este cargo con la direcci¨®n de la Orquesta Nacional de Tatarst¨¢n -considerada una de las mejores del mundo- y la formaci¨®n de futuros directores.
"?Hay buena cantera en el Bolsh¨®i?". Mansurov se?ala la u?a de su dedo me?ique con gesto esc¨¦ptico y no responde, pero cuenta una an¨¦cdota que resume su opini¨®n: "Hace tiempo me encontr¨¦ con un violinista que fue alumno m¨ªo, Gideon Kremer, y yo le dec¨ªa: 'Coincidir¨¢s conmigo en que el 90% de los directores no tiene buen o¨ªdo'. Y ¨¦l me respondi¨®: 'No estoy de acuerdo. ?Es el 98%!", explica entre risas.
Para Mansurov, la clave para convertirse en un gran director no s¨®lo es el o¨ªdo, sino tambi¨¦n la memoria: "Hay que saberse las partituras, aprenderlas enteras, porque esto te permite tener todo el concierto en la cabeza. Yo digo que existen dos tipos de conductores: los que tienen la partitura en la cabeza y los que meten la cabeza en la partitura mientras dirigen. Prefiero ser del primer grupo y levantar la vista".
En su caso, esta prodigiosa memoria le ha permitido un repertorio que va desde la ¨®pera hasta la poes¨ªa, porque "para entender la m¨²sica hay que entender tambi¨¦n los poemas". Durante su etapa como profesor de conservatorio obligaba a sus alumnos a estudiar cl¨¢sicos como el h¨¦roe ruso Alexander Pushkin: "Puedes ponerme a prueba, ser¨ªa capaz de recitarte cualquier poema suyo ahora mismo". Quienes le conocen aseguran que cada vez que tiene un rato libre y papel a mano, escribe poes¨ªa como si fueran notas de pentagrama.
Mansurov pide a la traductora de ruso que transcriba unos versos propios: "Entre ramos de flores se anunci¨® una competici¨®n. Nadie imaginaba que ganar¨ªa la escoba. Ni siquiera ella misma. Quiz¨¢ tuvo algo que ver que en el jurado hubiera... tres fregonas".
A sus 82 a?os conserva intacto el sentido del humor, a pesar de los sucesivos golpes que le ha dado la vida. Su afici¨®n al alpinismo le cost¨® los dedos de los pies, que tuvieron que ser amputados por congelaci¨®n. "Ped¨ª que no me administraran anestesia porque soy un hombre de extremos. Quer¨ªa saber hasta qu¨¦ punto es soportable el dolor. Me dieron a morder un trapo y pusieron m¨²sica de Beethoven mientras cortaban".
Mansurov est¨¢ convencido de que la m¨²sica sirve para superar malos momentos, como la p¨¦rdida de su mujer e hijo en un accidente de tr¨¢fico. A¨²n le queda una hija, Marina, que ma?ana asistir¨¢ a los conciertos en Madrid. "No me gusta recordarlo, pero s¨ª, la m¨²sica es terap¨¦utica, estoy seguro".
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