La escritora de las mil m¨¢scaras
N¨¦lida Pi?on cerr¨® ayer el homenaje que le ha dedicado esta semana la Casa de Am¨¦rica
"Cada libro pide su propia voz. Cuando estoy escribiendo, no pienso en el lector porque si lo hiciera podr¨ªa dejarme sobornar. El mercado no existe para m¨ª. Mis obligaciones son ¨²nicamente con las palabras y con la historia que debe ser contada". Esas fueron algunas de las palabras que dijo ayer N¨¦lida Pi?on, conversando con Juan Cruz, en la clase maestra que cerr¨® la semana de homenajes que le ha dedicado la Casa de Am¨¦rica.
Llena de una contagiosa simpat¨ªa, con un gran sentido del humor, la escritora brasile?a (nacida en R¨ªo de Janeiro en 1937) no tard¨® en establecer una tremenda cercan¨ªa con quienes se acercaron a escucharla y llenaron el sal¨®n de actos de la instituci¨®n madrile?a. A lo largo de su intervenci¨®n toc¨® muchos palos. "Mientras elaboras tu obra y a¨²n cuando conozcas los procedimientos que est¨¢s utilizando siempre surge el misterio. La fuerza po¨¦tica surge cuando consigues escribir algo que no se puede traducir", dijo. "El ser humano no est¨¢ partido en fragmentos, est¨¢ costurado por m¨²ltiples experiencias y saberes. El desaf¨ªo de la literatura es trasladar toda esa totalidad". "Empiezas a escribir en cuanto aprendes a leer. Lo haces cuando descubres que hay vida fuera de ti. Es cuando tienes que aprender a llegar a la humanidad del otro a partir de ti mismo".
N¨¦lida Pi?on estudi¨® periodismo y se convirti¨® en la primera presidenta de la Academia Brasile?a de las Letras. Ha ganado premios tan prestigiosos como el Juan Rulfo o el Pr¨ªncipe de Asturias, pero lo m¨¢s importante es su literatura, donde destacan novelas como La rep¨²blica de los sue?os y Voces del desierto, ambas publicadas por Alfaguara. Ayer trat¨® de literatura y habl¨® de su obra, pero cont¨® tambi¨¦n cuestiones m¨¢s personales. Se acord¨® de su peque?o perro: "soy una mujer emancipada, llena de amistadas y compromisos, pero ahora estoy enamorada de su mala educaci¨®n, me asombra el desprecio que me tiene, su dulcura y su vulnerabilidad. No dejo ahora de decirme 'N¨¦lida, ed¨²cate, porque ¨¦l es ahora el due?o de la casa".
Tambi¨¦n quiso retratarse: "Me siento muy m¨²ltiple, tengo muchas m¨¢scaras que voy sacando y poniendo seg¨²n las modalidades de mi vida. Cada situaci¨®n pide una m¨¢scara y los dem¨¢s tambi¨¦n hacen lo mismo. Ese intercambio de m¨¢scaras es la seducci¨®n".
Explic¨® tambi¨¦n que no puede empezar ninguna novela de una manera "enloquecida" y que la m¨²sica le ayuda a trabajar (celebr¨® a Schubert y a Wagner y confes¨® que este verano tendr¨¢ 27 horas de Wagner en el Festival de Bayreuth); se acord¨® de su abuelo Daniel, un gallego que a los 13 a?os cruz¨® el Atl¨¢ntico para empezar una nueva vida y al que tanto debe. Dijo ser disciplinada ("estudi¨¦ en un colegio alem¨¢n") y confes¨® que la gran revoluci¨®n de su vida se produjo cuando su madre, tras decirle "que era inteligente pero que no sab¨ªa hablar", la empuj¨® a conquistar las palabras para expresar lo que llevaba dentro.
Con la lecci¨®n maestra de ayer, la Casa de Am¨¦rica termin¨® la serie de citas que ha dedicado a la escritora brasile?a y en la que participaron, desde el martes, Julio Ortega, Carmen Iglesias, Benjam¨ªn Prado, Pedro Sorela y Carme Riera, entre otros."Cuando escribo, no pienso en el lector; si lo hiciera podr¨ªa dejarme sobornar"
Babelia
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