Gigantesco Getafe
El cuadro de Schuster jugar¨¢ la final y pone un pie en la Copa de la UEFA tras borrar del mapa a un Bar?a indecente
El Getafe demoli¨® en una noche hist¨®rica al todopoderoso Barcelona, al que hizo un roto que tardar¨¢ en olvidar, sacando a la luz todas las carencias de su rival, que cada d¨ªa que pasa parecen multiplicarse. El conjunto de Schuster ejecut¨® el partido m¨¢s extraordinario que recuerda su gente, y lo hizo ante el adversario de m¨¢s relumbr¨®n que pudo encontrarse.
GETAFE 4 - BARCELONA 0
Getafe: Luis Garc¨ªa; Contra, Belenguer, Alexis, Paredes; Celestini; Cotelo, Casquero, Vivar Dorado; Maris (Manu, m. 65)y G¨¹iza (Pach¨®n, m. 78).
Barcelona: Jorquera; Zambrotta, Oleguer (Gudjohnsen, m. 62), Puyol, Sylvinho; Xavi, Edmilson, Iniesta; Giuly (Saviola, m. 65), Eto'o y Ronaldinho.
Goles: 1-0. M. 38. Casquero empalma desde fuera del ¨¢rea y el bal¨®n, tras botar en el c¨¦sped se cuela por la escuadra. 2-0. M. 43. G¨¹iza marca en solitario. 3-0. M. 71. Cabazazo de Vivar Dorado. 4-0. M. 73. Bal¨®n largo sobre G¨¹iza, que marca de duro disparo.
?rbitro: Medina Cantalejo. Amonest¨® a Paredes, Maris, Casquero, Belenguer, Silvynho y Zambrotta.
16.000 espectadores en el Alfonso P¨¦rez.
Se meti¨® el Getafe en la final de Copa, que disputar¨¢ el 23 de junio ante el Sevilla, y, de paso, puso un pie en la UEFA, que jugar¨¢ si el Sevilla acaba en puestos de Champions. Destroz¨® al Bar?a con un 4-0 incontestable, bestial, doloroso hasta l¨ªmites insospechados, que bien pudo ser un 8-0. Porque el Bar?a fue un pelele en manos de un rival que confi¨® en su f¨²tbol, en la valiente apuesta de Schuster, su entrenador, para crujir al Bar?a m¨¢s perezoso y cobarde que recuerdan los tiempos.
Porque el Bar?a no fue a un partido de f¨²tbol. Fue a la peluquer¨ªa. Eligi¨® la manera m¨¢s ruin de defender el 5-2 de la ida, con un equipo repleto de estrellas mundiales, aunque sin Messi, el autor del gol m¨¢s bonito del siglo que, desde ayer, tambi¨¦n es el m¨¢s inservible. Pas¨® un suplicio durante 90 minutos, atropellado f¨ªsica y mentalmente por un Getafe que le dio la paliza del a?o. Hay maneras y maneras de defender tres goles de ventaja, y el Bar?a eligi¨® la m¨¢s indecente. No le dio la real gana de apostar por algo m¨¢s que por cubrirse, no fuera que a su rival le diera por atacar, que ya se le pasar¨ªa el frenes¨ª, debieron pensar. No se le pas¨®.
Treinta segundos tard¨® Oleguer en comerse el bal¨®n y 35 G¨¹iza en plantarse ante Jorquera. Se trastabill¨® el delantero y ah¨ª se le fue al Getafe la primera oportunidad. Pero tuvo m¨¢s. Muchas m¨¢s. Quince m¨¢s, concretamente. De todos los colores. El cuadro de Schuster busc¨® una y otra vez la espalda a los defensas y s¨®lo Puyol se defendi¨® como se le supone a un juagdor del Bar?a. Que se fue echando atr¨¢s, cada minuto m¨¢s inc¨®modo, sin encontrar la salida, sin encontrar a Xavi, a Iniesta, a alguien que no fuera Edmilson. Porque no sabe jugar el Bar?a en su campo. Y en su campo se pas¨® 45 minutos, casi de rodillas, pidiendo clemencia. Casquero y Vivar Dorado se plantaron en la zona de tres cuartos y provocaron un cortocircuito que achicharr¨® a Edmilson, autor de un partido nefasto.
Pero tard¨® el Getafe en abrir la lata, por aquello de que Puyol es Puyol y porque Jorquera sac¨® un par de manos de m¨¦rito. Pero nada pudo hacer ante Casquero, un futbolista que se ha especializado no en marcar goles, sino en marcar obras de arte. Vol¨® el bal¨®n rebotado al borde del ¨¢rea grande tras un c¨®rner, y Casquero lo caz¨®, dibujando un disparo monumental, un tiro en la sien para el Bar?a. La pelota golpe¨® en el c¨¦sped y sali¨® escupida, sin que Jorquera la alcanzara en la escuadra. No hab¨ªan transcurrido cinco minutos cuando el bal¨®n le lleg¨® a Zambrotta, que fue incapaz de librarse de algo tan molesto. Lo dej¨® por all¨ª, en el ¨¢rea peque?a, donde G¨¹iza no desaprovech¨® el regalo.
El Getafe se sent¨ªa en el para¨ªso, a un gol de la machada, de pasar a la historia como el equipo que zarande¨® y arruin¨® la vida a un Bar?a que all¨¢ por agosto aspiraba a firmar la temporada de su vida. Debi¨® haber bronca en el vestuario azulgrana, porque el equipo apareci¨® tras el descanso con otro gesto. Decidi¨® presionar arriba, negando al Getafe (donde Celestini fue capit¨¢n general) la circulaci¨®n del bal¨®n. Rijkaard movi¨® ficha. Prescindi¨® de Edmilson y apost¨® por un equipo m¨¢s ofensivo. Mucho tiempo quedaba y el riesgo era enorme. Porque el Getafe se lo hab¨ªa cre¨ªdo del todo. Y ya no ten¨ªa freno. Desatado estaba, por ejemplo, Vivar Dorado, su capit¨¢n, que se elev¨® para cabecear una falta y hacer el 3-0. Jorquera le sac¨® una, dos, tres oportunidades a G¨¹iza, pero no pudo con la cuarta, con esa arrancada en la que el jerezano recibi¨® de Manu y se fue como una locomotora. Le peg¨® abajo y el Alfonso P¨¦rez entr¨® en ¨¦xtasis.
El Getafe acababa de cerrar el partido m¨¢s bello de su historia. No cej¨® un minuto en el empe?o, siempre tocando, siempre en vertical, rabioso a ratos, sereno cuando conven¨ªa, con el f¨²tbol por bandera. Y enfrente, deambulando, con la dignidad hecha unos zorros, andaban algunos de los mejores jugadores del planeta, quienes a¨²n se estar¨¢n preguntando de d¨®nde sali¨® aquella marabunta que acababa de pasarles por encima.
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